La ola de sondeos del fin de semana trae indicios que empiezan a poner en tela de juicio el mantra de "el PSOE aguanta en las encuestas". Son las primeras señales de una decantación que todavía no puede darse por segura, pero que, al mismo tiempo, parece difícil de revertir.
En este momento, se ven dudas y malestares entre los votantes socialistas que contrastan con la respuesta del partido y del Gobierno a los casos de presunta corrupción que cercan al presidente. Como no son asuntos menores, puede tener sentido plantear la siguiente tesis: la distancia entre el Partido Socialista y su electorado comienza a parecerse a la que existe entre una secta y una iglesia.
Es sencillo demostrar la sectarización del PSOE actual: basta con tener ojos. Se ve en nuestro día a día, por ejemplo, en el hecho de que varios ministros dedicasen el fin de semana a propagar un bulo asqueroso. A eso hemos llegado.
El sociólogo Bryan Ronald Wilson se adentró a mediados del siglo pasado en el estudio de las sectas y estableció una tipología que todavía siguen empleando los especialistas. Dentro de ella estableció la categoría de "secta revolucionista" que reuniría, entre otras, las siguientes características:
- Su voluntad de emitir una visión distorsionada de la realidad y de sembrar fanatismo entre los fieles,
- Así como su inestabilidad emocional con tendencias sádicas y brotes paranoides – constantes acusaciones de conjuras contra su persona-.
Desde mi punto de vista, el amplio trabajo del sociólogo británico ofrece algunas claves interpretativas útiles para el análisis de la actualidad política española. Cierto es que su aproximación a las crisis que sufren las "sectas revolucionistas" es de carácter general aunque no deja de tener su interés. Entre los factores desencadenantes críticos destacarían la hostilidad social, el fracaso de las expectativas y la pérdida de autoridad del líder. Bien mirado, nada demasiado distante del presente.
La hostilidad socialhacia la marca PSOE va en ascenso porque el hedor es nauseabundo y ascendente. Pese a los disparates sectarios, el deseo de higiene pública existe y su electorado es bastante permeable. Los números más recientes respecto a las últimas informaciones sobre presuntas corrupciones tendrían que causar alarma en Moncloa:
- Gad3: la mitad de quienes votaron socialista creen que el Gobierno no está gestionando correctamentelos casos de corrupción. 3,9 millones de papeletas.
Es evidente que se está abriendo una grieta entre la voz de los integrantes de la secta sanchista del séptimo día y el sentir de los fieles de la iglesia socialista. Casi la mitad de quienes optaron por Sánchez en 2023 consideran que la corrupción está aumentando. Es un problema difícil de contener, pero no el único.
Además de hostilidad social por la corrupción, también hay fracaso en las expectativas que se depositaron en las urnas. Hay disgusto con la gestión, singularmente, con el descuido de los servicios públicos. De nuevo, a partir de los datos de Gad3, volvemos a centrarnos únicamente en la opinión de quienes optaron por el PSOE en las elecciones generales:
Hostilidad social por la corrupción, fracaso en las expectativas por la gestión y pérdida de autoridad del líder. Hasta el punto es así, que los números de NC-Report parecen advertir la solidificación de una ley electoral que no tiene precedentes en la historia del socialismo español: a mayor cercanía de cada candidato con Sánchez, peor resultado en las urnas…
- Ministro López en Madrid: a pesar de la crisis de Más Madrid, bajando respecto a 2023 (de 27 a 26) y sin que pueda descartarse una caída hasta el peor resultado histórico (24).
- Ministra Alegríaen Aragón: en la zona del peor resultado histórico (Sigma2 contempla entre 18 y 20, el suelo está en 18).
- Martínez en Castilla y León: peor resultado histórico (de 28 a 24)
- Gallardo en Extremadura: peor resultado histórico (28 a 26).
Estamos viviendo días agitados, probablemente vendrán muchos más. Todo parece indicar que la capacidad de sorpresa y de enfado se nos pondrá todavía más a prueba y que además volverá a desbordarnos una vez tras otra. La dirección de los acontecimientos es clara y los números de la sociología electoral parecen ir por detrás aunque sea a menor velocidad.
La iglesia socialista va perdiendo fieles lentamente y, probablemente, cuando llegue el domingo electoral serán muchos los que no irán, la desmovilización puede superar los cálculos.
Naturalmente, nada de eso impide que la secta apriete el pasohacia la autodestrucción. Para muchos electores socialistas, la radicalización puede ser un espanto. Sin embargo, es difícil vislumbrar otra solución: la década sanchista ha dejado cerradaa cal y canto la posibilidad de salvación.
La ola de sondeos del fin de semana trae indicios que empiezan a poner en tela de juicio el mantra de "el PSOE aguanta en las encuestas". Son las primeras señales de una decantación que todavía no puede darse por segura, pero que, al mismo tiempo, parece difícil de revertir.