Es noticia
La detective noruega que rastrea el Covid-19 para avisar del peligro
  1. España
  2. Cronicavirus
Marta García Aller

Cronicavirus

Por

La detective noruega que rastrea el Covid-19 para avisar del peligro

Desde el pasado martes, Katja es algo así como 'cazadora de infecciones'. Esa sería la traducción literal del noruego, explica la empleada municipal en la conversación telefónica que mantenemos

Foto: Una científica, trabajando en un laboratorio clínico. (EFE)
Una científica, trabajando en un laboratorio clínico. (EFE)

Hasta hace una semana, Katja trabajaba como psicóloga clínica ayudando a adolescentes en Baerum, un municipio a 20 kilómetros de Oslo. Pero hace solo una semana el trabajo de esta funcionaria noruega cambió radicalmente. De hecho, la mayoría de empleados públicos con los que Katja trabaja ya han modificado sus tareas habituales para unir fuerzas frente a la amenaza del coronavirus, que en Noruega de momento ha causado la muerte de siete personas y mantiene a 155 hospitalizadas.

Desde el pasado martes, Katja es algo así como 'cazadora de infecciones'. Esa sería la traducción literal del noruego, explica la empleada municipal en la conversación telefónica que mantenemos en cuanto el domingo acaba de trabajar. Katja solía trabajar solo de lunes a viernes, pero no ha dejado de trabajar ningún día, mañana y tarde, desde que la semana pasada su jefe la avisó de que, en vez de pasar consulta como psicóloga, su nuevo trabajo consistiría en hacer de detective. Busca de posibles contagiados de coronavirus: “Es como un rompecabezas”, explica desde su casa en Baerum.

Cuando alguien da positivo en coronavirus en este municipio de 130.000 habitantes (que lleva 150 positivos y un fallecido), Katja recibe la información del paciente para reconstruir todos los pasos que este ha podido dar desde que se infectó. La nueva misión de esta funcionaria durante la pandemia es indagar dónde y con quién ha estado en los últimos días para localizar a todas las personas que han podido tener contacto directo con la persona contagiada de coronavirus y avisarles de que también podrían estarlo. Para evitar más contagios, todos deben ponerse en estricto aislamiento. También les brinda la asesoría que necesiten para la cuarentena.

Foto: Multas en Roma a un grupo de jóvenes reunidos en la Fontana di Trevi. (EFE) Opinión
TE PUEDE INTERESAR
Los delatores, los muertos y las multas
Marta García Aller

Los primeros casos que se detectaron en Noruega fueron de personas que habían vuelto de Italia o Austria. “Aquí ha habido muchos casos en viajes de esquí y de negocios”, explica Katja. “Así que mi trabajo es reconstruir todos sus pasos y preguntarles con quién han estado en contacto desde que volvieron del extranjero”. Debe hacerles seguimiento, empezando por su pareja, sus hijos, los compañeros de trabajo, los clientes...

Uno de los casos positivos en coronavirus descubiertos esta semana en Baerum es un dentista. Katja tuvo que ponerse en contacto con todos sus pacientes para informarles de que este había dado positivo en Covid-19 y por tanto todos los que habían pasado últimamente por su consulta debían de estar 14 días en cuarentena. Noruega aún no ha decretado un confinamiento tan estricto como España o Italia, por lo que quedarse aislado en casa solo es obligatorio, de momento, para aquellos que han tenido contacto con los casos positivos o tienen síntomas. Tampoco tienen test disponibles para todos los que presentan síntomas leves y se les decreta aislamiento, a no ser que sean personal sanitario, que tiene prioridad.

“Es mucho trabajo y a veces es confuso, es un gran reto hacer esto funcionar”, reconoce Katja sobre su nueva labor detectivesca. “A veces una persona solo tiene una red de contactos de dos o tres, pero otras trabajan en muchos sitios diferentes y hay que localizar a decenas de personas”. No es lo mismo un camarero que un diseñador gráfico que trabaja solo en casa.

"A veces una persona solo tiene una red de contactos de dos o tres, pero otras trabaja en muchos sitios diferentes"

En sus centenares de llamadas telefónicas, Katja habla con mucha gente asustada. “Sobre todo la gente mayor”, explica. “Tenemos que ser extracautelosos para no generar ansiedad, pero la mayor parte de la gente entiende la seriedad de la situación y agradece una información que es para su protección”. Es cuando habla con alguien que se siente especialmente vulnerable cuando su experiencia como psicóloga cobra más sentido. Y además de llamar a todos los contactos para saber con quién han estado, les hace seguimiento para saber si necesitan algo y si, por ejemplo, tienen a alguien que les haga la compra.

¿Y qué pasa con la privacidad de los datos de los infectados? Los test son privados y anónimos. Es la persona contagiada la que da permiso para que se desvele su identidad y facilitar así que se pueda activar la cuarentena del entorno que ha corrido algún riesgo. “A la mayor parte de la gente no le importa que se diga quién es, porque lo considera una cuestión de responsabilidad y salud pública que puede salvar vidas. No creo que sea un problema: al menos en mi experiencia, la gente colabora mucho y facilita todos los teléfonos si los tiene”. Si no quieren dar su nombre, Katja tiene igualmente que seguir adelante con sus investigaciones para localizar al entorno de la persona contagiada, aunque sin desvelar su identidad.

No es Noruega el único país que tiene estos detectives de virus rastreando el entorno de los contagiados, pero es una de las democracias europeas donde primero se ha activado este pormenorizado sistema de vigilancia. El modelo está inspirado en una de las técnicas de seguimiento llevadas a cabo en Singapur, que allí parece estar dando resultado para frenar la expansión del virus en una de las ciudades más densamente pobladas de la tierra.

Foto: Emmanuel Macron. (Reuters)

La BBC cuenta el caso de una profesora de yoga en este país asiático que un sábado por la tarde recibió la llamada de un extraño para preguntarle si había estado en un taxi a las 18:47 del miércoles. Revisó la aplicación con la que reservó aquel viaje y comprobó que, efectivamente, había hecho un trayecto de seis minutos a esa hora. Suficiente para que un funcionario del Ministerio de Salud de Singapur la localizara para avisarle de que los próximos 14 días debería quedarse en casa. El taxista o algún otro pasajero había dado positivo.

A diferencia del caso noruego, en Singapur no basta con la llamada que hace Katja para avisar. Tres personas pertrechadas de un equipo de protección y máscaras quirúrgicas se presentaron en casa de la profesora de yoga para llevarle una orden oficial de cuarentena. Un contrato que debía firmar para quedarse en casa confinada y, de lo contrario, se arriesgaba a una multa e incluso cárcel. El equipo de detectives de Singapur está coordinado con los hospitales y la policía. Cada vez que alguien da positivo, hay un equipo que lo entrevista meticulosamente para averiguar con quién ha estado en los últimos siete días.

"A diferencia de otros formatos más invasivos para la privacidad, el modelo noruego no resulta tan descabellado y podría ayudar a frenar contagios"

Unos epidemiólogos de la Universidad de Harvard elogiaron el sistema de rastreo de Singapur. También la OMS alabó lo proactivo que había sido este país asiático. Sin embargo, el nivel de precisión y detección que utilizan, que incluye el monitoreo de cámaras de vigilancia callejera, por ejemplo, no sería posible en las democracias europeas sin modificar muchas otras leyes de protección de datos. También Taiwán, Corea del Sur y Hong Kong están utilizando estrategias de geolocalización y 'big data' que difícilmente podrían aplicarse aquí, aunque Italia ya está experimentando con un seguimiento de los teléfonos móviles. La tecnología que lo hace posible ya existe.

Sin embargo, a diferencia de otros formatos más invasivos para la privacidad, el modelo noruego no resulta tan descabellado y podría ayudar a frenar contagios. A falta de test disponibles para que la población sepa o no si tiene Covid-19, muchos municipios podrían poner a trabajar en este rastreo a parte de los empleados públicos y trabajadores sociales que desde que se decretó el confinamiento no pueden llevar a cabo sus funciones habituales. La mayoría de los contagiados son asintomáticos, por lo que no son conscientes de hasta qué punto deben extremar la precaución y, si fuera el caso, dejar de trabajar fuera de casa (algo todavía permitido en España pese al confinamiento).

"En España, todavía es posible ocultarle al entorno personal y laboral un positivo en coronavirus porque no hay supervisión alguna de la red de contactos"

Seguirle los pasos al virus es, como dice Katja, un rompecabezas. Refleja hasta qué punto estamos todos conectados y puede ayudar a salvar vidas, no solo por la supervisión de la cuarentena sino también como método de concienciación del peligro al que cada uno ha estado expuesto y, por tanto, el que puede hacer correr a los demás si se salta la cuarentena. En municipios donde aún hay pocos casos y la percepción del peligro todavía es menor, según los expertos consultados, puede ser mucho más eficaz su aplicación.

En España, todavía es posible ocultarle al entorno personal y laboral un positivo en coronavirus porque no hay supervisión alguna de la red de contactos, ni siquiera por parte de las empresas. Algunas incluso les piden a sus empleados que oculten su contagio para evitar tener que mandar al resto de empleados a casa. No hay todavía supervisión pública al respecto. El reto es dar con una mayor supervisión de los contagios que encuentre el difícil equilibrio entre la libertad individual de los pacientes para mantener el anonimato y el derecho de su entorno a conocer una información que los concierne. Poner los medios para prevenir más contagios debería ser una prioridad cuando el país se enfrenta al mayor reto sanitario del siglo. Avisar a las personas que han estado en contacto con un positivo podría frenar más contagios en esta carrera contra el enemigo invisible que en España ha causado ya cerca de 2.000 fallecidos.

Hasta hace una semana, Katja trabajaba como psicóloga clínica ayudando a adolescentes en Baerum, un municipio a 20 kilómetros de Oslo. Pero hace solo una semana el trabajo de esta funcionaria noruega cambió radicalmente. De hecho, la mayoría de empleados públicos con los que Katja trabaja ya han modificado sus tareas habituales para unir fuerzas frente a la amenaza del coronavirus, que en Noruega de momento ha causado la muerte de siete personas y mantiene a 155 hospitalizadas.

Noruega UNIR Hong Kong OMS