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Marta García Aller

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WhatsApp está cambiando

La evolución anímica del tipo de mensajes en los grupos de amigos y familiares refleja cómo hemos ido cambiando estos 10 días de confinamiento

Foto: Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

La cuarentena avanza mientras echamos un vistazo por la ventana y otro al WhatsApp. La evolución anímica del tipo de mensajes en los grupos de amigos y familiares refleja cómo hemos ido cambiando estos 10 días de confinamiento. Como en las recreaciones aquellas que hace no tanto se pusieron de moda imaginando cómo se habría contado la Segunda Guerra Mundial de haber existido las redes sociales, la tragedia del coronavirus nos la vamos narrando a distancia y en directo, mezclando la risa y el drama, lo superficial y lo sentido.

En los primeros días confinados en casa para frenar el coronavirus, abundaban en las pantallas los 'memes', las risas y los vídeos chorra. Ya no. En pocas semanas, hemos pasado de reírnos de la foto del chino con un sujetador puesto a modo de mascarilla a reenviarnos tutoriales para copiarle el invento en tres sencillos pasos. El miedo es un potente unificador de conductas. Resulta que no éramos tan distintos.

Hemos pasado de reírnos de la foto del chino con un sujetador puesto a modo de mascarilla a reenviarnos tutoriales para copiarle el invento

A medida que avanza este virus que ha forzado el confinamiento de más de 1.000 millones de personas en el mundo van llegando por WhatsApp menos 'memes' y más ganas de ayudar. Algunos mensajes actualizan la lista de los hospitales de atención pediátrica, otros enseñan cómo ponerse y quitarse unos guantes sin contagiarse. Cómo será la cosa que hasta WhatsApp se ha puesto serio.

Se mandan también más collejas. Para quienes se quejan de que las medidas de confinamiento no son todo lo restrictivas que debieran, pero siguen sin cumplir a rajatabla las que ya hay. O para los que las cumplen riéndose de los demás. Esos que sacan cinco veces a pasear al perro y van a por pan, luego al súper y por la tarde al estanco en vez de quedarse encerrados casa. Se va notando que por WhatsApp van llegando menos vídeos riéndole la gracia al listo que se salta la cuarentena. El nuevo héroe de moda es la vecina que le afea la conducta al 'runner' y el poli que le multa.

El nuevo héroe de moda es la vecina que le afea la conducta al 'runner' y el poli que le multa

Las gilipolleces siguen llegando, claro, pero han pasado a un discreto segundo plano. Es preferible empezar preguntándole al resto del grupo, antes de enviarlas, si por ahí todos están bien. Hay en España 33.000 positivos de coronavirus. Contagiados reales aún no sabemos cuántos, porque no hay pruebas para todos los confinados con síntomas en casa. Esas cifras ya no están solo en la tele, también en el goteo de mensajes de los amigos, que nos avisan de que su tos no se pasa y desde ayer tienen fiebre. Esperan un mensaje de vuelta diciendo que todo va a salir bien. Todo va a salir bien.

Por WhatsApp, sin embargo, no solo llegan los ánimos. También los pésames. Los más de 2.000 muertos que ya ha causado esta pandemia en España están teniendo que conformarse con esta manera tan injusta de abrazar a los que han perdido a alguien. Nadie estaba preparado para esto. Tampoco WhatsApp. No hay 'emojis' para un duelo.

El dolor que causa el coronavirus va dejando su rastro en todas estas conversaciones a distancia. Sin embargo, se están perdiendo una de las partes más importantes de esta crisis que no sale en WhatsApp. La de los mensajes que no manda ni recibe la gente más mayor y vulnerable durante esta cuarentena, la que no tiene 'smartphone' ni conexión alguna a internet.

Pasamos demasiado tiempo en WhatsApp, olvidando que los que más miedo le tienen a este virus están esperando a que suene el teléfono fijo

En Italia, han proliferado en las últimas semanas las asociaciones de voluntarios que, además de ayudar a los mayores a comprar alimentos y fármacos, organizan también ratitos de escucha y contacto telefónico para hacer más llevadera la soledad a los ancianos. Seguro que hay ayuntamientos en España que también están impulsando redes de voluntarios dispuestos a hablar un rato con los mayores que no tienen quien les llame. Pasamos demasiado tiempo en WhatsApp, olvidando que los que más miedo le tienen a este coronavirus están esperando a que suene el teléfono fijo.

La cuarentena avanza mientras echamos un vistazo por la ventana y otro al WhatsApp. La evolución anímica del tipo de mensajes en los grupos de amigos y familiares refleja cómo hemos ido cambiando estos 10 días de confinamiento. Como en las recreaciones aquellas que hace no tanto se pusieron de moda imaginando cómo se habría contado la Segunda Guerra Mundial de haber existido las redes sociales, la tragedia del coronavirus nos la vamos narrando a distancia y en directo, mezclando la risa y el drama, lo superficial y lo sentido.