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Marta García Aller

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Las palabras más contagiadas

Hay todo un glosario de términos damnificados que se han ido contagiando del coronavirus hasta mutar el significado que tenían antes de que la pandemia nos encerrara en casa hasta nueva orden

Foto: Un hombre camina junto a un cartel que alerta sobre el coronavirus en Viena. (EFE)
Un hombre camina junto a un cartel que alerta sobre el coronavirus en Viena. (EFE)

Ser negativo es motivo para el optimismo ahora que lo positivo ha pasado a ser una mala noticia. Además del mundo, el Covid-19 también ha puesto el lenguaje del revés, valga la redundancia. Hay todo un glosario de términos damnificados que se han ido contagiando del coronavirus hasta mutar el significado que tenían antes de que la pandemia nos encerrara en casa hasta nueva orden. Tampoco la palabra casa es lo que era desde que no podemos salir de ella. A la lista de cosas que no sabemos aún cuándo recobrarán la normalidad hay que añadir una larga lista de términos cotidianos que el coronavirus ha trastocado. Algunos, puede que para siempre. Y hasta que negativo no deje de ser lo bueno y positivo lo malo, no nos habremos librado del miedo al contagio.

Hace no tanto que hablar de mascarillas en el súper era para preguntarse si de pepino con limón o de arcilla y aloe vera. Ahora, sin embargo, la mascarilla es ese tesoro que tapa a la cajera que dice ‘de nada’ solo con la mirada. Al decir mascarilla ya nadie se acuerda del cutis, ni siquiera en Instagram. Diferenciamos entre las desechables y las que tienen filtro, con forma de copa y de pliegue plano. Los más entendidos hablan de FFP1, 2 y 3 y las farmacias han colgado el cartel de agotadas. Están las mascarillas homologadas y las mascarillas solidarias, las de 3M y las cosidas a mano. Y EPI ya no es un personaje de Barrio Sésamo ni un jugador de baloncesto, sino el equipo de protección individual que los sanitarios reivindican para seguir salvando vidas, símbolo de lo desnudos que nos ha pillado esta pandemia.

Foto: (Foto: EFE)

Con los positivos de Covid-19 en España rondando los 100.000, también la palabra pico ha cambiado por completo. Todos los días está presente en cada telediario la pregunta de cuándo llegará. El pico ha pasado a ser la aspiración de todas las gráficas que muestran la expansión del virus. Su llegada simbolizará no tanto la recuperación como, al menos, que lo peor ha pasado. El pico es la cota más triste, la del número máximo de muertos y contagiados por coronavirus. El siniestro pico marcará el tan esperado aplanamiento de la maldita curva.

Curva: otra de esas palabras contagiadas que han pasado al glosario más siniestro del virus y que dejaremos de temer cuando se aplane de verdad. Pero antes debe dejar de ascender y marcar dónde está el pico, ese que ya no es el objetivo de montañeros ni yonquis. Tampoco la metáfora de un economista. Con el barril de petróleo en mínimos de 20 años, quién se acuerda del ‘peak oil’. En tiempos del coronavirus solo hay un pico que valga. El de este mundo al revés en que llegar a la cima significará tocar fondo.

Teletrabajo habría que incluirlo también en el glosario de palabras contagiadas. Era la eterna promesa que solo unas pocas empresas cedían a regañadientes (antes del coronavirus, en España solo lo disfrutaba un escaso 4% de españoles). ¿No querías teletrabajo? Pues tres tazas. De sopetón, ha pasado de aspiración a lentejas. Trabajar desde casa sonaba mejor cuando los demás todavía tenían que ir a la oficina (y al cole). Pero no vale quejarse. Aunque nunca habíamos teletrabajado tanto como en el estado de alarma, el término en sí ha desaparecido. Teletrabajo ha pasado simplemente a ser sinónimo de trabajo. Es del poco que queda.

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Hasta los atascos dan nostalgia, quién los pillara. Y la contaminación ha pasado a convertirse en una buena noticia, por lo que tiene de indicio de recuperación económica. Goldman Sachs lo mencionaba estos días en sus análisis como un indicio de la recuperación china. El país trata de volver a la normalidad después de la dura cuarentena que impuso en Wuhan, donde empezó pandemia. Cuarentena mejor ni mentarla. Ojalá vuelva pronto a ser solo una metáfora.

Algunas volverán a la normalidad cuando todo esto pase. Otras tal vez hayan cambiado para siempre

Hay palabras que no han cambiado de significado, pero sí de lugar. Más que contagiadas, son palabras dislocadas. Les pasa a los aplausos. Ya no son en el teatro, ni en los conciertos ni mucho menos un avión (apuntemos la manía de aplaudir en los aviones como otra de esas cosas que revisar cuando todo esto pase). Ahora las ovaciones se dan nada más que en casa, igual que todo lo demás. Con todo cerrado, no hay más telón que los balcones.

Algunas de estas palabras volverán a la normalidad cuando todo esto pase. Otras tal vez hayan cambiado para siempre. Ojalá entre ellas estén las palabras recuperadas durante la pandemia, esas que llevábamos tiempo repitiendo sin reparar mucho en su verdadero significado. Son las que merecen más protagonismo que nunca. Medicina, ciencia y sanidad son algunas de esas palabras que del olvido han pasado al pedestal. Su significado no ha cambiado, pero estamos empezando a entenderlo ahora.

Ser negativo es motivo para el optimismo ahora que lo positivo ha pasado a ser una mala noticia. Además del mundo, el Covid-19 también ha puesto el lenguaje del revés, valga la redundancia. Hay todo un glosario de términos damnificados que se han ido contagiando del coronavirus hasta mutar el significado que tenían antes de que la pandemia nos encerrara en casa hasta nueva orden. Tampoco la palabra casa es lo que era desde que no podemos salir de ella. A la lista de cosas que no sabemos aún cuándo recobrarán la normalidad hay que añadir una larga lista de términos cotidianos que el coronavirus ha trastocado. Algunos, puede que para siempre. Y hasta que negativo no deje de ser lo bueno y positivo lo malo, no nos habremos librado del miedo al contagio.