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Marta García Aller

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La paradoja del Fernando Simón alemán y un aviso para España

El éxito de la reactivación de la economía no solo depende del calendario que fijen los gobiernos, también de la responsabilidad con que se apliquen las medidas de prevención

Foto: Christian Dorsten, director del departamento de Virología del Hospital Universitario de La Charité de Berlín. (Reuters)
Christian Dorsten, director del departamento de Virología del Hospital Universitario de La Charité de Berlín. (Reuters)

Alemania lleva una semana relajando el confinamiento. Las tiendas del país han vuelto a abrir, las UCI del país están semivacías y la expansión del coronavirus parece bajo control. El éxito se le atribuye a una acción temprana del Gobierno de Angela Merkel, doctorada en Química cuántica, y a la eficacia de los científicos que la asesoran, que iniciaron a tiempo las medidas de distanciamiento social. Además, un diagnóstico temprano y los test a gran escala han ayudado a detener la pandemia. Sin embargo, ni siquiera en uno de los países que sirven de ejemplo al resto de los europeos la gestión está exenta de críticas.

En la diana está Christian Dorsten, director del departamento de Virología del Hospital Universitario de La Charité de Berlín y jefe del centro de salud pública alemán que asesora al Gobierno de Merkel. ¿Por qué se critica al asesor científico de uno de los países que mejor han gestionado la respuesta a la pandemia? Como las UCI no están desbordadas y la cifra de muertos es una cuarta parte de la que hemos sufrido en Francia, Italia y España (unos 6.000 fallecidos), “mucha gente dice que reaccionamos de forma exagerada”, se lamenta Dorsten en una entrevista en 'The Guardian'. “Ven que los hospitales no están abrumados y no entienden por qué sus tiendas tienen que cerrar”.

"Alemania tiene unos 2.700 pacientes en cuidados intensivos por coronavirus, lo que no es un desafío para un sistema con cerca de 27.000 camas UCI"

En vez del héroe que ha promovido las políticas de prevención que pueden haber salvado miles de vidas, lamenta ser el tipo malvado que paraliza la economía. Es la paradoja de la prevención. El éxito mismo de la estrategia que ha evitado el colapso sirve de munición para cuestionarla. La presión por volver a la normalidad ha sido tal que Dorsten denuncia haber recibido incluso amenazas de muerte por su insistencia en el confinamiento. También le escriben correos electrónicos alemanes preocupados por cómo van a alimentar a sus hijos si no se levantan pronto todas las restricciones. Son esos los que dice que más le quitan el sueño.

Alemania tiene una capacidad de 33 UCI por cada 100.000 habitantes. En España, la proporción es de nueve, y en Italia, de ocho. Visto así, no es extraño que aquí el sistema sanitario se colapsara mucho antes. El 11 de marzo, cuando Merkel declaró que según su comité científico un 70% de los alemanes podría contagiarse del virus y que habría que tomar medidas contundentes, en España Fernando Simón restó credibilidad a esa cifra en la rueda de prensa. Ahora, pocos la cuestionan.

Foto: Ilustración: El Herrero. Opinión

En la actualidad, Alemania tiene unos 2.700 pacientes en cuidados intensivos por coronavirus, lo que no aparenta un desafío para un sistema con cerca de 27.000 camas UCI (que incrementó hasta las 40.000). De ahí que los 'lander' hayan presionado para acelerar el desconfinamiento. Sin embargo, expertos como Dorsten están avisando de que relajar el distanciamiento social puede ser precipitado por el riesgo de un rebrote de contagios. La propia Merkel explicó lo arriesgado que es el aumento exponencial de la tasa de contagios, que de no mantenerse bajo control con estrictas medidas de distancia social, podrían llevar a un colapso de las UCI alemanas en julio u octubre.

Ahora que el Gobierno español ha anunciado que empieza “el proceso gradual de reactivación de la economía”, y que los españoles empezaremos a salir a la calle bajo algunos supuestos después de siete semanas de estricto confinamiento, está bien recordar que incluso en la primera economía europea hay dudas de si la desescalada será precipitada. Y eso que el país tiene una cuarta parte de nuestros fallecidos y casi cuatro veces más de camas en la UCI. Si no se extreman las precauciones individuales en los primeros paseos de niños y mayores, también allí existe un riesgo de rebrote de casos críticos que conduzcan al colapso de los hospitales.

Hay una segunda paradoja que puede servir de advertencia para quienes presionan para reactivar cuanto antes la economía. Activar cuanto antes la economía no significa necesariamente impulsar el crecimiento económico cuanto antes. Lo están advirtiendo virólogos como Dorsten. Una relajación temprana puede perjudicar la economía si precipita un rebrote y hay que volver a tomar medidas restrictivas que supongan otro parón. Una segunda oleada de covid-19 podría ser aún más peligrosa. Merkel también ha advertido de que estamos todavía al principio de esta crisis y que las prisas pueden ser contraproducentes. El éxito de la reactivación de la economía no solo depende del calendario que fijen los gobiernos, también de la responsabilidad con que la gente aplique las medidas de prevención. Si no, los mismos que ahora meten prisa para la reactivación pueden caer en la tentación de quejarse de que reactivarla fue demasiado apresurado. Esa será la paradoja de la precipitación.

Alemania lleva una semana relajando el confinamiento. Las tiendas del país han vuelto a abrir, las UCI del país están semivacías y la expansión del coronavirus parece bajo control. El éxito se le atribuye a una acción temprana del Gobierno de Angela Merkel, doctorada en Química cuántica, y a la eficacia de los científicos que la asesoran, que iniciaron a tiempo las medidas de distanciamiento social. Además, un diagnóstico temprano y los test a gran escala han ayudado a detener la pandemia. Sin embargo, ni siquiera en uno de los países que sirven de ejemplo al resto de los europeos la gestión está exenta de críticas.

Fernando Simón Angela Merkel