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Marta García Aller

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Cómo enfadarlos a todos a la vez

El Gobierno ha saboteado su propia agenda de un modo tan pertinaz que no está claro cómo puede hacerse tantas veces tan mal sin querer. Y adrede tampoco parece que sea

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, la portavoz parlamentaria Adriana Lastra y los ministros Fernando Grande-Marlaska y José Luis Ábalos, en el Congreso. (EFE)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, la portavoz parlamentaria Adriana Lastra y los ministros Fernando Grande-Marlaska y José Luis Ábalos, en el Congreso. (EFE)

No es fácil enfadar en menos de una semana a todos a la vez. A empresarios y sindicatos. Al PNV y a Cs. A los jueces y a la Guardia Civil. Si es que en los últimos días el Gobierno de Sánchez está inquietando a los más cautos. Hasta los estadísticos se han hartado. Desde el pacto de tapadillo con Bildu la semana pasada hasta la destitución del coronel Pérez de los Cobos, pasando por el enésimo cambio en el recuento de víctimas del covid-19, el Gobierno no ha parado de meterse él solito en charcos que enfangan uno de los momentos que más tiempo llevaba preparando desde que empezó la legislatura: la aprobación por fin del ingreso mínimo vital previsto para el viernes.

El Gobierno ha saboteado su propia agenda de un modo tan pertinaz que no está claro cómo puede hacerse tantas veces tan mal sin querer. Adrede tampoco parece que sea. Pero por sorprendente que resulte, las últimas crisis que se le agolpan al Gobierno han sido todas fruto de sus propias decisiones. Él solito ha perdido el foco en el que seguramente sea uno de los mayores avances en política social de los últimos tiempos y que podría ayudar a salir de la pobreza a casi un millón de familias.

Foto: El ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá. (EFE) Opinión
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Es inútil. Esta semana, apenas se va a hablar de políticas sociales. La atención está inevitablemente puesta en la repentina destitución del coronel Pérez de los Cobos y el enorme enfado en la Guardia Civil porque la decisión llega cuando el cuerpo investigaba el papel del Ministerio de Sanidad ante el riesgo del coronavirus ante las concentraciones entre el 5 y 14 de marzo.

Tan grande es la indignación en la Benemérita que al anunciar Marlaska la anhelada subida de sueldo que llevan años pidiendo, en vez de satisfacción, el Gobierno ha generado todavía más enfado. Y cabrear a alguien por subirle el sueldo tampoco es nada fácil.

placeholder El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. (EFE)
El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. (EFE)

A los que ven en el cese de Pérez de los Cobos una injerencia política que vulnera la separación de poderes, y piden por ello la dimisión del ministro del Interior, les sabe a insulto este aumento repentino del 20% en las nóminas de policías y guardias civiles justamente ahora.

Es una torpeza convertir la defensa del Gobierno en la acusación paralela de que el mayor disparate es el informe en sí

Como cortina de humo, estos 807 millones de euros en mejoras salariales no parecen estar funcionando mucho. Ha molestado incluso a los más acérrimos defensores del Gobierno, que veían justificada la destitución del coronel por "la pérdida de confianza". La torpeza de convertir la defensa del Gobierno en la acusación paralela de que el mayor disparate es el informe en sí es que quienes prefieren indignarse con los errores de los agentes tampoco entienden que el Ejecutivo los premie con una subida de sueldo mientras los desacredita.

Foto: El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, en el Congreso. (EFE) Opinión
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Así que esta semana el escándalo tiene a Marlaska y la Guardia Civil en el centro, y de paso el papel de Fernando Simón en el 8-M. Eclipsa incluso a la incapacidad del Ministerio de Sanidad de contar bien nuestros muertos. Un día, los tejemanejes del presidente Sánchez y el vicepresidente Iglesias ningunean a la patronal y los sindicatos, enfadan a los partidos que han apoyado las prórrogas del estado de alarma, a varias ministras y a buena parte del PSOE, lo mismo que otro día soliviantan a agentes, jueces y fiscales. Que nadie se quede sin su cuota de cabreo. Ni dentro ni fuera del Gobierno.

¿De verdad no pensaron en Moncloa que las consecuencias de firmar un acuerdo inútil con Bildu para derogar la reforma laboral sin sumar siquiera mayoría en la Cámara no compensaban sus cinco abstenciones? ¿Y pensó el Gobierno que podía cesar a Pérez de los Cobos sin que eso le creara más problemas de los que tapaba? Hay otra posibilidad. Que no pensaran.

No es fácil enfadar en menos de una semana a todos a la vez. A empresarios y sindicatos. Al PNV y a Cs. A los jueces y a la Guardia Civil. Si es que en los últimos días el Gobierno de Sánchez está inquietando a los más cautos. Hasta los estadísticos se han hartado. Desde el pacto de tapadillo con Bildu la semana pasada hasta la destitución del coronel Pérez de los Cobos, pasando por el enésimo cambio en el recuento de víctimas del covid-19, el Gobierno no ha parado de meterse él solito en charcos que enfangan uno de los momentos que más tiempo llevaba preparando desde que empezó la legislatura: la aprobación por fin del ingreso mínimo vital previsto para el viernes.

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