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Habrá que dar las clases en los bares
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Marta García Aller

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Habrá que dar las clases en los bares

Sigue sin haber protocolos claros para la reapertura de los colegios. El problema estaría resuelto si las clases pudieran darse en las terrazas de los bares

Foto: Un aula vacía en un colegio de Barcelona. (EFE)
Un aula vacía en un colegio de Barcelona. (EFE)
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Sigue sin haber protocolos claros para la reapertura de los colegios. El problema estaría resuelto si las clases pudieran darse en las terrazas de los bares. Ahí sí que se pueden juntar tranquilamente 20 personas alrededor de unas cuantas mesas, ¿no? Y los niños, al fin y al cabo, también son personas. Sin embargo, parece que la desescalada se hubiera olvidado de ellos.

La prisa que se han dado las administraciones públicas para garantizar la reapertura de comercios contrasta con la falta de acuerdo en materia educativa. La reorganización de los centros para garantizar el derecho a la enseñanza durante la pandemia sigue siendo una incógnita. Y teniendo en cuenta que ya estamos en junio, no solo vamos tarde para este curso, también para septiembre.

Foto: Niños en un colegio de Italia. (Reuters)

Los profesores a los que pregunté no sabían si echarse a reír o a llorar cuando oyeron a la ministra de Educación, Isabel Celaá, pedir a los centros que encontrasen el modo de que no haya más de 15 alumnos por clase para el próximo curso “echándole imaginación”. ¿Cómo que imaginación? Que no es un comentario de texto, ministra. Imaginación es lo que van a tener que echarle el Gobierno y las comunidades autónomas para encontrar los 7.000 millones de euros que harían falta para garantizar las nuevas medidas sanitarias en el aula. Para mantener dos metros entre pupitres, además de reacondicionar los espacios, hay que reforzar las plantillas de docentes ante el posible desdoble de grupos. Hasta 165.000 profesores calcula CCOO que harían falta si hay que compaginar las clases 'online' con las presenciales. Lo que hace falta para volver a las aulas de forma segura son más recursos y más liderazgo.

Para terminar de confundir al personal, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, dijo este jueves en el pleno regional que si Madrid pasa a la fase 2 el lunes, “los alumnos de Primaria ya van a poder volver con normalidad a clase”. Normalidad, dijo. Ja. Ahí sí que en vez de llorar se rieron tanto padres como profesores. Ayuso tiene la extraña capacidad de hacer reír a la gente cuando la indigna, aunque a los afectados no les esté haciendo ni puñetera gracia lo que oyen. Obviamente, no habrá ninguna normalidad en los colegios madrileños en la fase 2. Ni en la 3 tampoco. La Consejería de Educación se encargó de aclararlo más tarde, ante el desconcierto.

El Gobierno ha delegado en las comunidades autónomas las normas y estas, a su vez, en los propios centros, que a su vez les han traspasado la responsabilidad de elegir qué alumnos tienen que volver y cuáles no a los profesores. Los colegios que abran las puertas el lunes 8 en la capital lo harán para que puedan volver 'voluntariamente' solo los alumnos de Primaria en los que han detectado problemas de aprendizaje durante el periodo de educación a distancia. Y no todos, claro. Solo unos pocos, cuya cuantía decidirá cada centro. No es una vuelta al cole, es un paripé.

placeholder Un aula vacía en un colegio. (EFE)
Un aula vacía en un colegio. (EFE)

Los profesores se sienten indefensos ante la falta de apoyo y directrices claras, y los padres viven demasiado preocupados por cómo de seguras serán las condiciones de la vuelta como para exigirla ya, por más que a las familias cada vez les sea más complicado compaginar el trabajo con el cuidado y las clases 'online' de los niños. Algunos colegios solo van a proponer uno o dos alumnos por clase para reducir el riesgo de contagio. Pero no es esto lo único que inquieta a los profesores con los que he hablado. También dudan de si esta idea de señalar solo a unos pocos alumnos con problemas ayudará a los que más lo necesitan o los estigmatizará al verse allí solos en un colegio prácticamente vacío. En última instancia, son los padres los que tienen la última palabra para autorizar la vuelta. De hecho, se plantea la posibilidad de que los progenitores firmen un documento aclarando que su hijo no está contagiado y va al colegio bajo su responsabilidad. Pero no hay ningún plan para hacer test ni a los alumnos ni a los profesores.

Lo que queda cada vez más claro es que no va a haber una vuelta a clase real. Habilitar unas actividades voluntarias de refuerzo para unos pocos alumnos no es una vuelta al cole real. Es más bien una medida de maquillaje político para poder decir que se han abierto los centros educativos a 15 días de que acabe el curso. Y sin planes claros para la vuelta en septiembre. ¿Imaginación? A lo mejor lo que podíamos imaginarnos es un país que pusiera la educación entre sus verdaderas prioridades.

Sigue sin haber protocolos claros para la reapertura de los colegios. El problema estaría resuelto si las clases pudieran darse en las terrazas de los bares. Ahí sí que se pueden juntar tranquilamente 20 personas alrededor de unas cuantas mesas, ¿no? Y los niños, al fin y al cabo, también son personas. Sin embargo, parece que la desescalada se hubiera olvidado de ellos.

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