Es noticia
¿Es manifestarse en medio de una pandemia una mala idea?
  1. España
  2. Cronicavirus
Marta García Aller

Cronicavirus

Por

¿Es manifestarse en medio de una pandemia una mala idea?

Manifestarse en medio de una pandemia incrementa el riesgo de contagio y por eso es una irresponsabilidad. Eso no quita que el derecho a manifestarse deba seguir existiendo

Foto: Concentración en Madrid por la muerte de George Floyd. (EFE)
Concentración en Madrid por la muerte de George Floyd. (EFE)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

Supongamos que uno cree que manifestarse en medio de una pandemia es una mala idea porque incrementa el riesgo de contagio. Confío en que con todo lo que ya sabemos del covid-19 no haga falta esforzarse mucho para imaginarlo. Entonces, lo coherente sería mantener esa tesis tanto si se está de acuerdo con las ideas que allí se defienden como cuando se está en contra, aunque tal vez eso ya sea mucho suponer.

Desde un punto de vista epidemiológico, debería parecernos igualmente peligroso que en plena pandemia se agolpen en las calles cientos de personas que confrontan un Gobierno de izquierdas bandera en mano que cuando critican a uno de derechas con el puño en alto. Lo mismo habría que criticar la irresponsabilidad de las caceroladas de Núñez de Balboa de mayo que la importación en junio del Black Lives Matter a Lavapiés. En ninguna de estas manifestaciones se respetaron las distancias de seguridad y el coronavirus nunca se para a leer las pancartas antes del contagio. Saltarse la distancia social nos pone en peligro a todos. Hasta ahí, espero que estemos todos de acuerdo.

placeholder Manifestantes en la Puerta del Sol. (EFE)
Manifestantes en la Puerta del Sol. (EFE)

Supongamos, por el contrario, que no fuera este un debate sanitario sino jurídico. Y que lo que se discute es si el derecho a la libertad de expresión y manifestación debe protegerse también en un estado de alarma. Entonces, eso supondría defender, incluso en medio de una crisis sanitaria como esta, el derecho a protestar. También el de aquellos con los que uno no está de acuerdo. El derecho a la manifestación nunca ha estado suspendido en Europa. Solo ha podido limitarse para exigir a los participantes que salvaguarden una distancia de seguridad de metro y medio para que no vulneren el derecho a la salud. Porque por si a alguien se le estuviera olvidando, sigue circulando un virus altamente contagioso que está costando la vida de cientos de miles de personas.

El Tribunal Constitucional alemán dictaminó en abril, antes de que comenzara la desescalada, que el derecho a la manifestación debe mantenerse incluso en tiempos de pandemia. La defensa de la libertad de expresión protege el derecho de protestar de los ciudadanos también en situaciones tan delicadas como la actual, sin entrar a valorar lo justas o absurdas que sean las proclamas de cada uno. La democracia protege a quienes protestan en contra del racismo tanto como a los antivacunas, que en Alemania también han salido durante la pandemia a manifestarse a favor, supongo, de la libre circulación del virus. A los ciudadanos no se les puede exigir que sus ideas tengan sentido para autorizar su manifestación, sí que, si quieren protestar, han de respetar obligatoriamente las reglas de distancia física vigentes por el coronavirus.

Varios tribunales autonómicos tumbaron en España a finales de mayo el intento de prohibir las manifestaciones convocadas por Vox en una decena de ciudades, igual que antes habían fallado contra el intento de la Delegación de Gobierno de impedir una concentración del Partido Comunista de los Pueblos de España en la Puerta del Sol. Seguramente en esta última, a diferencia de la mani antirracismo del domingo y las caceroladas de Núñez de Balboa, sea de las pocas convocatorias en las que sí se ha respetado la distancia de seguridad impuesta por la pandemia. La ventaja del PCPE es que solo convocó a unas pocas decenas de personas, así que en Sol tenían espacio de sobra para todos.

El estado de alarma por el coronavirus no se considera razón suficiente para prohibir las protestas en un Estado de derecho, y seguramente sea algo de lo que debamos alegrarnos. No se ha suspendido el derecho de manifestación porque es un derecho fundamental, pero sí puede limitarse cuando no hay garantías de seguridad para imponer nuevas reglas que prevengan el contagio. Antes de que el movimiento Black Lives Matter llegara a Europa, tras 12 días creciendo en EEUU, a este lado del Atlántico hemos visto repetirse variopintas manifestaciones esporádicas durante el confinamiento con un empeño compartido en la cautela por parte de la policía, que ha preferido mirar para otro lado cuando los manifestantes se han saltado la distancia social obligada en sus protestas. Es muy discutible que los mismos agentes que han multado al que pasea en una calle solitaria fuera de su hora transijan luego con quienes se juntan a gritar su enfado, ya sea contra el Gobierno de Sánchez o contra el de Trump. Pero esa manga ancha en las protestas que se han sucedido en España se ha visto también en Alemania, Reino Unido, Francia e Italia.

Lo que estamos viendo en Estados Unidos, sin embargo, es muy diferente. Allí, el mismo Trump que defendió el derecho de manifestación de quienes hace un mes protestaban contra el bloqueo y se negaban, como él, a usar mascarillas en la calle, ahora amenaza con sacar el ejército a las calles para acallar a quienes protestan contra el racismo y la violencia policial. Los gobernadores demócratas llegaron a pedirle a la Casa Blanca hace poco más de un mes que exhortara a los manifestantes antibloqueo a quedarse en casa, al menos de palabra, pero el presidente optó entonces por avivar las protestas entre los conservadores. Sostenía que la gente estaba en su derecho de mostrar su ira. De aquellos manifestantes, Trump dijo que eran “buena gente”. Pero resultó que solo legitima la ira de quienes le dan la razón.

A los que ahora salen a protestar de Washington a Mineápolis por la muerte de George Floyd, la mayoría de forma pacífica, Trump los ha llamado “terrorismo doméstico”. También ha invocado una ley de 1807 para desplegar el ejército y exige “mano dura”. A los gobernadores les dijo literalmente: “tenéis que imponeros porque si no os van a pasar por encima y vais a parecer una banda de gilipollas”.

Manifestarse en medio de una pandemia incrementa el riesgo de contagio y por eso es una irresponsabilidad. Eso no quita que el derecho a manifestarse deba seguir existiendo. Si no, un gobernante autoritario podría ejercer su poder para reprimir arbitrariamente solo las manifestaciones que le molestan. Habrá que exigir a quienes quieren ejercer su legítimo derecho a la protesta que guarden las distancias y, de no ser capaces de evitar el riesgo de contagio, se expongan a las mismas multas que tenemos que afrontar el resto si nos saltamos las reglas del estado de alarma. Manifestarse en medio de una pandemia es una mala idea. Prohibirlo, puede ser una peor.

Supongamos que uno cree que manifestarse en medio de una pandemia es una mala idea porque incrementa el riesgo de contagio. Confío en que con todo lo que ya sabemos del covid-19 no haga falta esforzarse mucho para imaginarlo. Entonces, lo coherente sería mantener esa tesis tanto si se está de acuerdo con las ideas que allí se defienden como cuando se está en contra, aunque tal vez eso ya sea mucho suponer.

George Floyd Manifestación Vox Social