Sánchez y Ayuso, en el desgobierno de la cogobernanza

¿Qué será eso de la cogobernanza? Hablaba insistentemente de ella el presidente Sánchez al mismo tiempo que la presidenta Díaz Ayuso le contraprogramaba haciendo coincidir su comparecencia de la Asamblea madrileña con la de Moncloa. Al ciudadano que ayer quisiera escuchar lo que ambos líderes tenían que anunciar para hacer frente a la pandemia le quedó claro que en lo único que parecían haberse puesto de acuerdo tras las vacaciones la presidenta de la comunidad con peores cifras de contagios de covid-19 y el presidente del país con más contagiados de Europa era en tratar de quitarse protagonismo.

Al tiempo que cada comunidad autónoma va a su aire, el presidente Sánchez recuerda la importancia que da a la colaboración con todas ellas. Sonaría más creíble si, por ejemplo, para la vuelta al cole, el Gobierno hubiera reunido a los presidentes autonómicos antes de que todos ellos presentaran ya su propio plan de regreso a las aulas. Al final, la Conferencia de Presidentes, que en vez de en agosto será en septiembre, servirá para constatar que cada uno ha trazado buenamente el plan que le ha dado la gana. Hasta el vicepresidente Iglesias ha reprochado a la ministra Celaá en la mesa del Consejo de Ministros su falta de coordinación en materia educativa. Las lealtades en la cogobernanza dentro de la coalición de gobierno son otra historia.

El Gobierno empezó a explotar el término cogobernanza a principios de mayo, con el real decreto que establecía la cuarta prórroga del estado de alarma. Por entonces, eran varios los miembros del Consejo de Ministros que advertían a Sánchez de que acaparar todo el poder con el mando único acaparaba también todo el desgaste y le animaban a ir delegando. El temor de algunos ministros socialistas durante la desescalada era que si las autonomías recobraban el poder cuando remitiera la pandemia, serían los gobernantes regionales los que se apuntarían el tanto de la buena gestión de la nueva normalidad. Pero si cogobernanza fue un concepto ideado para compartir los éxitos de la recuperación, una vez que han empezado a descontrolarse los rebrotes, se ha convertido en el comodín con el que mutualizar los fracasos colaterales de tanta descoordinación.

Ni los gobiernos autonómicos ni el central se quieren responsabilizar de que tanto en materia sanitaria como educativa les haya vuelto a pillar el toro sin las inversiones ni los planes necesarios. De ahí que cuando Pablo Casado acusa a Sánchez de usar las comunidades autónomas “como burladero” y de “escabullirse de sus responsabilidades”, suena parecido a cuando Pedro Sánchez ofrece “respaldo y asesoramiento” pero ningún plan concreto con el que echar una mano. Todos quieren escurrir el bulto.

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Cuando Sánchez ofrece a las autonomías la posibilidad de declarar un estado de alarma a domicilio, con la mano tendida les está también señalando con el dedo. Es decir, a la autonomía que reconozca que no se la podía dejar sola lo que le ofrece es... dejarla sola. Que levante la mano la que se vea desbordada. La que con su gestión no logre evitar un nuevo estado de alarma tendrá para arreglarlo que gestionarlo solita.

Novedoso no es que los presidentes autonómicos puedan acogerse al estado de alarma para su territorio, lo dice la ley desde 1981. Lo novedoso es llamar a eso cogobernanza.

No está mal pensado si lo que se quiere buscar, en vez de evitar que el virus se expanda, es desgastar a los mismos presidentes autonómicos que, como Ayuso y Torra, durante el estado de alarma le pedían recuperar el control de sus territorios. Es verdad que ambos urgían al Gobierno central devolverles sus competencias en sanidad y educación, y ahora que las tienen, no les viene bien asumirlas cuando la pandemia acecha de nuevo. Todos tienen su parte de responsabilidad en la incapacidad para prevenir contagios, ninguno el coraje político para reconocerlo.

Habrá que descartar entonces que el término cogobernanza tenga algo que ver con la coordinación entre administraciones para frenar la pandemia, a no ser que ponerse de acuerdo para echarse la culpa mutuamente también cuente. En ese caso, estaríamos pasando una pandemia de lo más cogobernados.