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Marta García Aller

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¿Hay suficientes evidencias científicas para cerrar los bares?

Con los rebrotes de covid-19, el cierre de los bares protagoniza la controversia. Parece mentira que estemos en medio de un cambio de modelo productivo. Tal vez lo sea

Foto: Terraza de un bar en la plaza Mayor de Madrid. (EFE)
Terraza de un bar en la plaza Mayor de Madrid. (EFE)
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España es el país europeo con más bares por habitante: 277.539 establecimientos (uno por cada 175 personas), según el INE. Anda que no habremos presumido veces de que en hostelería no hay quien nos gane. En personal de enfermería, sin embargo, somos el sexto país con peor ratio de toda la OCDE. Tenemos en España 5,7 enfermeras por cada 1.000 habitantes (la media europea está entre ocho y nueve). También tenemos muchos menos médicos, 76,5 por cada 100.000 habitantes (la media europea es de 123,4). Poco de qué presumir aquí. Y menos en tiempos del coronavirus.

Cabría pensar entonces que el debate principal en plena pandemia de covid-19 estaría centrado en estos refuerzos sanitarios. Pues no. La polémica vuelve a estar en los bares. Pasó ya en el plan de la desescalada de la primavera, cuando estos centraron gran parte de la atención inicial del Gobierno de Sánchez. Tras el confinamiento, en junio, seguía sin haber un protocolo para la reapertura de los colegios, pero en seguida estuvo lista la reapertura de la hostelería. Y con los rebrotes, el cierre de bares vuelve a ser protagonista de la controversia. Parece mentira que estemos en medio de un cambio de modelo productivo. Tal vez lo sea.

Foto: Todos los bares de Bruselas cerrarán durante un mes, incluso los que tienen terraza (Reuters/Yves Herman)

Así que cuando el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, compareció este martes para exigir al Gobierno central que levante el estado de alarma de la capital, no pidió al Gobierno central más recursos sanitarios. No. Lo que solicitó fue ampliar el horario de cierre de los bares hasta la medianoche, ya que el estado de alarma mantiene vigente el cierre de las 22:00 que impuso el Gobierno regional. El alcalde madrileño también insistió en que las restricciones de Sanidad a la movilidad perjudican no solo a la hostelería también al resto de la economía regional. Horas más tarde, el Govern catalán apostaba por el camino contrario. Para frenar la expansión del virus, la Generalitat prefiere cerrar totalmente los bares y restaurantes durante 15 días, siguiendo el ejemplo de Holanda y Francia.

El efecto negativo en lo económico que pueda tener esta medida, y que gobiernos como el madrileño dan por hecho, es discutible. El FMI apuntaba hace unos días que los costes económicos a corto plazo de los confinamientos pueden ser compensados, incluso teniendo efectos netos positivos en la economía, si ayudan a controlar el virus. No son los cierres forzosos necesariamente, sino el miedo al contagio, lo que a menudo frena el consumo de los ciudadanos en la pandemia. Además, hay otras prioridades que pueden justificar los cierres, como anteponer la marcha de los colegios y otras actividades económicas. Por lo que si las restricciones a la hostelería estuvieran ayudando a controlar los rebrotes, podrían a la larga ser beneficiosos. La pregunta es: ¿tienen las restricciones a los bares algún efecto positivo en el control de la pandemia?

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A medida que avanza la segunda ola, el debate va dejando de ser si cerrar la hostelería es efectivo para frenar los contagios sino cómo de contundentes deben ser las restricciones (y las ayudas) al sector. Bares y restaurantes están en el punto de mira como uno de los mayores riesgos de contagios de coronavirus. En Nueva York, no se ha reabierto el interior de los locales hasta hace unos días. París ha cerrado bares. Escocia prohíbe la venta de alcohol durante tres semanas en el interior y en Inglaterra los pubs, bares y restaurantes cierran a las 22:00. Madrid cierra sus locales desde las 22:00 e impone restricciones de aforo tanto en el interior como en terrazas. Bruselas, con una tasa de contagios por detrás de Madrid y París, para frenar el aumento de contagios cerró bares y cafés durante un mes; la misma medida se ha impuesto en toda Holanda, además de prohibir la venta de alcohol por la noche.

Foto: Bar en París. (Reuters)

Hay cada vez más evidencia empírica de que los lugares cerrados y el ocio nocturno son particularmente vulnerables a la propagación del virus. También de que el alcohol actúa como desinhibidor, por lo que aumenta la probabilidad de que se baje la guardia en las medidas de precaución, como la distancia social. El Grupo Asesor Científico para Emergencias (SAGE), que depende del Gobierno británico, destaca los lugares que sirven alcohol como un riesgo significativo. También el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de EEUU recomienda reducir el tiempo en el interior de bares y restaurantes. Ambos organismos advierten de que el riesgo aumenta en lugares cerrados donde se habla, especialmente si se habla alto, porque también hay cada vez más evidencias de que el coronavirus puede propagarse en partículas diminutas suspendidas en lugares mal ventilados.

Otros estudios, como el de un brote que se inició en una zona de bares de Hong Kong, apuntan a que es en bares y restaurantes donde comienzan los eventos de ‘superpropagación’ que luego se extienden a los hogares. En Aberdeen, en el norte de Escocia, gracias al rastreo de contactos detectaron que otro brote se inició en la zona de locales nocturnos. Para dar con el origen de estos rebrotes, claro, es fundamental que el rastreo funcione. Si no, puede pasar inadvertido que varios desconocidos coincidieron en una misma barra del bar en la que se contagiaron y a lo más que se llegará es a determinar que ellos contagiaron luego a sus familias.

El consenso científico, tan difícil de encontrar en una enfermedad nueva y tan controvertida como el nuevo coronavirus, va sumando evidencias del riesgo que supone estar en interiores a través del contacto cercano y prolongado sin protección. También las cenas y fiestas en hogares son un riesgo, claro. De ahí la reducción de personas que pueden reunirse, ya sea en público o en privado, que cada vez se limita en más países europeos. El objetivo de limitar a seis personas (preferiblemente siempre las mismas seis) es evitar que se multipliquen de pronto los positivos. Restringiendo los encuentros en lugares de ocio, especialmente si como en España los locales no tienen que guardar un registro de los asistentes, simplifica además el rastreo.

Foto: Ana Barceló, en las dependencias de la Conselleria de Sanidad. (Miguel Lorenzo)

La utilidad del toque de queda de la hostelería entre las 22:00 y las 23:00, como se está haciendo en Madrid, plantea algunas dudas. ¿Por qué a las 22:00? También Inglaterra ha fijado esa hora, aunque los horarios de cenas y ocio nocturno no sean los mismos en ambos países. Aún no hay suficiente evidencia científica sobre la utilidad de esa hora en concreto (las medidas no han estado el suficiente tiempo implantadas para probarlo). Cuantas menos horas estén abiertos los bares, donde obviamente es más difícil mantener la distancia social que en los centros de trabajo, más se reducirán la posibilidad de contagio y las ocasiones de riesgo, pero la hora parece arbitraria. El cierre total del consumo, como plantea ahora Cataluña, es la vía más contundente. Está por ver si será también más eficaz, no solo en prevención de contagios, también en lo económico, si ayudan a controlar la pandemia y recobrar antes la normalidad.

Aún no está claro cuál es el sistema de control del ocio más eficaz. Aunque a la vista de las evidencias, no todo tiene sentido. No lo tiene que en Madrid, a las terrazas y los interiores de los bares se les apliquen las mismas restricciones de aforo y horarios sabiendo que en el exterior el riesgo de contagio disminuye considerablemente. Tampoco es fácil de entender que ciudades con menos tasa de contagio que Madrid impongan cierres más contundentes de la hostelería sin que haya un criterio común a todo el país. Pero ya hay algunas evidencias. A medida que Europa reacciona a la segunda ola, sabemos que lo que afecta la imagen de una ciudad, país o región no son las restricciones que impone, sino el control de la pandemia que hace. La economía española es mucho más que sus bares. Una cosa es que el sector necesite ayuda y otra que haya de ser el principal centro de atención de las medidas que se toman. ¿La prioridad no debería ser entonces controlar el virus y reforzar el sistema sanitario?

España es el país europeo con más bares por habitante: 277.539 establecimientos (uno por cada 175 personas), según el INE. Anda que no habremos presumido veces de que en hostelería no hay quien nos gane. En personal de enfermería, sin embargo, somos el sexto país con peor ratio de toda la OCDE. Tenemos en España 5,7 enfermeras por cada 1.000 habitantes (la media europea está entre ocho y nueve). También tenemos muchos menos médicos, 76,5 por cada 100.000 habitantes (la media europea es de 123,4). Poco de qué presumir aquí. Y menos en tiempos del coronavirus.

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