Es noticia
Los nenúfares, la productividad y los peligros ocultos de la inmunidad de grupo
  1. España
  2. Cronicavirus
Marta García Aller

Cronicavirus

Por

Los nenúfares, la productividad y los peligros ocultos de la inmunidad de grupo

Además de poner en peligro cientos de miles de vidas que podrían salvarse dentro de unos meses, dejar que la infección siga su curso equivale a jugar a la ruleta rusa con el covid-19

Foto: Varias personas, todas ellas con mascarilla, cruzan un paso de peatones en una calle de Valencia. (EFE)
Varias personas, todas ellas con mascarilla, cruzan un paso de peatones en una calle de Valencia. (EFE)

Recuerdo haber leído un acertijo matemático al principio de la pandemia que explicaba con nenúfares eso que, al hablar de lo contagioso que es el covid-19, todavía cuesta entender con números: la velocidad exponencial. Imaginemos que un nenúfar se reproduce una vez al día, de modo que el segundo día tenemos dos nenúfares. El día tres, habrá cuatro, y así sucesivamente. "Si los nenúfares tardan en cubrir completamente el estanque 48 días, ¿cuántos días tardarán en cubrir solo la mitad?". La respuesta es 47 días.

Quienes trabajamos con palabras para explicar lo que los matemáticos y epidemiólogos calculan con números deberíamos tener especial cuidado con los sinónimos que utilizamos. Crecer exponencialmente no es sinónimo de crecer rápido. Ni siquiera muy rápido. Exponencial es otro nivel. Y lo de no entender bien qué significa que algo crezca exponencialmente también entra en otro nivel si lo que de repente se llena no es un estanque sino las camas UCI en medio de una pandemia.

Esta “miopía exponencial”, por utilizar el término del economista Tim Harford, llevó a los gobiernos a reaccionar demasiado tarde en primavera. Siete meses más tarde, sabemos —deberíamos saber— que cuando la amenaza crece a esta velocidad, aunque durante semanas en el estanque todo parezca normal, bastan unos pocos días para perder el control por completo. Por eso, hace unos días, la OMS volvió a advertir de que en Europa el virus crece de nuevo “de forma exponencial”.

El peligro de fijar el umbral en que las UCI no se saturen es dar por hecho que el resto de muertes sí son asumibles

¿Sigue costando entender lo que significa este término? Es probable. Si no, la discusión estaría centrada en cuáles son las medidas más eficientes para frenar el virus antes de que sea demasiado tarde para la presión hospitalaria, no en si hacen o no falta para prevenir otro desastre. El director para Europa de la OMS, Hans Kluge, insiste en que aún estamos a tiempo de evitar confinamientos masivos, pero eso precisará de cierres contundentes, precisos y limitados en el tiempo, que rompan la cadena de contagio para evitar el umbral del desastre.

¿Pero cuál es realmente ese umbral? Sabemos que cuando la tasa de duplicación de contagios satura el número de camas UCI disponibles, la mortalidad se vuelve socialmente inasumible, porque las vidas que se podían haber salvado el día anterior dejan de poder recibir asistencia, como pasó en marzo y abril, cuando de pronto teníamos más de 1.000 muertos al día. El peligro de fijar el umbral en que las UCI no se saturen es dar por hecho que el resto de muertes sí son asumibles. ¿Lo son? Este mes, llevamos varias semanas con más de 500 fallecimientos a la semana y aún no se han encendido todas las alarmas. Estamos, queramos o no, conviviendo con el virus, cada vez más presente.

Los peligros ocultos

Cada vez que oigo que tendremos que acostumbrarnos a convivir con el virus, me acuerdo de los nenúfares. ¿De verdad convivir con el virus quiere decir que tendremos que acostumbrarnos a que haya medio millar de muertos a la semana siempre y cuando no se saturen las UCI? ¿O a lo que hay que acostumbrarse es a convivir con los bloqueos periódicos y unas estrictas medidas de prevención hasta controlar el virus? Convendría saber a cuál de estas opciones nos están los gobernantes pidiendo que nos preparemos, porque todo apunta a que el virus va a seguir muchos meses más entre nosotros y no parece que se pongan de acuerdo.

La tensión entre la libertad individual y la responsabilidad colectiva va a seguir debatiéndose durante muchos meses más. Hay gobiernos decretando toques de queda nocturnos, otros cerrando bares y los hay que lo quieren dejar todo abierto para delegarlo todo en la responsabilidad individual. Aún no sabemos cuál es el método más efectivo para contener los contagios, pero sí conviene tener claros los riesgos de no hacerlo.

Dado que el próximo año tendremos mejores tratamientos y tal vez una vacuna, tiene sentido trasladar el riesgo de contagio al futuro y ser más protectores ahora

A medida que aumenta la fatiga del encierro y la falta de contacto social, ha ido ganando adeptos la idea de aspirar a la inmunidad colectiva. Es la teoría que aboga por prescindir de las restricciones a la actividad económica y presume que permitiendo que los jóvenes se vayan inmunizando, protegiendo solo a los vulnerables, se podrían evitar los daños en la actividad económica. Puede sonar razonable hasta que se profundiza en los detalles y los riesgos altísimos que conlleva. No solo éticos y sociales, también económicos.

El economista Tyler Cowen escribía en Bloomberg hace unos días un argumento contra la inmunidad de rebaño muy convincente. Dado que a mediados del próximo año estaremos en mucho mejores condiciones para combatir el coronavirus (con mejores tratamientos y tal vez una vacuna), tiene sentido trasladar el riesgo de contagio al futuro y ser más protectores ahora. “Permitir que un gran número de personas muera hoy a causa de covid-19, en países ricos, es como mandar a los soldados a la colina y sufrir bajas dos días antes del final de la Primera Guerra Mundial”, escribe este economista liberal en su crítica contra el polémico manifiesto de Great Barrington, que aboga por la inmunidad colectiva.

Además de poner en peligro cientos de miles de vidas que podrían salvarse dentro de unos meses, dejar que la infección siga su curso, en vez de ponerle todas las cortapisas posibles, equivaldría a lanzar a toda una generación a la ruleta rusa del covid-19. Ahora sabemos que la infección también es peligrosa para menores de 50 años sin patologías. No solo sabemos que los jóvenes también mueren por covid-19. Además, empiezan a conocerse efectos secundarios graves en personas a las que la infección apenas afectó o meses atrás fueron asintomáticas. Se están encontrando desde efectos secundarios en patologías neurológicas, como dolores de cabeza y pérdidas cognitivas, a pacientes con fatigas crónicas que duran meses incluso en personas que no tuvieron síntomas o no fueron hospitalizadas.

Aspirar a la inmunidad de grupo multiplicaría los peligros de una enfermedad cuyos efectos secundarios seguimos sin conocer del todo

Por centrarnos solo en la fatiga crónica (que tiene síntomas similares a algunos efectos secundarios del covid), hay estudios que cuantifican su coste a medio plazo en una disminución del 37% en la productividad anual del hogar y una reducción de 20.000 dólares por persona entre los pacientes con este síntoma. El estudio, realizado en 2004 y citado por Therese Raphael, cuantifica en más de 9.000 millones de dólares las pérdidas para la economía estadounidense provocadas solo por este síndrome que, antes del coronavirus, afectaba a cerca de medio millón de personas en ese país.

En el caso del covid-19, aún no sabemos el porcentaje de supervivientes que desarrolla fatiga crónica, pero sí que hay otros muchos efectos secundarios aun en estudio, también en asintomáticos. En EEUU, van más de ocho millones de positivos. España podría superar el millón este mes, pero seguimos sin saber el alcance real de los contagios. Aspirar a la inmunidad de grupo, que no está claro siquiera cuánto duraría, obviamente multiplicaría todos estos peligros de una enfermedad cuyos efectos secundarios seguimos sin conocer del todo. Y eso es peligroso, incluso en el mejor de los casos en que realmente la sociedad fuera capaz de proteger de forma efectiva a los vulnerables, una segregación no exenta de problemas que ni siquiera está claro cómo podríamos hacer.

La tasa de contagio exponencial es tozuda y hace que el virus, tarde o temprano, se descontrole si no se le ponen suficientes cortafuegos. Si aumenta la mortalidad por encima de ese umbral caprichoso y difuso que no nos atrevemos a definir cuantitativamente, el coste en vidas volverá a resultar intolerable para la sociedad. La decisión de cuántas muertes por covid-19 son inasumibles y cómo de inasumibles son las pérdidas económicas asociadas a los bloqueos para frenar el contagio es una decisión política. Pero hace falta mucha más honestidad con la población para reconocer los riesgos reales a los que nos enfrentamos. Es probable que la vacuna no llegue en el corto plazo y, aunque podamos acostumbrarnos a vivir con el virus, será más fácil acatar las restricciones sociales si entendemos mejor cómo de cerca estamos de llegar a que se cubra el estanque de los riesgos inasumibles. No hablamos de nenúfares, sino de personas.

Recuerdo haber leído un acertijo matemático al principio de la pandemia que explicaba con nenúfares eso que, al hablar de lo contagioso que es el covid-19, todavía cuesta entender con números: la velocidad exponencial. Imaginemos que un nenúfar se reproduce una vez al día, de modo que el segundo día tenemos dos nenúfares. El día tres, habrá cuatro, y así sucesivamente. "Si los nenúfares tardan en cubrir completamente el estanque 48 días, ¿cuántos días tardarán en cubrir solo la mitad?". La respuesta es 47 días.

Productividad OMS
El redactor recomienda