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No nos mareen con el toque de queda
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Marta García Aller

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No nos mareen con el toque de queda

En vez de ir hoy a debatir cómo frenar la pandemia, perderán el día sus señorías en una moción de censura infértil en la que lanzarse alguna pelusilla de su ombligo argumental

Foto: Una joven camina por las calles de Barcelona durante estos últimos días. (EFE)
Una joven camina por las calles de Barcelona durante estos últimos días. (EFE)
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La pandemia puede que vaya para largo, la paciencia no. No está el patio para globos sonda con los que tantear ahora un toque de queda. Ni estamos ya para perder el tiempo calculando la pertinencia de cada medida en función de las martingalas políticas y los ardides jurídicos que harían falta para aprobarla. Lo que urge es saber si hace o no falta, lo debatan y luego nos expliquen por qué. Y en vez de eso, en vez de ir hoy al Congreso de los Diputados a debatir cómo frenar la pandemia, perderán el día sus señorías en una moción de censura infértil en la que lanzarse unos a otros alguna pelusilla de su ombligo argumental.

Así estamos. España acaba de sumar en 24 horas otros 218 fallecidos más por covid-19 (solo este mes, rondarán los 4.000 muertos). Somos el país con más contagios de la Unión Europea, a punto de llegar al millón de positivos. Y Madrid, cuyo Gobierno regional presumía hasta anteayer de lo bien que iba la cosa, se descuelga de buena mañana con la propuesta de un toque de queda nocturno, tras pasarse 10 días protestando porque el estado de alarma cercenaba la libertad de los ciudadanos.

Foto: El ministro de Sanidad, Salvador Illa, en la rueda de prensa del Consejo de Ministros. (EFE)

El cambio de estrategia repentino del Gobierno de Madrid, hasta ahora reacio a implantar restricciones a la movilidad, podría deberse al temor a un empeoramiento repentino de los datos de la capital cuando decaiga el estado de alarma. La capital llevaba días mejorando en los datos de contagio (aunque no en los ingresos en UCI). ¿Tanto ha empeorado la cosa? Puede ser un derrape más de la descoordinación interna del que el Gobierno de Ayuso quiera en seguida retractarse. En cualquier caso, también Valencia quiere sumarse a ello después de que el ministro Illa lo ofreciera a todas las autonomías. Ninguna de las regiones que encabezan ahora la peor cifra de contagios, que son Navarra, Castilla y León y Aragón, han manifestado interés todavía en esta herramienta legal que nadie ha concretado, pero que se entiende como la obligación de quedarse en casa durante unas horas al día y no salir sin causa justificada, como ya se ha hecho en París y acaba de aprobar Lombardía. La falta de criterios comunes a todo el país hace desconcertante que la Generalitat de Ximo Puig vea necesario pedir el toque de queda para la segunda autonomía con menos incidencia acumulada, teniendo apenas un 12,17% de las camas UCI ocupadas por pacientes covid (Madrid tiene el 39,27%, Aragón el 37,9%, La Rioja el 33,33% y Navarra el 29,23%).

Foto: Toque de queda en París, Francia. (EFE)

Sabemos que no está claro si para aplicar el toque de queda basta la legislación sanitaria o si el Gobierno central precisa el estado de alarma para ponerlo en marcha. Pero ese no es el problema. No debería serlo. Lo más grave es que después de un día entero lanzándose el globo sonda de tejado en tejado, de la Puerta del Sol a Moncloa, del Congreso de los Diputados a los platós, nadie ha explicado a los ciudadanos en qué consiste el toque de queda ese del que de pronto se habla en España. Hasta que París lo decretó hace unos días, ningún partido ni Gobierno habían comentado públicamente su utilidad ni se han molestado aún en detallar por qué sería bueno para frenar la pandemia. No podemos descartar que no nos expliquen para qué sirve porque aún no lo tengan claro ni ellos. Pero la gravedad de la situación exigiría que ante una medida tan excepcional, para lograr la mayor colaboración ciudadana, más que una mímesis normativa con los países del entorno se hiciera antes una labor pedagógica de los porqués.

Foto: El ministro de Sanidad, Salvador Illa. (EFE)

“Estamos estudiándolo”, dijo el consejero de Sanidad madrileño. Su compañero de Justicia, unas horas más tarde, matizó que no, que la Comunidad de Madrid no se plantea restringir la movilidad, si acaso solo los horarios comerciales (¿a partir de la medianoche?). La presidenta Isabel Díaz Ayuso aún no se ha retratado públicamente, aunque la idea del toque de queda parece haber sido suya. Eso dice uno de los presentes en esa reunión del lunes, Luis González Díez, presidente del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid, que reconoció en una entrevista con David del Cura en 'La Brújula de Madrid', que fue la propia presidenta de la comunidad la que propuso el toque de queda en la reunión con los colegios profesionales sanitarios. Todos los presentes (entre los que no estaba el consejero de Justicia) la apoyaron. Fue al día siguiente cuando empezaron las dudas.

Más allá de cálculos políticos y embrollos jurídicos, si se plantea un toque de queda nocturno es porque los gobiernos temen perder el control de los contagios. Obviamente, daña menos la economía un confinamiento nocturno que uno total, pero es síntoma de que las medidas tomadas hasta ahora son insuficientes para frenar este otoño la velocidad de los contagios. En los países europeos en los que se está utilizando el toque de queda, se ha planteado como la bala de plata antes de que vuelvan a colapsarse las UCI. Restringir los movimientos nocturnos simplifica el control de la movilidad y, sobre todo, de las reuniones privadas en domicilios que puedan propagar el virus. Limitar la actividad económica a partir de una hora determinada (y no la movilidad, para evitar la suspensión de un derecho fundamental que seguramente precisaría el estado de alarma) de poco serviría para restringir fiestas y reuniones privadas.

Foto: El consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Enrique Ruiz Escudero. (EFE)

Pero ni hay acuerdo dentro del Gobierno madrileño de en qué consiste el toque de queda que plantea, ni en el Partido Popular aclaran si lo apoyarían, ni tampoco el Gobierno de Sánchez ha sido claro sobre su utilidad. Seguimos sin saber por qué es ahora oportuno ni en qué situaciones epidemiológicas es más conveniente. ¿Debería hacerse en los lugares con peor incidencia o en todo el país? ¿Lo deja el Ministerio de Sanidad a discreción de las autonomías porque carece de criterio propio? ¿Se están guiando por criterios epidemiológicos o de oportunidad política y viabilidad jurídica? Si es recomendable que la Comunidad Valenciana, que es una de las que mejor situación epidemiológica tienen, implante un toque de queda ante el rápido aumento de contagios de la última semana, o sobrerreacciona Ximo Puig o se quedan temerariamente cortos los demás. Entre tanto, la pandemia sigue. ¿Y la paciencia?

La pandemia puede que vaya para largo, la paciencia no. No está el patio para globos sonda con los que tantear ahora un toque de queda. Ni estamos ya para perder el tiempo calculando la pertinencia de cada medida en función de las martingalas políticas y los ardides jurídicos que harían falta para aprobarla. Lo que urge es saber si hace o no falta, lo debatan y luego nos expliquen por qué. Y en vez de eso, en vez de ir hoy al Congreso de los Diputados a debatir cómo frenar la pandemia, perderán el día sus señorías en una moción de censura infértil en la que lanzarse unos a otros alguna pelusilla de su ombligo argumental.

Isabel Díaz Ayuso Ministerio de Sanidad