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El misterio de los contagios en los bares: ¿víctimas o culpables?
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Marta García Aller

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El misterio de los contagios en los bares: ¿víctimas o culpables?

Para afirmar la utilidad del cierre del interior de la hostelería, Simón debe de manejar información relevante que el Ministerio de Sanidad nos oculta

Foto: Algunos países, como Austria, han cerrado sus bares por el coronavirus. (Reuters)
Algunos países, como Austria, han cerrado sus bares por el coronavirus. (Reuters)

En España están muriendo más de 400 personas al día por coronavirus, pero seguimos discutiendo por la hostelería. Ir a los bares debe de ser una de esas pocas cosas por las que los españoles todavía estamos dispuestos a jugarnos la vida. Por la patria lo dudo, cómo vamos a querer dar la vida por ella con lo de moda que está regatearle el IRPF. Eso sí, por defender un cafelito en la barra, se desafía hasta la pandemia.

Esta semana, hemos descubierto que la medida que está teniendo un mayor impacto en España para reducir la curva de contagios de coronavirus, según el Gobierno, es el cierre del interior de los bares. Lo reconoció Fernando Simón, director del CCAES, aunque no aclaró de dónde se saca el Gobierno semejante certeza ni por qué se ha callado durante tanto tiempo algo que en otros países hace tiempo que dan por hecho. Si tan relevante es, ¿no sería útil incluir esta medida como prioritaria en el semáforo de alertas cuyo pantone de rojos hace semanas que se nos quedó corto? Será que para que el Gobierno las recomiende, además de relevantes, precisa que no sean impopulares. De cerrar bares, mejor que se encarguen los gobiernos autonómicos.

El protocolo de la hostelería en el país europeo con más bares por habitante estuvo listo mucho antes que el de los colegios

No sabemos cuánto hace que Simón ha descubierto lo útil que es cerrar el interior de la hostelería. Si lo hubiera sabido tras el confinamiento de la primavera, es de suponer que en mayo no habrían abierto en España los bares antes que las escuelas. Pero el protocolo de la hostelería en el país europeo con más bares por habitante estuvo listo mucho antes que el de los colegios. Y entonces la desescalada dependía exclusivamente de Sanidad. Es improbable también que Simón supiera del riesgo de la hostelería en verano, o habría insistido mucho antes en la importancia de la ventilación de los espacios interiores por el alto riesgo de contagio por aerosoles, algo que todavía en octubre Simón negaba que tuviera “evidencia sólida”. Ya entonces, muchos científicos, como el español José Luis Jiménez, de la Universidad de Colorado (EEUU), referencia mundial en el estudio de la transmisión por aerosoles, corregían a Simón porque la evidencia de los aerosoles ya era "apabullante".

En los datos que facilita el Ministerio de Sanidad, hace cinco semanas que dejó de desglosar el origen de los brotes. Así que para afirmar la utilidad del cierre del interior de la hostelería, Simón debe de manejar información relevante que el Ministerio de Sanidad nos oculta. Hasta el 4 de diciembre (última actualización disponible), según los datos del propio Ministerio de Sanidad, apenas el 2,3% de los contagios se producía en España en hostelería. Las reuniones sociales y familiares representaban teóricamente el 15,3%. Los hosteleros estaban encantados con estos datos oficiales, porque eran las cifras del propio Gobierno las que armaban la defensa del sector. Sin embargo, dada la insuficiencia del rastreo de contagios en España, está claro que ni el propio Gobierno daba credibilidad a sus propias cifras.

Hace meses que la evidencia científica apunta a que las reuniones sociales en interiores son muy peligrosas en tiempos del covid-19, especialmente en entornos en los que se habla alto y el alcohol actúa como desinhibidor. En los bares, igual que en los hogares, aumenta la probabilidad de que se baje la guardia en la distancia social. Pero cuando el rastreo no funciona, es más fácil concluir que una persona contagió a su familia, que averiguar dónde contrajo ese individuo originalmente el virus y con quién más coincidió allí. Eso requeriría, claro, una verdadera capacidad de rastreo (en España, la 'app' Radar Covid solo ha informado del 3,42% de los casos de los últimos tres meses). También urgiría mejorar los mecanismos de ventilación de los establecimientos.

Empeñarse en afirmar que todas las autonomías lo están haciendo bien resulta sospechoso cuando hay estrategias diametralmente opuestas

Más desconcertante aún que el Gobierno sepa que lo más eficaz para combatir el coronavirus sea cerrar el interior de los bares, es que no ponga remedio y considere que las medidas que ya hay decretadas son “suficientes” para combatir el terrible aumento de casos actual. Todas las autonomías están en alerta máxima de contagios, pero solo algunas, como la Comunidad Valenciana, Murcia y Castilla y León, han cerrado hostelería. Mientras el ministerio lleva días regateando medidas más contundentes como adelantar el toque de queda, está por ver si la reunión del Consejo Interterritorial servirá para ponerse de acuerdo o para certificar las discrepancias.

Tiene sentido que haya debate, porque los datos siguen incompletos. Hay autonomías que cerraron hace semanas la hostelería y están peor que otras que la dejaron abierta. Tal vez Sanidad sepa por qué, pero este parece uno de esos datos relevantes que no publica. Puede que de no haber cerrado antes la hostelería, las regiones que ya lo hicieron habrían colapsado sus hospitales. O puede que con cerrar los bares no baste y todo dependa de cómo se combinan las restricciones. Pero como Sanidad no nos lo explica, su opacidad con los datos es la coartada perfecta para que cada región siga haciendo lo que mejor le parezca.

En pleno descontrol de la tercera ola, es insostenible que el Gobierno no quiera hacerse responsable de una estrategia común, si como ha reconocido tiene indicios de qué medidas son más útiles de todas las probadas por las comunidades. Empeñarse en afirmar que todas las autonomías lo están haciendo bien resulta sospechoso cuando hay estrategias diametralmente opuestas. Una cosa es delegar las competencias y otra ignorar la responsabilidad. No puede echarse la culpa a los bares y esconder la mano.

Algunos hosteleros han empezado a dudar de que continuar meses con aforos reducidos compense más que un confinamiento corto y contundente

Isabel Díaz Ayuso ha vuelto a salir en defensa del Gobierno de Sánchez, ayudando a tapar todas estas contradicciones de la estrategia de Sanidad con una nueva confrontación. Dice la presidenta de la Comunidad de Madrid que “para arruinar la hostelería, no cuenten” con ella. Parece alinearse así más con la inacción del ministerio que con sus compañeros de partido, los presidentes de Andalucía, Murcia y Castilla y León, que ya han cerrado los bares para prevenir contagios. Justo ahora que varios gobiernos autonómicos de diferentes colores políticos se habían puesto de acuerdo para pedir al Gobierno más contundencia frente al descontrol de la tercera ola, emerge Ayuso dispuesta a no desaprovechar una nueva ocasión de usar el cierre de la hostelería como un arma arrojadiza.

Cada vez hay más evidencia de que los costes económicos a corto plazo de los confinamientos pueden ser compensados, incluso teniendo efectos netos positivos en la economía, si ayudan a controlar el virus. Así que algunos hosteleros han empezado a dudar de que continuar muchos meses con los aforos reducidos por culpa de una curva de contagios que nunca se termina de doblegar (la segunda ola nunca lo hizo) les compense más que un confinamiento corto y contundente que les permita saber a qué atenerse. Puede ser más rentable cerrar ahora y reabrir en varias semanas con más seguridad. Otros hosteleros se oponen a los cierres y denuncian que se eche la culpa al sector del aumento de los contagios sin aportar datos claros que lo justifiquen (y que ahora el Gobierno reconoce tener). Pero si hay algo en lo que los hosteleros están sin duda de acuerdo en todas las comunidades, es que en España faltan ayudas directas para el sector.

Los gobiernos a los que tanto les preocupe no perjudicar a los hosteleros, bien podrían incrementar la cantidad de ayudas directas que ofrecen al sector. La mayoría de subvenciones concedidas hasta ahora en España son préstamos, no ayudas a fondo perdido, que es lo que reclaman tras meses de desesperación y cierres forzosos. Además, igual que las restricciones, también la financiación es muy desigual según el territorio, y no siempre se corresponde una cosa con la otra. En Madrid, para el sector turístico y el ocio nocturno, se han destinado 108 millones en forma de créditos blandos y avales. La Comunidad Valenciana, por su parte, acaba de lanzar un plan más ambicioso con 340 millones de ayudas directas al turismo, la cultura y el ocio para compensar las nuevas restricciones; otras como Andalucía han puesto en marcha una nueva línea de 19,7 millones.

No son las restricciones las que hunden su negocio, sino el virus. El miedo no desaparece por decreto

Las administraciones que quieren competir por quién se preocupa más por la hostelería, bien podrían hacerlo mejorando las ayudas para evitar que el sector se hunda. No son las restricciones las que hunden su negocio, sino el virus. El miedo al contagio no desaparece por decreto. Sin embargo, España carece de un plan de ayuda específica para el sector que representa el 6% de modelo de negocio. En Francia y Reino Unido, destinan 10.000 euros para las pymes del sector afectadas; Italia ha habilitado un fondo de 5.400 millones para empresas; Países Bajos prevé destinar 40 millones de euros a fondo perdido para compensar cierres de bares y restaurantes, y Dinamarca lleva destinados más de 100 millones de euros.

Si con toda España en alerta máxima de contagio, el Ministerio de Sanidad tiene claro que el cierre del interior de los bares es la medida más útil, no se entiende que no se exija su aplicación. Para eso, claro, debería explicar mejor el origen de los datos e impulsar un plan de ayudas específico. Los bares son un sector estratégico, tanto para la economía del país como para la lucha contra el covid-19. Y si los contagios siguen aumentando, sí que lo vamos a pagar muy caro.

En España están muriendo más de 400 personas al día por coronavirus, pero seguimos discutiendo por la hostelería. Ir a los bares debe de ser una de esas pocas cosas por las que los españoles todavía estamos dispuestos a jugarnos la vida. Por la patria lo dudo, cómo vamos a querer dar la vida por ella con lo de moda que está regatearle el IRPF. Eso sí, por defender un cafelito en la barra, se desafía hasta la pandemia.

Fernando Simón Ministerio de Sanidad Isabel Díaz Ayuso