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La gran ventaja de ser Carolina Darias
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Marta García Aller

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La gran ventaja de ser Carolina Darias

La ministra Darias tiene una enorme ventaja respecto a su predecesor. Ella no es Salvador Illa. Y no ser Illa podría estar lleno de ventajas a estas alturas de la pandemia

Foto: La hasta ahora ministra de Política Territorial y Función Pública, Carolina Darias. (EFE)
La hasta ahora ministra de Política Territorial y Función Pública, Carolina Darias. (EFE)
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La pandemia está entrando en una nueva fase al tiempo que Carolina Darias entra en el Ministerio de Sanidad. La nueva ministra al frente de la gestión de la pandemia del coronavirus llega en un momento tan crítico que al mapa de riesgos de su predecesor ha habido que inventarle un tono de rojo lo suficientemente oscuro para recalibrarlo. Las vacunas no llegan (ni se ponen) al ritmo previsto; están surgiendo nuevas mutaciones del virus que agravan la incidencia de covid-19; los hospitales se acercan al colapso por el aumento de contagios; los sanitarios están agotados, y siguen faltando medios para fortalecer los equipos de vacunación, la vigilancia y el rastreo.

Darias es la cuarta ministra de Sanidad que nombra Sánchez en dos años y pico. Y la primera elegida para desempeñar el cargo sabiendo que se enfrenta a una pandemia que ha causado más de 80.000 muertos en un año. Esta canaria licenciada en Derecho era hasta hace unas horas la persona idónea para ejercer de ministra de Política Territorial. Pero eso era antes. Ahora, es la nueva persona ideal para dirigir el Ministerio de Sanidad. Carece de experiencia en Salud Pública, no es médica, científica ni epidemióloga. Tampoco lo era Salvador Illa, el filósofo que hasta hace unas horas era la persona idónea para ejercer de ministro de Sanidad y ahora lo es para aspirar a presidir la Generalitat (cargo en el que a su vez sustituye a quien ha pasado a ser el más idóneo para sustituir a Darias, que ya es casualidad).

La ministra Darias tiene, sin embargo, una enorme ventaja respecto a su predecesor. Ella no es Salvador Illa. Y no ser Illa podría estar lleno de ventajas a estas alturas de la pandemia. Darias llega en un momento crítico de la tercera ola en el que cada vez más médicos, sanitarios y científicos reclaman urgentemente que el Gobierno cambie de estrategia. También la Comisión Europea pide ya a las zonas rojo oscuro (casi toda España ya) que refuercen los confinamientos y restrinjan los viajes no esenciales fuera de ese territorio. El exministro no veía todo esto necesario. Pero como Darias no es Illa, bien podría aprovechar el cambio para dejar de pretender que la tercera ola está controlada, que las vacunas van según lo previsto y que el estado de alarma de la cogobernanza funciona bien tal y como está. La nueva ministra está a tiempo de aprovechar el cambio para hacer las cosas de otra manera. Una que funcione.

Darias está a tiempo de aprovechar el cambio para hacer las cosas de otra manera. Una que funcione

Cuando el Gobierno diseñó el modelo de gobernanza actual, en el que la ministra Darias ha estado muy presente como ministra de Política Territorial, pensó que a las autonomías les tocaría gestionar algunos rebrotes. El plan parecía audaz. Que las comunidades, que tanto protestaban pidiendo competencias, se encargaran de las restricciones y el Ministerio de Sanidad de las vacunas. No calculó el Gobierno que habría una segunda ola que en buena parte de España sería más mortífera que la primera, ni mucho menos que después empezaría una tercera que puede superar en el horror a todas las demás. Muchos científicos avisaron de que esto podría pasar, porque ya ha pasado en anteriores pandemias. Los asesores del anterior ministro no debieron avisarle o este no les escuchó. En cualquier caso, no ser Illa permite al nuevo Ministerio de Sanidad cambiar de rumbo aprovechando el cambio de cartera. Podría, ya de paso, cambiar de asesores.

No ser Illa equivale a no tener que desdecirse por haber subestimado la tercera ola de contagios cuando los países vecinos hace semanas que ya estaban tomando medidas más restrictivas que el nuestro por temor a la variante británica. No ser Illa permite también que al frente de Sanidad no esté quien ignoró hace tres meses la carta de una veintena de prestigiosos científicos españoles quejándose del caos con los datos de covid en España, ni haber sido quien daba largas a los epidemiólogos independientes que en verano pedían una auditoría nacional para examinar cómo se había gestionado la crisis sanitaria en primavera, con el fin de aprender de los errores cometidos. Al exministro de Sanidad le pareció entonces que no era momento de andar analizando nada, que ya habría tiempo cuando acabase la pandemia. Han pasado seis meses y el coronavirus sigue matando 300 personas al día. Tras más de dos millones y medio de contagios de covid-19, los fallos siguen sin auditarse.

Foto: Carolina Darias, durante una rueda de prensa tras la reunión del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud. (EFE)

La nueva ministra Darias podría aprovechar la enorme ventaja de aprender de todos esos errores sin pasar el trago de haberlos cometido ella. Los conoce bien, porque estaba en el Consejo de Ministros cuando todo esto se gestionaba. Pero Darias no es quien en enero del año pasado afirmó que había suficientes suministros sanitarios, ni quien insistió antes del primer confinamiento (igual que antes del tercero) en que si los ciudadanos seguían las medidas vigentes del Ministerio de Sanidad, se podía contener el virus. Tampoco Carolina Darias dirigía el ministerio que anunció la compra de miles de test defectuosos, ni ocultó el nombre de las empresas del material fallido, igual que luego ocultó el comité de expertos que lo asesoraba en la desescalada. Tampoco fue ella quien evaluó el riesgo de permitir que en Navidad las comunidades dejasen a las familias reunirse. Darias no es a quien las asociaciones de enfermeros, médicos y farmacéuticos acusan de haber dejado de lado y a quien los gobiernos autonómicos acusan de no estarles escuchando.

Pero, claro, no es nada seguro que Carolina Darias vaya a aprovechar la gran ventaja de no ser Salvador Illa. Al fin y al cabo, por algo el presidente Sánchez no ha nombrado ministra a una persona experta en Salud Pública, con criterio propio e ideas nuevas para gestionar esta pandemia. Sánchez ha vuelto a poner al frente del Ministerio de Sanidad un perfil de confianza que no destaca por su carisma ni autonomía, sino por su lealtad a Moncloa. Para sacar partido de todas las ventajas de no ser el ministro Illa, habría sido fundamental que no le dieran el cargo por parecerse tanto a él.

La pandemia está entrando en una nueva fase al tiempo que Carolina Darias entra en el Ministerio de Sanidad. La nueva ministra al frente de la gestión de la pandemia del coronavirus llega en un momento tan crítico que al mapa de riesgos de su predecesor ha habido que inventarle un tono de rojo lo suficientemente oscuro para recalibrarlo. Las vacunas no llegan (ni se ponen) al ritmo previsto; están surgiendo nuevas mutaciones del virus que agravan la incidencia de covid-19; los hospitales se acercan al colapso por el aumento de contagios; los sanitarios están agotados, y siguen faltando medios para fortalecer los equipos de vacunación, la vigilancia y el rastreo.

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