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Marta García Aller

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Cómo la pandemia dejó de ser portada

Qué oportunas han sido las elecciones en Cataluña y los escándalos de la caja B del PP para ayudar al Gobierno en su empeño por que el coronavirus deje de ser portada

Foto: Foto: EFE.
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Hace unos días que la pandemia ya no es portada. No lo son los más de 3.000 muertos por covid que sigue habiendo cada la semana en España, ni el retraso de las vacunas, ni el sindiós de restricciones que cada comunidad sigue decretando a tientas por su cuenta mientras los jueces las rectifican. A todo esto nos hemos ido poco a poco acostumbrando. Y de todo ello nos hemos ido cansando. Ni la fatiga pandémica es noticia ya.

De vez en cuando, me escribe algún amigo para que le saque de dudas. Igual que a los médicos conocidos les pedimos criterio por WhatsApp, ahora a los periodistas los allegados nos consultan si se puede hacer esto o aquello: ¿han ampliado al final el toque de queda? ¿Puedo irme este fin de semana al pueblo? ¿Tú crees que en verano nos habremos vacunado? El coronavirus ha ido dejando en segundo plano lo sanitario para convertirse en una macabra duda logística con la que ir tirando.

El mapa de contagios, como el del tiempo, ha pasado a ser una sección más de los telediarios. Ya no son portada, porque cuando te acostumbras al runrún de tanta muerte, en vez de como noticia las cifras de fallecidos llegan como si llevaran anestesia. Si aún fuera portada el coronavirus, a lo mejor estaríamos comentando que España ha vuelto a convertirse en uno de los países con la tasa media de contagios más alta de la UE, cuando hace no tanto estábamos mejor que los países vecinos. Cabría incluso analizar, si acaso esto interesara, si ha sido realmente un acierto evitar un nuevo confinamiento a toda costa, incluso en las comunidades que pidieron hacerlo, pese al enorme coste en vidas por no frenar más rápidamente la última curva de contagios. Hemos tardado dos meses en volver a bajar la incidencia media por debajo de 400. Y ocho semanas después de Navidad, Sanidad sigue notificando 530 fallecidos por covid en solo un día. Así entramos en Cuaresma.

Si el coronavirus todavía fuera portada, también nos preguntaríamos cómo es que Madrid es la comunidad autónoma con la incidencia más alta de España, la única por encima de los 500 casos por cada 100.000 (la tasa a partir de la cual la UE recomienda aislar un territorio). Es, además, donde más nuevos positivos se registran, lo que no evita el retraso de su toque de queda. O podríamos hablar también de los territorios que más rápido están bajando la incidencia acumulada, que son Castilla y León y la Comunidad Valenciana, por si conviniera, qué sé yo, aprender de las medidas más efectivas. Alguna de ellas, como el toque de queda a las 20:00, ha sido suspendida por el Tribunal Supremo tras recurrirlo el Gobierno. Lo bueno de la cogobernanza es que lo mismo puede criticarse a una autonomía por adelantar el toque de queda como a otra por retrasarlo. Con este estado de alarma 'light', un juez puede reabrir la hostelería en Bilbao y otro dejarla cerrada en Castellón.

Cuando todavía la tercera ola nos parecía un escándalo que se podía haber evitado, antes de que nos acostumbráramos también a ella, el presidente del Gobierno ya había dejado de hablar de la pandemia. No sabría decir cuál es la causa y cuál la consecuencia. Así que no sé si la ministra de Sanidad no sale en la rueda de prensa del Consejo de Ministros porque la gestión del coronavirus ha perdido relevancia informativa o si la pandemia ha perdido visibilidad porque el Gobierno se la quita. Lo que está claro es que Moncloa hace tiempo que decidió pasar página dejando a las comunidades la tarea de gestionar el covid y, ante la duda, trasladando a los ciudadanos la responsabilidad individual cuando la curva se desboca.

De la pospandemia a la poscorrupción

Puede que la pandemia siga aquí, pero Pedro Sánchez ya está en la pospandemia. Primero dejó de comentar la incidencia acumulada y las restricciones, para centrarse en las vacunas. Como estas no avanzan con la celeridad deseada, ni en España ni en el resto de Europa, últimamente oímos al Gobierno hablar sobre todo de los fondos europeos como solución a la crisis económica provocada por el covid. Las ayudas directas, que están tardando casi un año en llegar, son uno de los nuevos asuntos que más ocupan al Ejecutivo. Repartir dinero siempre es más agradecido que repartir restricciones.

Foto: Nadia Calviño, vicepresidenta del Gobierno. (EFE)

Es arriesgado pensar que por dejar de hablar de algo esto deja de ser noticia, pero a veces funciona. A Sánchez le está yendo tan bien la estrategia de desentenderse del covid, para que poco a poco nos hagamos una idea de que la pandemia ya no es cosa suya, que le han salido imitadores. Pablo Casado está intentando desesperadamente copiarle. El todavía líder de la oposición, que afronta su mayor crisis interna, seguramente no termina de entender por qué si el presidente del Gobierno puede dejar de hablar del virus, no va a poder él ignorar descaradamente cualquier pregunta sobre Bárcenas o los escándalos de corrupción de su partido. Uno actúa como si estuviera en la pospandemia, otro quiere cambiar de sede para llegar a la poscorrupción.

Casado preferiría que los errores en la gestión del coronavirus vuelvan a centrar la atención mediática para no tener que hablar de lo suyo. Lo malo de que el PP critique la falta de estrategia de Sánchez frente a la pandemia es que, como sus barones llevan políticas opuestas dependiendo de la autonomía, se nota mucho que tampoco tiene clara cuál es la suya. Por no tener, Génova ya no tiene claro ni cuál es su código postal.

Qué oportunas han sido las elecciones en Cataluña y los escándalos de la caja B del PP para ayudar al Gobierno en su empeño por que el coronavirus deje de ser portada. Y por si quedara algún hueco, no faltará una buena disputa interna en la coalición entre Podemos y el PSOE. Lástima que escaseen los líderes políticos que prefieren hablar de lo que les compete a ellos. Y la pandemia, portada o no, nos compete a todos.

Hace unos días que la pandemia ya no es portada. No lo son los más de 3.000 muertos por covid que sigue habiendo cada la semana en España, ni el retraso de las vacunas, ni el sindiós de restricciones que cada comunidad sigue decretando a tientas por su cuenta mientras los jueces las rectifican. A todo esto nos hemos ido poco a poco acostumbrando. Y de todo ello nos hemos ido cansando. Ni la fatiga pandémica es noticia ya.

Pedro Sánchez Pablo Casado