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No es una olita, es un tornado 
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Marta García Aller

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No es una olita, es un tornado 

A diferencia de las olas y el poder destructor de los tsunamis, los tornados pueden ser muy devastadores, pero en zonas más específicas, y atacan de forma desigual

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Pedro Sánchez ha anunciado que con la llegada de las vacunas estamos ante el inicio del fin de la pandemia. Ya lo vaticinó en diciembre, hace dos oleadas y después de 30.000 fallecidos más por covid. El presidente vuelve a apelar al optimismo cuatro meses después, aprovechando el mayor aumento en la llegada de dosis desde que empezó la vacunación, aunque estemos en los inicios de lo que parece una cuarta oleada de contagios.

Lo malo es que los anuncios triunfales de la llegada de vacunas no salvan vidas, ni siquiera salvan vidas las vacunas. Las vidas las salvan las personas vacunadas y de esas todavía tenemos pocas en España y en Europa. Al menos, no las suficientes para salvarnos de esta incipiente cuarta ola, según la media docena de epidemiólogos consultados.

Tiene más motivos el presidente para ser optimista ahora que en diciembre, de eso no hay duda. Todos deberíamos tenerlos en lo que a la pandemia respecta ahora que es cuestión de semanas que por fin haya decenas de millones de españoles vacunados. Lo malo es que a Sánchez le hemos visto siendo optimista tantas veces cuando no tenía motivos para ello (epidemiológicos, al menos) que cómo no vamos a desconfiar de nuevo. ¿Llega a tiempo la vacunación en esta primavera de salvarnos de una cuarta ola? Todo apunta a que, por más que el presidente diga que estamos en el inicio del fin, las próximas semanas pueden ser muy duras.

De la ola al tornado

Más que de una nueva ola, la del tornado podría ser una metáfora más adecuada para los rebrotes que vienen. A diferencia de las olas y el poder destructor de los tsunamis, los tornados pueden ser muy devastadores, pero en zonas más específicas, y atacan de forma desigual. Estos fenómenos atmosféricos, que suelen tener forma de embudo, arrasan comunidades muy distantes mientras otras vecinas permanecen a salvo, dependiendo en gran parte de lo fortificado que uno esté. Y ahí es donde las vacunas van a marcar la diferencia en este nuevo aumento de contagios.

A Sánchez le hemos visto siendo optimista tantas veces cuando no tenía motivos para ello que cómo no vamos a desconfiar de nuevo

Este coronavirus nunca ha afectado a todos por igual, pero ahora va a haber varios sectores de la población que por primera vez están muy protegidos ante el nuevo repunte de contagios gracias a las vacunas. A finales de esta semana, varias autonomías habrán terminado de inmunizar, total o parcialmente, a los mayores de 80 años, que son los que tenían la tasa de mortalidad más alta en anteriores oleadas. También las residencias están protegidas, como lo están los sanitarios y otros colectivos profesionales (policías, profesores, etc.). Ellos estarán a salvo del tornado, por devastador que sea, gracias a haber estado entre los colectivos prioritarios de vacunación.

Sin embargo, el porcentaje total de vacunados es tan bajo que es casi inevitable que haya una nueva oleada, aunque afecte a diferentes grupos de población de manera desigual. Eso opina el científico Salvador Macip, investigador de la Universidad de Leicester: “Con los datos que tenemos encima de la mesa, en España puede haber otra ola más alta que la que están teniendo otros países europeos. El virus no cambia, los que cambiamos somos nosotros. Y en cuanto bajan los contagios, en España se relajan las medidas y los comportamientos y los casos vuelven a subir”.

En Reino Unido, que está en cabeza de la vacunación, se mantuvieron las restricciones antes de Semana Santa con una tasa de contagios parecida a la que había en España. “Otros países han mantenido restricciones para frenar el aumento, nosotros no, porque en España las medidas se toman mirando el calendario en vez de los contagios. Se relajan restricciones porque llega Semana Santa o verano, no porque ayude en el control del virus”, añade Macip. Eso equivale a abrirle la puerta al tornado.

Cuatro tipos de repuntes

Más optimista es Susanna Manrubia, vicedirectora del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC y experta en evolución de virus, que confía en la combinación de vacunación de los mayores y la llegada del buen tiempo, que favorece la actividad al aire libre, sumado a que hay lugares como Madrid donde anteriormente el virus ha sido especialmente grave y la población tiene una mayor tasa de inmunidad. Espera que, a falta de nuevas restricciones, al menos esto ayude a que este repunte tenga efectos menos dañinos que en oleadas anteriores.

La gravedad, sin embargo, también será desigual. En realidad, cada repunte de contagios equivale a cuatro repuntes distintos: uno de contagios, otro de hospitalizaciones, otro de UCI y otro de muertes. En lo que hay consenso es en que esta vez seguramente veremos menos mortalidad, porque una parte importante de la población vulnerable ahora está protegida. Sin embargo, que vaya a haber menos fallecidos no quita relevancia a la incipiente cuarta ola en otros aspectos.

Foto: Foto: El Confidencial.

En países en los que, como ya pasa en España, la variante británica es predominante, los ingresos por covid duran más tiempo y también hay más gente joven que necesita ingreso en UCI. Eso complica de otra manera la saturación hospitalaria. Además, este último repunte sostenido de los contagios (con 237 fallecidos en los últimos siete días) nos pilla con las UCI todavía muy llenas, porque la incidencia de la última ola no llegó a bajar suficiente.

La Semana Santa, con los centros de salud cerrados, ha frenado los diagnósticos de los casos. Y aún no ha dado tiempo a conocer el impacto de los nuevos contagios producidos en los festivos, cuando aumentó la movilidad. Así que hasta finales de la semana que viene no sabremos medir la dimensión de la ola que viene.

Clara Prats, investigadora del Grupo de Biología Computacional de la Universidad Politécnica de Cataluña, también es pesimista. Según su experiencia del último año, si no se actúa con nuevas restricciones, los contagios y los ingresos seguirán creciendo, porque llevan semanas aumentando de forma sostenida en todas las comunidades. Pero el tamaño del tornado, la ola o la olita no está predestinado. Dependerá de las medidas que se apliquen y del comportamiento de la población.

Otro factor para valorar la gravedad de un aumento de contagios es que, por mucho que los más vulnerables por fin están vacunados del covid, esas vacunas no los van a proteger del resto de patologías habituales. La gente sigue enfermando de cáncer y teniendo infartos. Y tener los hospitales recibiendo otro repunte de pacientes covid, previsiblemente ingresados durante más tiempo, dificultará que los servicios de salud atiendan a los pacientes vulnerables con normalidad. Eso también deriva en un aumento de mortalidad colateral que no aparece en los datos diarios de evolución de la pandemia.

¿La quinta ola?

“Lo más preocupante es ver que todos los demás países están mal y en España no se están tomando nuevas medidas, porque el número de contagios tiene espacio para subir muy rápido”, afirma Quique Bassat, pediatra y epidemiólogo del Instituto de Salud Global ISGlobal, que más que un tornado, propone como metáfora meteorológica una tormenta con mucha lluvia, que puede inundar y causar destrozos en lugares concretos por acumulación si no para de llover en muchos días.

Bassat también es crítico con la estrategia española de convivir con el virus. “Lo más perverso de la situación es ver que unas cuantas decenas de muertos son la nueva rutina. Y la percepción de que es una buena noticia que en vez de 100 mueran 40 al día. Otros países europeos están aspirando al covid cero y transmiten a la población que esto va para largo. Aquí aumenta la mortalidad y parece que si están protegidos los viejitos, el resto que se enferme es mala suerte”.

Foto: Representación gráfica del coronavirus. (iStock)

Esa aceptación tácita de decenas de muertos diarios como si no hubiera otro remedio puede facilitar la incubación de nuevos rebrotes. “Mientras demos esto por normal, podemos seguir adelante con medidas laxas hasta la quinta ola”, añade Bassat. También Macip ve un riesgo de empalmar una cuarta ola con una quinta si llega el verano y vuelve a reabrirse el turismo antes de que bajen los contagios hasta una cota controlable.

Volviendo a la teoría del tornado, además de los vacunados, también hay variables socioeconómicas que van a proteger de los repuntes a la población de manera desigual en el territorio. Mejor protegidas estarán las personas que pueden teletrabajar y tienen viviendas más amplias, así como quienes pueden hacer cuarentena sin poner en riesgo una economía de subsistencia.

Foto: Varios turistas en la plaza Mayor de Madrid. (EFE)
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Todos los epidemiólogos consultados, dada la laxitud de las restricciones en España, coinciden en que la única esperanza para frenar un repunte de contagios es que aumente rápidamente la vacunación y la gente no baje la guardia en un exceso de confianza. Sin embargo, los mensajes triunfalistas de que el fin de la pandemia cada vez está más cerca pueden provocar exactamente lo contrario.

Infundir la idea de que el final de la pandemia está cerca en medio de un repunte de contagios tal vez anime la economía y las encuestas electorales. Incluso puede infundir ánimo en el corto plazo contra la fatiga pandémica. Pero es peligroso si lleva a bajar la guardia cuando hay peligro de tornado. Puede convertirlo en más devastador.

Pedro Sánchez ha anunciado que con la llegada de las vacunas estamos ante el inicio del fin de la pandemia. Ya lo vaticinó en diciembre, hace dos oleadas y después de 30.000 fallecidos más por covid. El presidente vuelve a apelar al optimismo cuatro meses después, aprovechando el mayor aumento en la llegada de dosis desde que empezó la vacunación, aunque estemos en los inicios de lo que parece una cuarta oleada de contagios.

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