Es noticia
El peligroso síndrome del gel hidroalcohólico 
  1. España
  2. Cronicavirus
Marta García Aller

Cronicavirus

Por

El peligroso síndrome del gel hidroalcohólico 

Al principio de la pandemia, era normal que se sobreactuara con algunos rituales de higiene de dudosa eficacia en busca de algo de sosiego entre tanta incertidumbre

Foto: Una mujer se desinfecta las manos con gel hidroalcohólico. (EFE)
Una mujer se desinfecta las manos con gel hidroalcohólico. (EFE)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

De vez en cuando, mi AppCovid me envía mensajes para comentar que sigue ahí, instalada en mi móvil. No es del todo inútil. Cada alerta es un recordatorio de cuántas medidas de protección para el control del coronavirus anunciadas a bombo y platillo han resultado escasamente efectivas en estos meses de pandemia. Imposible no pensar en ellas al pasar delante del dispensador de gel en el metro de Avenida de América, inaugurado con toda la fanfarria, seis meses después de que llegara el covid. Los dos políticos que posaban con el gel ya no siguen en el Gobierno de la Comunidad de Madrid, pero su legado permanece en el andén. Es difícil superar aquella foto para retratar la sobreactuación política con medidas que fundamentalmente sirven para que se sienta útil el que las anuncia. Podríamos llamarlo el síndrome del gel hidroalcohólico, que sorprendentemente sigue presente.

Seguramente, el gel esté entre las medidas más sobrevaloradas de toda la pandemia. No solo aquel dispensador de Avenida de América, sino en general. Hubo un tiempo al inicio del miedo al coronavirus, en que embadurnarse de esta sustancia desinfectante parecía una especie de conjuro que podía ahuyentar el virus de entrar en cualquier sitio, como si de una ristra de ajos en una de vampiros se tratara. Sin embargo, cada vez hay más evidencia científica de que el riesgo de contagio por superficies es bajo, en comparación con la transmisión a través del aire. Insistía de nuevo en ello hace una semana el CDC estadounidense. No parece, sin embargo, que las autoridades estén insistiendo en ello lo suficiente.

Foto: Foto: iStock. Opinión
TE PUEDE INTERESAR
¿Son útiles todas las medidas anticovid?
Dr. Rafael Matesanz

La idea de que hay que tener sobre todo cuidado con lo que tocamos tiene poco sentido, a juzgar por la abrumadora evidencia científica que demuestra que tocar cosas no supone mucho riesgo, mientras que la principal vía de transmisión del covid son las gotitas diminutas de aerosol que pueden permanecer durante horas suspendidas en espacios mal ventilados y contagiar a quien las respire.

Al principio de la pandemia, era normal que se sobreactuara con algunos rituales de higiene de dudosa eficacia en busca de algo de sosiego entre tanta incertidumbre. Al volver del súper, parecía que había que quitarse los zapatos a la entrada, desinfectar cada 'tetrabrick' con Sanytol y solo faltaba prenderle fuego a la ropa. Ni siquiera eran obligatorias las mascarillas cuando el gel hidroalcohólico y las toallitas desinfectantes ya estaban por todas partes. En junio de 2020, en plena desescalada, cuando el BOE publicó las primeras recomendaciones sanitarias para garantizar la higiene y la seguridad en la actividad comercial, la primera y más importante de las exigencias fue poner a disposición del cliente gel hidroalcohólico a la entrada de cada local y centro de trabajo. Entonces sabíamos muy poco del virus.

Hay informes que indican que el SARS-CoV-2 se transmite entre personas al tocar superficies sobre las que una persona enferma ha tosido o estornudado recientemente y luego se tocan directamente la boca, la nariz o los ojos. Así que la higiene de las manos reduce el riesgo de infección, sí. También lo hacía antes del covid. ¿Pero tiene sentido centrar en esto las medidas de concienciación a estas alturas de la pandemia, aun ahora que sabemos que ese riesgo está estimado en menos de uno entre 10.000? También existe poco apoyo científico que demuestre que el uso rutinario de desinfectantes en entornos comunitarios prevenga la exposición por contacto con fomites.

Foto:
TE PUEDE INTERESAR
48 horas con un medidor de CO2: identificando los puntos calientes
Antonio Villarreal Laura Martín Pablo López Learte Carlos Muñoz Luis Rodríguez

Lo que sí sabemos que es verdaderamente peligroso con el covid-19 es el contacto directo y la transmisión por el aire en entornos no ventilados. Sin embargo, la limpieza constante de superficies y el gel hidroalcohólico siguen siendo las exigencias estrella en los establecimientos y centros de trabajo, igual que lo es en muchas bibliotecas tener durante cinco días los libros en cuarentena. Sigue sin actualizarse la normativa para exigir suficiente ventilación, filtros o medidores de CO₂ en lugares cerrados.

La ventilación, que es lo más esencial, se queda en simple recomendación y no una exigencia. Todavía se aplica la misma normativa de aforo en interiores al establecimiento que puede ventilar bien y al que no, y eso que sabemos que tanto clientes como trabajadores siguen desprotegidos cuando pasan muchas horas en un lugar mal ventilado, especialmente si se quitan la mascarilla para beber o comer.

Foto: Gritar o hablar alto ayuda en la propagación del virus. (Reuters)

El síndrome del gel desinfectante de manos puede llegar a ser peligroso si conlleva embadurnarse también de una falsa sensación de seguridad. Mal vamos si todavía parece que con frotarse las manos a la entrada de una tienda, una oficina o un restaurante es suficiente, en vez de exigir e invertir en mejorar la ventilación de los lugares cerrados.

Lo inútil no es inocuo. Puede llegar a ser un problema si desvía la atención de lo que realmente salva vidas cuando los recursos son escasos y las recomendaciones sanitarias saturan a la gente. Los mensajes de prevención, cuanto más sencillos sean, mejor. Ahora sabemos que la ventilación, junto a mascarillas homologadas, es lo más efectivo para prevenir el contagio. Pero la ventilación no sale en las fotos.

De vez en cuando, mi AppCovid me envía mensajes para comentar que sigue ahí, instalada en mi móvil. No es del todo inútil. Cada alerta es un recordatorio de cuántas medidas de protección para el control del coronavirus anunciadas a bombo y platillo han resultado escasamente efectivas en estos meses de pandemia. Imposible no pensar en ellas al pasar delante del dispensador de gel en el metro de Avenida de América, inaugurado con toda la fanfarria, seis meses después de que llegara el covid. Los dos políticos que posaban con el gel ya no siguen en el Gobierno de la Comunidad de Madrid, pero su legado permanece en el andén. Es difícil superar aquella foto para retratar la sobreactuación política con medidas que fundamentalmente sirven para que se sienta útil el que las anuncia. Podríamos llamarlo el síndrome del gel hidroalcohólico, que sorprendentemente sigue presente.

El redactor recomienda