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Támpax, gasolineras y otros trucos para evitar las multas en pandemia
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Marta García Aller

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Támpax, gasolineras y otros trucos para evitar las multas en pandemia

Los españoles no solo nos hemos acostumbrado a convivir con el virus, también con una maraña de restricciones que llevan un año y pico cambiando con una contraproducente sensación de aleatoriedad

Foto: Foto: EFE.
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No solía ser una gasolinera el típico sitio donde unos abuelos quedan a pasar la tarde jugando con sus nietos. Pero hace tiempo que aprendimos que en pandemia no estamos para elegir ni los cómo ni los cuándo. Por eso hay quien aprovecha que en Seseña hay una gasolinera muy oportuna para los reencuentros familiares en tiempos del covid. Está en un punto de la carretera de Andalucía al que pueden desplazarse legalmente tanto los que vivan en Castilla-La Mancha como los madrileños, pese a los cierres perimetrales. Es un error en Matrix. Como la misma carretera entrecruza durante varios tramos las dos comunidades, los manchegos no necesitan salir de sus fronteras autonómicas para llegar a esta gasolinera y los madrileños siempre pueden alegar que repostan camino de Aranjuez, que es un viaje permitido.

En medio de esta área de servicio han pasado varias tardes de domingo unos vecinos que hacía semanas que no veían a sus padres por los cierres perimetrales de la pandemia. Desde la capital, no les era posible ir a su pueblo de Toledo a verlos, pero hartos de que los abuelos vieran a los nietos crecer por videollamada se les ocurrió quedar en esta gasolinera fronteriza para que pudieran encontrarse. No será el sitio más bonito de la comarca, pero sí lo suficientemente práctico para verse al aire libre, minimizando los riesgos de virus y de multa. Además, con un poco de maña para esquivar el asfalto en los encuadres, podían hasta retratar el reencuentro como si hubieran compartido un paseo por el campo. El ruido de la autovía y el olor a gasolina no salen en las fotos.

Los españoles no solo nos hemos acostumbrado a convivir con el virus, también con una maraña de normas, órdenes y restricciones que llevan un año y pico cambiando sobre la marcha con una contraproducente sensación de aleatoriedad. Y con las fronteras no solo han ido cambiando las razones de las multas, también el criterio para cobrarlas. Cuenta Beatriz Parera que quienes viven en Córdoba y Pontevedra es más probable que vean anuladas sus multas del primer estado de alarma, mientras que los de Cáceres y Pamplona tendrán difícil escaquearse de pagarlas.

Hartos de que los abuelos vieran a los nietos crecer por videollamada, se les ocurrió quedar en esta gasolinera fronteriza para encontrarse

Tanta inseguridad jurídica se lo está poniendo cada vez más difícil a quienes, como esta familia que fue a repostar a La Mancha, se esfuerzan por no saltarse la ley, aunque cada vez haya más gente moviéndose en sus márgenes. También los hay que le están echando mucho morro y llevan en la cartera o el móvil un documento que acredita que estén donde estén y sea la hora que sea están yendo a trabajar. A este paso no tardaremos en tener más salvoconductos que personas. Y con lo saturada que está ya la Administración, que ni siquiera tiene personal para gestionar el embudo de infracciones amontonadas desde el primer estado de alarma, no están los juzgados para evaluar la dudosa credibilidad de tanto certificado a la carta.

Los métodos para escapar al toque de queda también se han ido diversificando. Una amiga siempre lleva una bolsa de farmacia con támpax o compresas en el bolso por si le para la policía. Dice que si les dice a los agentes que le acaba de bajar la regla les da tanta vergüenza, que nunca le hacen más preguntas. No ayudará a frenar el virus, pero este tipo de excusa al menos tampoco atasca más burocracia.

Pese a tanta picaresca, sin embargo, las autoridades están convencidas de que la mayoría de gente sigue cumpliendo las normas. Aunque cada vez se está poniendo más difícil a quienes lo seguimos intentando. Vivir en un barrio que lleva 15 días confinado me ha ofrecido la posibilidad de comprobarlo con solo bajar a comprar el pan.

Anduve preguntando este fin de semana a unos pocos transeúntes cuál era su excusa para cruzar las calles confinadas y ninguno tenía una

La regulación no solo varía de una comunidad a otra y de una semana a la siguiente, en Madrid también cambia entre una acera y la de enfrente. Y como la zona básica de salud más que una división administrativa es un acto de fe, nadie parece tener muy claro dónde empieza y acaba este miniconfinamiento. Creo que en mi parte ha quedado el cine, la acera de los bares y la mejor panadería del barrio, pero el solecito de mediodía se lo han quedado los de enfrente.

La semana pasada, todavía se veía a la gente cruzar uno de los pasos de cebra prohibidos mirando de reojo por si había algún policía vigilando, pero ya ni eso. En teoría, no se puede entrar ni salir de este barrio más que para trabajar o por razones de salud, ni ir de compras ni a tomar algo es excusa. Y a juzgar por la cantidad de gente que en fin de semana seguía cruzando por los límites supuestamente confinados, lo mismo a las 11 de la noche que a las 11 de la mañana, o en esta zona hay muchos cerrajeros y médicos de guardia o mucho despiste. Más bien esto último. Anduve preguntando este fin de semana a unos pocos transeúntes cuál era su excusa para cruzar las calles confinadas y ninguno tenía una. La mayoría ni siquiera sabía que estaban en zona restringida. Así que a mis vecinos les podrían multar por venir a comprar el pan aquí a la calle de al lado, pero no por escaparse a esa gasolinera de Toledo.

No solía ser una gasolinera el típico sitio donde unos abuelos quedan a pasar la tarde jugando con sus nietos. Pero hace tiempo que aprendimos que en pandemia no estamos para elegir ni los cómo ni los cuándo. Por eso hay quien aprovecha que en Seseña hay una gasolinera muy oportuna para los reencuentros familiares en tiempos del covid. Está en un punto de la carretera de Andalucía al que pueden desplazarse legalmente tanto los que vivan en Castilla-La Mancha como los madrileños, pese a los cierres perimetrales. Es un error en Matrix. Como la misma carretera entrecruza durante varios tramos las dos comunidades, los manchegos no necesitan salir de sus fronteras autonómicas para llegar a esta gasolinera y los madrileños siempre pueden alegar que repostan camino de Aranjuez, que es un viaje permitido.