Es noticia
Rivera pesca en todos los caladeros
  1. España
  2. Desde fuera
Isidoro Tapia

Desde fuera

Por

Rivera pesca en todos los caladeros

Se adivinan en el CIS de enero movimientos tectónicos de mucha mayor envergadura. Pasemos brevemente a comentarlos

Foto: El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera. (EFE)
El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera. (EFE)

La crisis catalana le ha pegado una patada al tablero político español, y el resultado puede tener consecuencias mucho más profundas de las que, en apariencia, muestra el barómetro del CIS recién publicado, correspondiente al mes de enero. Si simplemente nos detenemos en el titular, podríamos pensar que los cambios son de pequeña magnitud: un ligero retroceso de PP y PSOE (que no obstante mantienen la primera y segunda posición) y un intercambio de posiciones entre Podemos (que pasa al cuarto lugar) y Ciudadanos (que pasa al tercero). Apenas destacaría, por tanto, el sorpaso de los naranjas a los morados entre los partidos nuevos. Y, sin embargo, se adivinan en el CIS de enero movimientos tectónicos de mucha mayor envergadura. Pasemos brevemente a comentarlos.

Lo más destacable, en mi opinión, no es el hecho en sí del crecimiento de Ciudadanos (de 3,2 puntos, comparándolo con el CIS anterior, del mes de octubre), sino la forma, el cómo se produce: Ciudadanos incrementa su intención de voto recibiendo directamente apoyo de todos sus competidores: hay transferencias de votantes a Ciudadanos desde el PP, PSOE y Podemos. Ciudadanos pesca en todos los caladeros. Si estuviésemos describiendo unas maniobras militares, diríamos que Ciudadanos avanza simultáneamente en las tres direcciones (una pequeña aclaración técnica: no es posible trazar exactamente los trasvases de un partido a otro sino a través de los microdatos, que el CIS hace públicos un tiempo después del avance del barómetro. Pero en cambio se puede utilizar la estimación de voto y simpatía y cruzarla por el recuerdo de las anteriores elecciones).

placeholder

Veamos algunas cifras que lo atestiguan: si en el mes de octubre había un 12,3% de antiguos votantes del PP que manifestaban su intención de votar a Ciudadanos, ahora hay un 17,8%. Entre los votantes socialistas, este porcentaje ha pasado del 2,9% al 7,0%. Y entre los de Podemos, del 4,7 al 5,7%. No creo que existan muchos precedentes de un partido que incrementa sus expectativas a izquierda y derecha del espectro político de esta manera, salvo tal vez los socialistas en 1982. Lógicamente, cabe hacer muchas cautelas: el conflicto catalán le ha venido como la seda a Ciudadanos para arrancar a sus competidores un trozo del pastel electoral. Está por ver que esta situación se mantenga en los próximos meses. Y cuanto más se avanza en múltiples direcciones, más difícil es mantener la coherencia en el mensaje. Pero también conviene señalar que, políticamente, lo más difícil es perforar una pared. Una vez que el agujero está hecho, ensancharlo suele resultar mucho más fácil.

Otro dato que corrobora el avance naranja en las tres direcciones es la valoración de su líder: Rivera no solo es de largo el líder mejor valorado (con un 4,01), sino que su valoración mejora entre todos los votantes: entre los del PP pasa del 5,72 al 6 (muy cerca por cierto de la del propio Rajoy, con un 6,2); entre los socialistas, del 3,4 al 3,94 (el mayor incremento), e incluso entre los votantes de Podemos aumenta del 2,15 al 2,45.

La aparición de un competidor en el centro-derecha. La irrupción de Ciudadanos con unas expectativas de voto por encima del 20% abre un escenario político nuevo: la existencia de dos partidos en el centro-derecha compitiendo por la hegemonía es algo desconocido en nuestro panorama político desde principios de los ochenta. La distancia entre el PP y Ciudadanos se ha reducido en apenas el año y medio transcurrido desde las elecciones de junio de 2016 de 20 puntos a apenas cinco.

Foto: El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, el pasado fin de semana. (EFE)

Por este motivo, cobra especial interés otro dato que esconde el barómetro del CIS: la significativa caída de la valoración de Mariano Rajoy entre los votantes del PP (ha pasado del 6,48 al 6,2), sobre todo teniendo en cuenta que se produce en un contexto de crisis territorial en el que el Gobierno ha aplicado la receta más dura prevista en nuestro ordenamiento constitucional, la suspensión de una autonomía (lo que en condiciones normales hubiese provocado el cerrado apoyo de los votantes populares a su líder). La fidelidad de los votantes populares es de apenas el 70,8%, solo comparable al desánimo que existe entre los votantes de Podemos (69,0%), mientras los socialistas se encuentran en el 74,7% y Ciudadanos, en el 86,2%.

Para decirlo claramente: el trasvase de votantes desde el PP a Ciudadanos no son unos pequeños hilillos de plastilina, sino una vía de chapapote que amenaza con hundir el barco popular. Que Rajoy (con una valoración de 2,87) era un lastre político entre el resto de votantes era ya conocido. La novedad ahora es que empieza también a serlo entre los propios votantes populares.

—Pasemos a comentar la situación del PSOE de Pedro Sánchez. Hace unos meses, en esta misma columna titulé un artículo "El tercer otoño del PSOE en Cataluña". La tesis que entonces defendía es que la crisis catalana podía ser un zarpazo para las aspiraciones de Pedro Sánchez, como ya había ocurrido con las expectativas electorales socialistas en los otoños de 2003 (con Zapatero) y 2015 (con el propio Sánchez). También decía que Podemos estaba en mejores condiciones de sacar tajada electoral de una eventual 'primavera' catalana, debido al papel central que estaba llamado a tener en la aritmética electoral catalana. Por lo segundo voy a entonar el 'mea culpa' del analista (nunca está de más hacerlo).

Foto: Pablo Echenique y Noelia Vera, antes de una rueda de prensa en la sede del partido de Princesa 2 tras la celebración de la ejecutiva. (EFE)

Reconozco haber infraestimado la capacidad de Iglesias de autoinfligirse heridas a base de acumular errores políticos, hasta el punto de que el resultado obtenido por Podemos en las autonómicas catalanas lo ha llevado a la irrelevancia. Pero por lo primero me toca sacar pecho: porque resulta que, CIS mediante, la crisis catalana ha causado más desperfectos electorales en el PSOE que en Podemos. Los socialistas han perdido 1,1 puntos respecto al anterior barómetro frente a un incremento de 0,5 de Podemos.

Además, la fidelidad del voto socialista ha bajado seis puntos (del 80,7% al 74,7%), mientras que la de Podemos incluso ha repuntado (desde el 67,1% al 69%). Y finalmente, mientras la captura de votante morado por parte del 'nuevo' PSOE parece haber tocado techo (se agotó el 'efecto primarias'), a los socialistas se les ha abierto una vía de agua hacia Ciudadanos con la que seguramente no contaban.

En mi opinión, Pedro Sánchez es un activo políticamente dañado, y empiezo a dudar de que tenga margen para recomponerse. Valga un ejemplo: su apoyo al Gobierno durante los últimos meses en la aplicación del art. 155 y la respuesta al desafío catalán no le han servido para mejorar su perfil presidenciable. De hecho, se da la curiosa coincidencia de que su valoración ha caído al mismo tiempo entre los votantes de Ciudadanos y entre los de Podem en Cataluña.

—Finalmente, aunque existen señales que parecen indicar que lo peor ya ha pasado para Podemos (el repunte de su voto, la estabilización de la fidelidad de sus votantes así como los trasvases de votantes hacia PSOE y Ciudadanos), hay otras señales que deberían despertar la alarma entre los morados. La valoración de Iglesias sigue cayendo (especialmente preocupante su caída entre los votantes socialistas, su potencial vía de crecimiento, y entre sus propios votantes).

Foto: Comparación de escaños (actuales) en el Congreso entre la ley D'Hondt y el método Sainte-Laguë. (Imagen: EC)

Existe, además, un factor de tipo cualitativo: debido a las características de nuestro sistema electoral, el partido que quede en cuarto lugar se ve severamente penalizado. De hecho, según mis cálculos, con estos resultados Ciudadanos podría irse por encima de los 70 diputados, mientras que Podemos se situaría por debajo de los 60. O, por decirlo de otra manera: entre los partidos nuevos, la batalla es decisiva: quedar cuarto significa la irrelevancia política, mientras quedar tercero te puede incluso abrir la puerta de La Moncloa. Así que no es un partido menor el que tiene lugar entre Podemos y Ciudadanos.

En definitiva, que aunque llevemos montados en la noria política desde al menos las elecciones europeas de 2014, la tormenta no tiene visos de amainar. Más bien lo contrario.

La crisis catalana le ha pegado una patada al tablero político español, y el resultado puede tener consecuencias mucho más profundas de las que, en apariencia, muestra el barómetro del CIS recién publicado, correspondiente al mes de enero. Si simplemente nos detenemos en el titular, podríamos pensar que los cambios son de pequeña magnitud: un ligero retroceso de PP y PSOE (que no obstante mantienen la primera y segunda posición) y un intercambio de posiciones entre Podemos (que pasa al cuarto lugar) y Ciudadanos (que pasa al tercero). Apenas destacaría, por tanto, el sorpaso de los naranjas a los morados entre los partidos nuevos. Y, sin embargo, se adivinan en el CIS de enero movimientos tectónicos de mucha mayor envergadura. Pasemos brevemente a comentarlos.

Barómetro del CIS Ciudadanos