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Bescansa copia la estrategia negociadora de Pablo Iglesias
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Isidoro Tapia

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Bescansa copia la estrategia negociadora de Pablo Iglesias

Tan versados como son en historia los dirigentes de Podemos, deberían saber de sobra que las conspiraciones políticas se hacen de forma verbal. O, los más arriesgados, en protocolos secretos

Foto: Carolina Bescansa y el líder de Podemos, Pablo Iglesias. (Reuters)
Carolina Bescansa y el líder de Podemos, Pablo Iglesias. (Reuters)

Si Ribbentrop hubiese tenido canal de Telegram, nos podríamos haber ahorrado la Segunda Guerra Mundial. Uno se imagina al ministro de Exteriores alemán en 1939 enviándose de un móvil a otro el acuerdo secreto negociado con su homólogo soviético (Molotov) para repartirse Europa. De haberse conocido íntegramente su contenido en aquel momento (la Unión Soviética no reconoció su existencia hasta 50 años después), tal vez Francia, Reino Unido o incluso EEUU hubiesen reaccionado de forma diferente durante los primeros compases del avance nazi.

Lo verdaderamente chocante del desliz de Carolina Bescansa en Telegram, publicando durante unos interminables minutos un documento dirigido a Íñigo Errejón para integrar su candidatura a la Comunidad de Madrid a cambio del apoyo del segundo a Bescansa en unas (futuras) primarias a la presidencia del Gobierno, no es el fondo del asunto, sino la forma. Tan versados como son en historia los dirigentes de Podemos, deberían saber de sobra que las conspiraciones políticas se hacen de forma verbal. O, los más arriesgados, en protocolos secretos. Pero no se ponen negro sobre blanco en un documento de negociación, por un motivo muy sencillo: las palabras escritas, como los canales de Telegram o los móviles (pseudo)inteligentes, las carga el diablo. Si Tejero hubiese tenido un papelito en su bolsillo con el nombre del 'elefante blanco' del 23-F, nos habríamos perdido toneladas de literatura de política-ficción con las que entretener nuestras veladas desde entonces.

El plan de Bescansa para arrebatar el poder de Podemos a Iglesias

El fondo, como decía, no debería sorprender a nadie: es conocida la distancia de Bescansa y Errejón respecto a la actual dirección de Podemos, y también es conocido que en el partido morado las negociaciones no son abstractas, sino muy concretas: la última vez que un dirigente publicó un documento exigiendo una vicepresidencia al hilo de una negociación, como ha hecho Bescansa reclamando para sí la vicepresidencia de un eventual Gobierno madrileño, fue el propio Pablo Iglesias antes de la investidura fallida de Pedro Sánchez (en aquel caso, también exigió controlar el CIS, el CNI, el BOE y la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, entre otras instituciones).

[Lea aquí el documento íntegro]

Si hay una máxima que los dirigentes de Podemos tienen interiorizada en el ADN, es que el poder se mide en cargos (Bescansa exigía nueve puestos de la lista de los 25, “en estricta cremallera”), recursos (“el equipo de Íñigo Errejón proporcionará apoyo reforzado a Carolina Bescansa a través de tres personas”) y hasta los más estrictamente crematísticos (“recaerá en manos de la subdirectora de campaña la elaboración y coordinación de todos los trabajos demoscópicos”). Con la barriga llena se piensa mejor. Como decía Íñigo Errejón en un vídeo que también ayer se hacía viral (estas son las casualidades que ocurren en las primarias de Podemos), hay que “dejar sembrados los ayuntamientos de instituciones populares donde refugiarse cuando gobierne el adversario”. Por si quedaban dudas, a continuación aclaraba que se trataba de buscar empleo a los “cuadros militantes” que ahora trabajan en estos ayuntamientos.

Por cierto, por si alguien se lo pregunta: tanto en el documento de Bescansa como en el vídeo de Errejón (como en su momento en los documentos de Iglesias), de políticas apenas se habla. Alguna referencia genérica a las “expectativas de cambio social, económico y político”. Tan prolijos cuando se habla de cargos, como parcos e insípidos lugares comunes para explicar qué se quiere hacer con los mismos.

Foto: Los dirigentes de Podemos Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, durante un acto del partido en Madrid. (EFE)

Como ya ocurrió con aquella propuesta de Iglesias a Pedro Sánchez, Bescansa también ha renunciado a su vicepresidencia antes de conseguirla. Algunas de las dudas que surgen son las mismas que existían entonces: ¿era real la propuesta de Iglesias de un Gobierno de coalición o una piedra en la rueda de Sánchez? ¿Es real la propuesta de Bescansa o está simplemente destinada a torpedear la candidatura de Errejón a la Comunidad de Madrid? Habrá que esperar a los próximos días para conocer más detalles, pero me inclino a pensar que se trata de un error involuntario que sin embargo deja en muy mal lugar la candidatura de Errejón.

¿Es real la propuesta de Bescansa o está simplemente destinada a torpedear la candidatura de Errejón a la Comunidad de Madrid?

Porque es muy difícil creer que la 'propuesta Bescansa', por muy delirante que haya sido ponerla por escrito, venga del vacío, esto es, sin que nadie desde las filas errejonistas haya alentado previamente este 'quid pro quo'. Sobre todo sabiendo que apenas una hora antes de hacerse pública la propuesta, ambos dirigentes —Errejón y Bescansa— estaban reunidos en un despacho del Congreso. El desliz en Telegram habría dejado al descubierto este incipiente contubernio. Como es sabido que Iglesias no es exactamente magnánimo con los rivales, no descarten que para el 2 de mayo, fiesta de la comunidad, tengamos una nueva carga de los mamelucos que conmemorar.

Mucho se habla estos días de los impulsos autodestructivos de Podemos, capaz de organizar unas primarias a cara de perro en Madrid en el peor momento mediático, robando protagonismo a Cristina Cifuentes. Creo que es algo peor: Podemos vive rehén de un grupo de dirigentes que han convertido su formación en la partida de Risk que dejaron a medias en sus años adolescentes. Un grupo cerrado y apolillado, donde todos se conocen y muchos apenas se soportan, una pequeña universidad en la que no corre el aire desde hace más de una década, donde sus dirigentes viven más pendientes de sus lealtades, traiciones, dimes y diretes endogámicos que de lo que pasa fuera de sus estrechas paredes.

Podemos vive rehén de un grupo de dirigentes que han convertido su formación en la partida de Risk que dejaron a medias en sus años adolescentes

Lo que nos lleva al verdadero acertijo político de todo este barullo: ante semejante guirigay, ¿por qué resiste Podemos en las encuestas? Es cierto que han caído al cuarto lugar, lo que les puede condenar a la irrelevancia política, pero todavía se mueven en una franja de entre el 17 y el 20% de los votos (entre unos cuatro y cinco millones de votantes), no muy lejos del PSOE de Pedro Sánchez.

Y aquí está la primera clave de la resistencia morada: el 'nuevo' PSOE lleva teletransmitiendo desde hace un año que se va a mover a la izquierda de forma táctica, para pescar votos de Podemos, antes de volver al centro y ganar desde allí las elecciones. Si la estrategia era impecable, la ejecución está siendo insuperable: intentar fichar a Carmena como si se tratase de un fichaje galáctico, que te den calabazas y encima se filtre poco antes de que anuncies tu propio candidato, es uno de los mejores gags políticos de los últimos años.

Foto: El líder de los socialistas madrileños, José Manuel Franco, en una rueda de prensa este miércoles. (EFE)

La segunda razón tiene que ver con la encrucijada a la que se enfrenta Ciudadanos estos días: la formación naranja tiene, a un lado del espectro político, a un partido con ocho millones de votantes (el Partido Popular) que se está descomponiendo. Al otro, están los votantes de PSOE y Podemos, donde ya ha pasado las redes con bastante éxito; los que allí quedan no solo son muchos menos, sino más exigentes, y en ese espacio hay además una competencia a cara de perro entre las formaciones de izquierda desde hace varios años. Yo también lo tendría claro: eso sí, sin olvidar que hay una pulsión de cambio insatisfecha en la sociedad española (como jubilados y mujeres han demostrado hace poco).

Si Ciudadanos consigue seguir golpeando el riñón de los populares (Cataluña, Montoro, Llanera) mientras mantiene la pulsión reformista, igual nuestro recién estrenado sistema multipartidista era tan solo una estación de paso.

Si Ribbentrop hubiese tenido canal de Telegram, nos podríamos haber ahorrado la Segunda Guerra Mundial. Uno se imagina al ministro de Exteriores alemán en 1939 enviándose de un móvil a otro el acuerdo secreto negociado con su homólogo soviético (Molotov) para repartirse Europa. De haberse conocido íntegramente su contenido en aquel momento (la Unión Soviética no reconoció su existencia hasta 50 años después), tal vez Francia, Reino Unido o incluso EEUU hubiesen reaccionado de forma diferente durante los primeros compases del avance nazi.

Íñigo Errejón