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¿Cuánto vale un cuarto de libra de legislatura?
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Isidoro Tapia

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¿Cuánto vale un cuarto de libra de legislatura?

¿Merece la pena prolongar la actual legislatura pagando el precio que es necesario para hacerlo?

Foto: El ministro de Hacienda y Función Publica, Cristóbal Montoro (d), y el diputado del PDeCAT, Carles Campuzano (i), conversan antes del debate de totalidad a los Presupuestos Generales del Estado de 2018. (EFE)
El ministro de Hacienda y Función Publica, Cristóbal Montoro (d), y el diputado del PDeCAT, Carles Campuzano (i), conversan antes del debate de totalidad a los Presupuestos Generales del Estado de 2018. (EFE)

¿Cuánto vale una libra de carne humana?, se preguntaba Antonio, el mercader de Venecia, confiando en que su acreedor, Shylock, nunca llegaría a ejecutar la garantía firmada –un trozo de carne humana del propio Antonio- para saldar su deuda. ¿Cuánto vale un cuarto de legislatura?, podríamos preguntarnos. ¿Merece la pena prolongar la actual legislatura pagando el precio que es necesario para hacerlo?

En particular, hay dos contrapartidas que han aparecido durante los últimos días: una, las pensiones (la transferencia de la gestión de la Seguridad Social, una vieja reivindicación del PNV, que el Gobierno de Rajoy ha reconducido a un acuerdo para la subida generalizada de las pensiones). Dos, la investidura de un presidente independentista en Cataluña casi a cualquier precio.

Empecemos por la Seguridad Social. En teoría de las negociaciones se denomina el “juego del salami” a las peticiones de última hora. Dos partes alcanzan un acuerdo para repartirse un salami a medias. Cuando se sientan sobre la mesa para estrechar sus manos, una parte empieza a cortar finas rodajas del salami y a comérselas. Nada tan grave como para dar al traste con el acuerdo. Después de un rato, sin embargo, apenas queda salami que repartir.

Gobierno y PNV acuerdan una subida de las pensiones conforme al IPC para 2018 y 2019

La versión española del salami podría llamarse el 'poyaque'. El PNV había alcanzado un acuerdo (bastante generoso) con el Gobierno para apoyar sus presupuestos. Pero, han debido pensar, 'poyaque' la tramitación de los presupuestos está siendo interminable, han desempolvado una vieja reivindicación: la gestión de la Seguridad Social, directamente o a través de fórmulas intermedias.

Tan vieja es esta reivindicación del PNV que basta repasar la discusión parlamentaria del Pacto de Toledo​, en abril de 1995: los nacionalistas vascos presentaron una enmienda al texto final reivindicando la gestión de la Tesorería General de la Seguridad Social. El ministro de Trabajo entonces, José Antonio Griñán, acusó al PNV de “insolidario”, y literalmente hasta el último suspiro estuvo en el aire la unanimidad parlamentaria a las conclusiones del Pacto de Toledo.

¿Por qué es una terrible idea la transferencia de las competencias en Seguridad Social? En primer lugar, porque como bien ha recordado Carlos Sánchez, por mucho que así lo recoja el Estatuto de Gernika, el Tribunal Constitucional ya se ha manifestado reiteradamente en contra. En segundo lugar, porque si se transfiriese al País Vasco, la misma reivindicación brotaría cinco minutos después en Navarra y Cataluña, después Galicia y seguramente Andalucía, y con ellas el resto de autonomías. Esta, a grandes rasgos, ha sido la dinámica de nuestro Estado de las autonomías durante los últimos treinta años (el “café para todos”). Y si bien la transferencia a las CCAA de determinados impuestos tiene algún efecto positivo (la llamada “corresponsabilidad fiscal”), en el caso de la Seguridad Social casi todos son inconvenientes.

Foto: Miles de jubilados y pensionistas convocados por la plataforma de asociaciones de jubilados, viudas y pensionistas de Bizkaia. (EFE)

Basta imaginar los efectos de añadir al ya de por sí endiablado debate sobre la sostenibilidad de las pensiones el elemento territorial. Además, abre la puerta a una peligrosa subasta. Dado el apoyo electoral que el PNV tiene entre los mayores, y a la vista de la especial repercusión de las movilizaciones de los jubilados en el País Vasco, ¿qué impediría al PNV, al día siguiente de asumir las competencias, anunciar un complemento autonómico sobre las pensiones? De hecho, si me apuran, algunos nos tememos que en la administración autónoma vasca llevan tiempo buscando fórmulas para conseguir este mismo resultado bajo el reparto actual de competencias.

No ha hecho falta. Al 'poyaque' nacionalista ha respondido el Gobierno con un órdago. Si el objetivo último es calmar a los jubilados, no hace falta transferir las competencias de Seguridad Social (eso, han debido pensar, podría ser atacado por Ciudadanos), sino mejor revalorizar todas las pensiones de acuerdo con el IPC (y, de paso, dejar que lo anuncie el portavoz peneuvista, para que quede claro quién ha arrancado la concesión): hace tan solo un mes, Rajoy decía que no había marcha atrás en la reforma de las pensiones de 2013 (que está detrás de la famosa subida del 0,25%), las reformas “requieren de un minino consenso” y un “debate sereno”. Apenas un mes después, se anuncia que todas las pensiones se actualizarán con el IPC, se eleva la base reguladora de las pensiones de viudedad, y se aplaza la aplicación del factor de sostenibilidad hasta 2023. 'Boom'. La famosa reforma de las pensiones que tanto dolor y audacia reformista supuso, finiquitada en cinco minutos de negociación presupuestaria.

Si el objetivo es calmar a los jubilados, no hace falta transferir las competencias de Seguridad Social, sino revalorizar las pensiones de acuerdo con el IPC

El segundo trozo de carne que se ha puesto sobre la mesa para salvar la legislatura es la investidura de un presidente independentista en Cataluña. La ecuación es conocida: Rajoy necesita el apoyo del PNV para aprobar los presupuestos, quienes a su vez exigen el levantamiento del 155 en Cataluña, lo que pasa por la elección de un presidente independentista. Así es que Rajoy necesita la investidura de un presidente independentista para mantener su cargo.

Leo estos días el magnífico libro del catedrático de historia Jordi Canal sobre el proceso soberanista ('Con permiso de Kafka'). Un relato al mismo tiempo histórico, político y cultural de lo que nos ha llevado al presente. En algunos fragmentos el lector siente el escalofrío propio de cuando la historia se repite paso a paso. “Tras un frenético día de reuniones, llamadas y consultas, el presidente de la Generalitat proclamó el 6 de octubre de 1934 el Estado catalán dentro de la República federal española”. Tres razones se aducen para el arriesgado salto al vacío de Companys, cuyo fracaso solo es comparable al de Puigdemont hace unos meses: populista (se buscaba “una amplia movilización ciudadana para presionar y amenazar al Estado, esperando una negociación o reconducción de la línea política), viril (hay una divertida historia en la que Companys y el capitán Collons se disputaban el amor de una militante independentista, y competían en parecer más independentista que el otro) y “martirial”: “Se diría que (Companys) sueña con dejar a la historia el nombre glorioso de un mártir”, escribió el consejero de finanzas (el Santi Vila de la época).

Si las similitudes hasta aquí son espeluznantes esperen hasta el final del relato. El 6 de octubre había sido un fiasco para los propios independentistas: “El ridículo más espantoso”, según Claudi Ametlla. “Una abominación”, según Glaciel. Algo parecido a lo que fue la DUI hace unos meses. ¿Cómo consiguieron convertir aquel patinazo en una escena mítica de la construcción nacional de Cataluña? A través, según Jordi Canal, primero del encarcelamiento de los lideres independentistas, pero sobre todo después, de su torpe liberación, que no hizo sino alimentar el relato nacionalista. Tras las elecciones de 1936, el nuevo Gobierno de España, presidido por Azaña, impulsó un decreto-ley de amnistía y autorizó al Parlamento catalán a retomar sus funciones. Companys fue ratificado como presidente, y todos los antiguos consejeros, salvo uno, fueron confirmados en sus cargos. De esta forma, se 'convalidó' el relato soberanista: la autonomía había sido suprimida por las fuerzas represivas españolas (no por la supina torpeza de Companys) y gracias a la heroica resistencia nacionalista (y no, como en realidad ocurrió, a la debilidad del Gobierno de Azaña) se había restaurado la autonomía.

Tal vez Rajoy necesite un Govern, pero no puede ser a cualquier precio. No puede convalidar todas las tropelías cometidas por los independentistas

Volvamos al presente. Tal vez Rajoy necesite un gobierno en Cataluña, pero habría que advertirle de que no puede ser a cualquier precio. No puede convalidar, 'a posteriori', todas las tropelías cometidas por los independentistas durante estos meses: ni las sesiones del Parlament catalán que volaron la legalidad vigente a principios de septiembre, ni el referéndum-farsa del 1-O, ni la DUI del 27-O, ni las huidas de sus principales responsables​. Algunos pensamos que el ministro Montoro tiene demasiados quinquenios a cuestas para patinar como lo ha hecho durante la última semana. Y es por ello que preferimos pensar sus excesos verbales no responden a una estrategia deliberada, que busca ofrecer a la justicia alemana la coartada que necesita para liberar sin cargos a Puigdemont y desbloquear la legislatura en Cataluña.

Algo parecido ocurre con la delegación del voto de Comín y el propio Puigdemont. Después de meses en que los independentistas han defendido el voto por delegación de ambos (contra el criterio judicial y el más elemental sentido común sobre dos fugados de la justicia), ¿está Rajoy dispuesto a aceptarlo ahora, poniendo así el sello de conformidad con el relato de la heroica resistencia soberanista? ¿Dos trozos de carne a cambio de qué? Porque si es para prolongar una legislatura que, casi desde el principio, nació estéril, casi mejor si nos saltamos el entreacto. Si no, que se lo pregunten a Cifuentes.

¿Cuánto vale una libra de carne humana?, se preguntaba Antonio, el mercader de Venecia, confiando en que su acreedor, Shylock, nunca llegaría a ejecutar la garantía firmada –un trozo de carne humana del propio Antonio- para saldar su deuda. ¿Cuánto vale un cuarto de legislatura?, podríamos preguntarnos. ¿Merece la pena prolongar la actual legislatura pagando el precio que es necesario para hacerlo?

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