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Tan difícil como el once de la Selección: el PP está decidiendo su estrategia política
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Isidoro Tapia

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Tan difícil como el once de la Selección: el PP está decidiendo su estrategia política

En la España política de hoy se puede ganar no solo jugando al ataque, sino también defendiéndose, con alrededor de un 25% del voto, si el resto está muy repartido

Foto: Fotografía facilitada por el Partido Popular del Comité de Dirección del Partido Popular del pasado mayo. (EFE)
Fotografía facilitada por el Partido Popular del Comité de Dirección del Partido Popular del pasado mayo. (EFE)

¿Cuál de los candidatos en las elecciones primarias del Partido Popular sería más competitivo en unas elecciones generales? La respuesta es -cómo no- depende. Ya que estamos en época mundialista (y ando haciendo méritos para mover de sección esta tribuna) voy a tirar de símil futbolístico: hay jugadores que sirven para ir al ataque, otros para aguantar en defensa y también están los que alborotan un partido. Pero es muy raro el que sirve para todo. Entre los candidatos a las primarias del PP, el caso más claro es el de Pablo Casado: es un candidato para alborotar el partido. Entre Sáenz de Santamaría y Cospedal, hay una candidata “defensiva” y otra “ofensiva”. Debo decir que yo les adjudico las etiquetas al revés que la mayoría de análisis. En mi opinión, Cospedal es una candidata para jugar al ataque, mientras Sáenz de Santamaría lo es para enrocarse. Intentaré explicar por qué.

Para analizar a los tres candidatos favoritos, conviene separar a los votantes en tres grandes grupos: están los votantes 'patanegra', los que se mantienen fieles al Partido Popular a pesar de todo lo que ha llovido. Según el último CIS, son unos 4 millones. La mayor parte (cerca del 50%) tiene más de 65 años, seguidos por la franja de 55 a 64 años (un 15%). El peso de los 'patanegra' disminuye con la edad, de forma que los más jóvenes (los menores de 35 años) apenas representan un 10% de los votantes convencidos. El PP no es que sea un partido envejecido, es casi un geriátrico. ¿Es esto bueno o malo? En realidad, no es tan malo como parece: debido a la evolución de la población, cada año hay menos jóvenes y más jubilados. Cuando Zapatero ganó las elecciones en 2004, los jóvenes representaban más de un 30% del total. A día de hoy, apenas llegan al 20% (su importancia real es incluso menor porque los jóvenes son muy abstencionistas). Los mayores de 65 años, en cambio, son un colectivo cada vez más importante.

Foto: Soraya Sáez de Santamaría, acompañada de Iñigo Méndez de Vigo, ha participado en un acto con afiliados en el Palacio de Exposiciones y Congresos de Melilla. (EFE)

El PP conserva un apoyo alto no solo entre los jubilados (mayor, por cierto, entre las jubiladas), sino también entre comerciantes, agricultores, y (sorpresa) trabajadores domésticos no remunerados. Estos son los colectivos 'patanegra' del PP. ¿Quién es el candidato preferido por estos votantes? Entre ellos, arrasa Sáenz de Santamaría. Entre los mayores de 65 años, por ejemplo, obtiene una puntuación de 4,12, frente a 3,18 de Cospedal, una diferencia mayor que en el conjunto de la población. Entre las mujeres (es llamativo, pero el PP es a día de hoy el partido con un perfil más 'feminizado' entre sus votantes), Soraya es mejor valorada que entre los hombres (+0,12), al contrario que Cospedal.

Sáenz de Santamaría es la candidata ideal para jugar a defender la base de votantes actual del PP: si tuviésemos que hacer un retrato robot del mismo sería una mujer pensionista, con estudios primarios que vive en una ciudad mediana (de 100.000 a 400.000 habitantes) del interior peninsular. Precisamente en estos grupos es donde Santamaría obtiene una mejor valoración.

placeholder La exvicepresidenta del Gobierno Sáenz de Santamaría (i) y la exsecretaria general del PP Cospedal. (EFE)
La exvicepresidenta del Gobierno Sáenz de Santamaría (i) y la exsecretaria general del PP Cospedal. (EFE)

Vayamos ahora al segundo grupo de votantes: aquellos que se han ido del PP o que se están planteando dejar de votarlo, mayoritariamente hacia Ciudadanos. A grandes rasgos, son otros 4 millones de votantes. A menudo se piensa que los votantes abandonan los barcos en fila india, según su afiliación ideológica. Que los más templados se marchan primero, y los que se quedan son los más escorados ideológicamente. En realidad, ocurre al revés: los votantes que cambian unas siglas por otras suelen ser los más temperamentales. Ciudadanos ha ido coleccionando votantes como un 'collage': primero capturó el centro político, con votantes procedentes de las zonas templadas tanto del PP como del PSOE. Pero después ha captado votantes a jirones, a raíz del conflicto en Cataluña. El resultado es que Ciudadanos cobija un crisol de votantes muy variopinto, desde las zonas más templadas del espectro hasta otras más enardecidas ideológicamente.

Y es aquí donde emerge Cospedal. Su valoración es relativamente mejor entre colectivos como los pequeños empresarios, los empleados de oficina o la franja de edad de 45 a 54 años. Todos ellos, precisamente los colectivos en los que Ciudadanos se ha hecho más fuerte. Cuando se dice que Cospedal es la candidata preferida por los votantes más acérrimos del PP, se dice una verdad a medias, porque se obvia que estos votantes, en gran medida, se han pasado a Ciudadanos.

Foto: Santamaría, Casado y Cospedal durante su campaña. Opinión

Cospedal es, por este motivo, una candidata para jugar al ataque: por su discurso más beligerante contra el proceso independentista catalán y por su mayor tirón entre los votantes que se han ido a Ciudadanos, su victoria daría lugar a una batalla sin cuartel en el centroderecha.

Y así llegamos al tercer candidato: Pablo Casado. Hay que decir que el CIS no pregunta por Casado, así que los datos sobre él proceden de otras encuestas con menor tamaño de campo. Casado es el típico candidato que resulta simpático a los votantes que nunca votarán al PP (como bien ha indicado Ignacio Varela, es el mismo caso de Errejón, como en su momento fue Bono en el PSOE o Gallardón en el PP). Por ejemplo, entre los jóvenes, o también entre los votantes de Ciudadanos de 'primera generación', los que hemos catalogado de más templados políticamente, un colectivo difícilmente recuperable para el PP, al menos en el corto plazo.

placeholder Los candidatos a liderar el PP Sáenz de Santamaría (d), Cospedal (c) y Pablo Casado (i). (EFE)
Los candidatos a liderar el PP Sáenz de Santamaría (d), Cospedal (c) y Pablo Casado (i). (EFE)

Y ahora viene la siguiente pregunta: ¿es mejor jugar al ataque, a la defensiva, o al lío? La respuesta, de nuevo, es depende. En el fútbol depende de cuál sea el resultado y de cuánto reste de partido. En política, a grandes rasgos, también. Pero hay que tener en cuenta que, debido a la fragmentación del voto en la actualidad, es posible ganar unas elecciones generales con menos del 30% –unos 7,5 millones de votantes- (así lo hizo el PP en las elecciones de diciembre de 2015). De hecho, es hasta posible ganarlas con menos del 25% (este era el resultado del ultimo CIS, que encabezaba el PP con apenas el 24%).

Es decir, en la España política de hoy se puede ganar no solo jugando al ataque, sino también defendiéndose, con alrededor de un 25% del voto, si el resto está muy repartido. Incluso, añadiría, se puede ganar jugando al lío (basta ver cómo ha llegado el inquilino actual a la Moncloa). Así que en realidad todas las estrategias están abiertas para el Partido Popular: jugar a la defensiva es proteger su base de votantes actuales, detener la hemorragia y confiar en que la fragmentación del voto le permita ganar las elecciones. Es elegir a Soraya. Jugar al ataque, en cambio, es pasar a la ofensiva y tratar de recuperar los votantes que se han ido a Ciudadanos a raíz del conflicto en Cataluña. Es elegir a Cospedal. Y finalmente jugar al lío es darle una patada al tablero político y ver cómo se recomponen las piezas. Es elegir a Pablo Casado.

Pero todavía falta una última incógnita por resolver: ¿cuánto queda de partido? Al darle las llaves de la Moncloa a Pedro Sánchez el PP ha perdido un elemento fundamental de control sobre el tempo político. Porque si quedasen apenas unos minutos de partido (digamos, si las elecciones generales fuesen en otoño de este año), tal vez tendría sentido jugar al lío. Si en cambio queda una parte entera, y las elecciones fuesen en 2019, la mejor estrategia sería probablemente aguantar el resultado y elegir Soraya. Y si efectivamente el presidente Sánchez pretende agotar la legislatura hasta 2020, tal vez el PP tuviese tiempo para virar el barco y comenzar a jugar al ataque, eligiendo a Cospedal. En definitiva, tan difícil como las decisiones que tiene pendientes nuestro seleccionador de fútbol.

¿Cuál de los candidatos en las elecciones primarias del Partido Popular sería más competitivo en unas elecciones generales? La respuesta es -cómo no- depende. Ya que estamos en época mundialista (y ando haciendo méritos para mover de sección esta tribuna) voy a tirar de símil futbolístico: hay jugadores que sirven para ir al ataque, otros para aguantar en defensa y también están los que alborotan un partido. Pero es muy raro el que sirve para todo. Entre los candidatos a las primarias del PP, el caso más claro es el de Pablo Casado: es un candidato para alborotar el partido. Entre Sáenz de Santamaría y Cospedal, hay una candidata “defensiva” y otra “ofensiva”. Debo decir que yo les adjudico las etiquetas al revés que la mayoría de análisis. En mi opinión, Cospedal es una candidata para jugar al ataque, mientras Sáenz de Santamaría lo es para enrocarse. Intentaré explicar por qué.

Pablo Casado Soraya Sáenz de Santamaría María Dolores de Cospedal