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Barómetro del CIS: notable ascenso socialista con algunos claroscuros
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Isidoro Tapia

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Barómetro del CIS: notable ascenso socialista con algunos claroscuros

La realidad es que por el simple hecho de vivir en La Moncloa, la estatura política del nuevo presidente se eleva y su partido político se dispara en las encuestas

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE)

Cualquier Gobierno que se estrena disfruta de unas semanas o meses de luna de miel con el electorado. Podríamos llamarlo el peso de la púrpura. Este color sienta bien a los presidentes y a los nuevos ministros, que tan pronto lo son parecen más altos, más inteligentes y más guapos. Basta una pequeña anécdota para ilustrarlo: el mismo día de la moción de censura, en la crónica que daba cuenta del triunfo de la misma, el diario británico 'Financial Times' —que no había sido precisamente un ferviente partidario de Pedro Sánchez— decía que al líder socialista se le conocía popularmente en España como 'Mr. Handsome' (el guapo), un calificativo cuyo uso, me atrevería a decir, no era tan extendido entre los españoles como el periodista británico había creído percibir.

La realidad es que por el simple hecho de vivir en La Moncloa, de conceder entrevistas a la radiotelevisión pública, o de viajar a las cumbres europeas, la estatura política del nuevo presidente se eleva y su partido político se dispara en las encuestas. En 2004, tras la entrada de Zapatero en La Moncloa, los socialistas subieron en intención de voto más de 10 puntos (aunque luego perdieron dos puntos en cada uno de los siguientes dos trimestres). En 2008, también vivieron una 'mini luna de miel' tras las elecciones: incrementaron su apoyo en 3,4 puntos (comparando el CIS preelectoral y el poselectoral), aunque solo tres meses después habían perdido este efecto.

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Ya sabemos a cuánto asciende el empujón electoral del PSOE tras la moción de censura: 7,9 puntos, la subida respecto a la estimación de voto en el CIS previo. Es un incremento muy significativo: que la patada al tablero político tenga una envergadura equivalente a la que se produjo en nuestro país tras los atentados de Atocha y las posteriores elecciones de marzo de 2004 confirma algo que, no por repetido, pierde validez: que el hartazgo acumulado con el Gobierno previo había alcanzado un nivel intolerable, y que existían unas expectativas de cambio insatisfechas, una proporción de votantes que desde hace años reclaman cambios profundos en el modo de ejercer la política y en nuestro entramado institucional.

Quizás este sea al mismo tiempo el talón de Aquiles del Gobierno: un Ejecutivo que entra a lomos de una promesa de regeneración corre un riesgo muy severo si, en sus primeras medidas, transmite la sensación de que todo ha cambiado para seguir igual. Y así ha sucedido con gran parte de los nombramientos de empresas públicas (Paradores, Correos o el propio CIS, aunque este merece un comentario aparte), que han respondido a una concepción de ocupación de la Administración pública que poco tiene que ver con las cacareadas promesas de regeneración. Se equivoca Pedro Sánchez si piensa que puede construir sobre estos cimientos su propio proyecto político. Su espumoso crecimiento debería también ser una advertencia sobre las débiles costuras que sostienen su proyecto.

El PSOE se dispara

Lo que enlaza con el segundo punto flaco del crecimiento socialista en las encuestas: la imagen del propio presidente del Gobierno. Más de un 65% de los encuestados dice tener poca o ninguna confianza en el presidente de Gobierno, frente a apenas un 30% que dice tener “mucha o bastante”. Incluso Mariano Rajoy, que alcanzó la presidencia en medio de una severa crisis de deuda y cuyas primeras medidas desmintieron su propio programa electoral, fue recibido con mejores números entre los electores. La imagen de Pedro Sánchez es, curiosamente, uno de los mayores lastres del Gobierno socialista.

Y el tercer punto débil del CIS para los socialistas es el llamativo desconocimiento por parte de los ciudadanos de la mayoría de los ministros. Hay hasta cinco ministros con un nivel de desconocimiento por encima del 80%, nivel que no alcanzaba ni uno solo de los ministros del Gobierno de Rajoy en su primer CIS. La realidad es que después de una, en general, favorable acogida de los nombramientos, los ministros de Pedro Sánchez han desaparecido del escenario político, salvo desafortunadas excepciones, como el intento de la vicepresidenta por justificar el lamentable episodio del Falcon (una torpeza, por cierto, que Zapatero tuvo un exquisito cuidado en evitar durante sus primeros años en la presidencia). La debilidad parlamentaria del Gobierno, además, dificulta que los ministros presenten iniciativas y cojan vuelo político. Y ahora vemos, también, los inconvenientes de un gabinete numeroso como el que decidió formar Pedro Sánchez, con una estructura improvisada y poco o mal meditada.

El tercer punto débil del CIS para los socialistas es el llamativo desconocimiento por parte de los ciudadanos de la mayoría de los ministros

El CIS permite también estimar una de las ecuaciones más importantes: saber de dónde procede el voto que va a los socialistas. Algo más de la mitad viene de Podemos y sus confluencias, que han perdido cuatro puntos respecto al anterior sondeo, y se convierten en los grandes damnificados electoralmente de la salida de Rajoy. El daño para Podemos, en mi opinión, es muy grave, no solo mirando hacia atrás (a lo que ha perdido en estimación de voto, que ha segado además el leve repunte de voto que se observaba desde principios de año) sino también hacia adelante: Podemos ha perdido el principal motor de su combustión política (M. Rajoy) y se encuentra ahora embutido en el traje de 'socio preferente' del Gobierno, un vestido (el de la colaboración institucional) al que le ha sacado poco rédito político cuando ha tenido oportunidad de hacerlo. La sangría sobre Podemos, por cierto, complica aún más la intención del presidente Sánchez de agotar la legislatura hasta 2020. Podemos probablemente suba el listón de su colaboración (la aprobación del 'techo de gasto' ha sido un primer ejemplo) y complique aún más la vida parlamentaria de los socialistas.

La parte más difícil de interpretar del barómetro del CIS es la que afecta a Ciudadanos y el PP. Ciudadanos ha bajado en estimación de voto unos dos puntos, menos de lo que han indicado otras encuestas, y mantienen una fidelidad de sus votantes muy alta, en torno al 75%. No debería sorprender que los votantes que se fueron del PSOE a Ciudadanos no emprendan ahora el camino de vuelta, incluso con los socialistas en La Moncloa. Pedro Sánchez tiene entre los mismos una valoración bajísima, y la presión de Podemos desde la izquierda seguramente obligue al Gobierno a escorarse hacia ese lado, impidiendo el pretendido giro centrista que pareció emprender Pedro Sánchez con el nombramiento de sus ministros, especialmente los del área económica.

Foto: El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, antes de asistir a la Cumbre de Interconexiones Energéticas de Lisboa el pasado mes de julio. (EFE)

Hay un dato llamativo, y es que en el CIS los ciudadanos han escorado al PSOE hacia la izquierda (4,26 sobre 10, frente a 4,53 en el sondeo previo) y a Ciudadanos hacia la derecha (7,04 frente a 6,77 en el sondeo previo). El indicador de la escala ideológica no es de mis preferidos del CIS (en el sentido de que no creo que tenga un significado importante), pero podría suceder que la moción de censura hubiese incrementado la polarización de nuestro espacio político. Un efecto poco afortunado.

Más llamativa en cambio parece la severa caída del Partido Popular respecto al anterior sondeo (unos cuatro puntos), aunque seguramente hay que ponerlo en el contexto de la depresión política que vivían los populares durante las fechas de la encuesta (recién terminada la primera fase de sus particulares primarias) y, seguramente, porque en el anterior sondeo la 'cocina' del CIS había maquillado una caída del PP que probablemente era de mayor envergadura.

Hay un dato llamativo, y es que en el CIS los ciudadanos han escorado al PSOE hacia la izquierda y a Ciudadanos hacia la derecha

Al hilo de lo cual procede un comentario sobre el nombramiento como presidente del CIS de un miembro de la ejecutiva socialista. No se aprecian en el sondeo, a primera vista, groseras manipulaciones (el voto directo de los socialistas es incluso más alto), pero el simple hecho de que haya que mirar estas cuestiones con lupa debería dejar claro a los socialistas el lamentable error de nombrar como presidente del organismo que elabora las encuestas para todos los españoles a quien hasta hace poco las elaboraba en exclusiva para los socialistas (labor por cierto que por algún motivo inexplicable se resistió a abandonar).

En definitiva, el ascenso socialista ha sido muy significativo, aunque presenta algunos claroscuros que se irán despejando durante los próximos meses. Quizá más importante es que la ecuación política ha cambiado y seguramente a Pedro Sánchez solo le valga ser primero en la próxima cita electoral para seguir en La Moncloa. E incluso podría suceder que, siendo primero, dejase de serlo. Es lo que tiene haberse merendado la cena del cambio.

Cualquier Gobierno que se estrena disfruta de unas semanas o meses de luna de miel con el electorado. Podríamos llamarlo el peso de la púrpura. Este color sienta bien a los presidentes y a los nuevos ministros, que tan pronto lo son parecen más altos, más inteligentes y más guapos. Basta una pequeña anécdota para ilustrarlo: el mismo día de la moción de censura, en la crónica que daba cuenta del triunfo de la misma, el diario británico 'Financial Times' —que no había sido precisamente un ferviente partidario de Pedro Sánchez— decía que al líder socialista se le conocía popularmente en España como 'Mr. Handsome' (el guapo), un calificativo cuyo uso, me atrevería a decir, no era tan extendido entre los españoles como el periodista británico había creído percibir.

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