Es noticia
La nebulosa catalana del presidente Sánchez
  1. España
  2. Desde fuera
Isidoro Tapia

Desde fuera

Por

La nebulosa catalana del presidente Sánchez

El mayor reproche que se le puede hacer a Sánchez no es que cambie de criterio: es por qué y para qué lo hace. Estos días hemos vivido un ejemplo más a cuenta de Cataluña

Foto: Sánchez y May en una imagen del mes de julio. (Reuters)
Sánchez y May en una imagen del mes de julio. (Reuters)

Hace unos días se montó un pequeño incidente diplomático en Bruselas cuando una cámara captó a la primera ministra británica Theresa May reprochando al presidente de la Comisión Jean Claude Juncker, que este hubiese dicho, en una conferencia de prensa, que las demandas británicas sobre la frontera de Irlanda eran "imprecisas" o "nebulosas" ("nebulous", fue el término utilizado en inglés).

Si May está metida en una neblina a cuenta del Brexit, el presidente Sánchez está atrapado en una nebulosa parecida a cuenta de Cataluña. Es conocido que Sánchez ha hecho de sus frecuentes cambios de criterio un nuevo arte en la política española. Soy de los que creen que cambiar de opinión no es necesariamente un defecto en política. Felipe González rectificó a cuenta de la OTAN (y nunca se lo agradeceremos lo suficiente), y Mariano Rajoy solicitó un rescate bancario a sus socios europeos, después de que un excesivo sentido de la dignidad nacional le hiciese procrastinar en un tema tan delicado.

Foto: Pedro Sánchez y Quim Torra después de su reunión en Pedralbes. (Reuters) Opinión

En mi opinión, el mayor reproche que se le puede hacer a Sánchez no es que cambie de criterio: es por qué y para qué lo hace. Estos días hemos vivido un ejemplo más a cuenta de Cataluña. Tras las elecciones andaluzas, y con los barones socialistas en pie de guerra porque muchos entendían que el apaciguamiento con los independentistas catalanes había sido el aldabonazo de gracia contra el PSOE andaluz, Sánchez cambió de estrategia y, como viene siendo habitual en este gobierno, antes de ponerla en práctica nos la explicó con pelos y señales: el Gobierno iba a presentar los presupuestos a las Cortes (pocas semanas antes el presidente había dicho que no los presentaría sin apoyo porque no quería "marear a los españoles"). De esta forma, los partidos independentistas votarían en contra, y el Gobierno tendría su relato listo para convocar elecciones generales demostrando "no haber cedido" ante las demandas independentistas. Para confirmar este giro estratégico, aprovechando que al 'president' Torra se le calentó la boca invocando la "vía eslovena", algunos ministros empezaron a hablar abiertamente de aplicar de nuevo el art.155. Algunos asesores de Moncloa dejaban caer cómo podía cambiar nuestro panorama político si Sánchez aplicaba el 155 durante la precampaña electoral. El giro copernicano estaba en marcha: de la desinflamación al choque de trenes. Si la próxima cita electoral iba a ser una competición de machos alfa, los españoles sabrían quién tenía las llaves del Falcon.

El rey del regate en corto ha driblado tantas veces a sus oponentes que ha salido de Barcelona sin saber en qué lado estaba su portería

Por el camino, solo había un contratiempo. Un Consejo de Ministros convocado en Barcelona hacía tiempo (cuando la estrategia era otra, la del entendimiento y las buenas palabras, la de los paseos por la fuente de Guiomar). ¿Cómo resolver este entuerto? De manera muy concisa se puede decir que para resolver el lío del Consejo de Ministros, Sánchez ha ido haciendo regates en corto y, seguramente sin quererlo ni darse cuenta, ha terminando cambiando otra vez de estrategia. Tal vez algún lector recuerde a Onésimo, un futbolista español de hace años tan habilidoso con el regate que muchas veces, cuando había superado a su defensor, lo esperaba para volver a regatearlo. A Pedro Sánchez le ha pasado como a Onésimo. El rey del regate en corto ha driblado tantas veces a sus oponentes, que ha salido de Barcelona sin saber en qué lado estaba su portería. Han sido necesarios tantos quiebros para "salvar" la foto del Consejo de Ministros en Barcelona, que el macho alfa del 155 se ha transmutado otra vez en cordero, estampando su firma en un comunicado "conjunto" con la Generalitat, que sustituye la apelación al "orden constitucional" por un vidrioso concepto (nebuloso, que diría Juncker) llamado "seguridad jurídica".

No es la única coincidencia entre May y Sánchez. Hace pocos días la primera ministra británica sobrevivió a una moción de confianza dentro de sus propias filas, aunque con un notable voto de castigo (recibió 200 votos favorables y 117 en contra). La razón por la que May salió con vida es que los conservadores temen que si van a unas nuevas elecciones el líder laborista Jeremy Corbyn se convierta en el nuevo primer ministro británico. Exactamente el mismo razonamiento que lleva a los independentistas catalanes a mantener con respiración asistida al Gobierno de Sánchez. En esto, los catalanes van varios pasos por detrás de los nacionalistas vascos. Pocos días después de cerrar un acuerdo para apoyar los presupuestos de Rajoy, el presidente del PNV Andoni Ortuzar explicaba en una entrevista en El Correo los motivos que lo habían llevado a hacerlo: "Hemos evitado el desastre en Madrid. (…) En este momento un adelanto electoral a otoño solo beneficiaba a Ciudadanos. A quien más le pedimos que espabile es a la izquierda española, que es quien más puede rentabilizar este tiempo que hemos ganado".

En España, como en el Reino Unido, andamos sin Gobierno. O, mejor dicho, con el Gobierno del hortelano, el que ni gobierna ni deja gobernar

¿Y entonces, por qué apenas unos días después el propio PNV decidió desalojar a Rajoy del Gobierno y apoyar la moción de censura de Pedro Sánchez? En realidad (aquí el análisis del PNV fue exquisito) por exactamente el mismo motivo: porque llegados a ese punto, la alternativa a convertir a Sánchez en presidente era ir a unas elecciones anticipadas que podían dar paso a un Gobierno mucho más incómodo para los nacionalistas vascos. Desde su mismo nacimiento, el Gobierno de Pedro Sánchez no era en realidad un gobierno en el sentido operativo del término, ni siquiera para sus socios más próximos: era un instrumento para extender la legislatura hasta donde fuese posible.

Lo que los nacionalistas vascos (o los conservadores británicos) entendieron hace tiempo, los independentistas catalanes lo acaban de entender ahora. La política es un fenómeno climático. Nadie sabe qué aguarda en la siguiente curva. Así que mejor darle a Sánchez el oxígeno necesario para que llegue al otoño, y ya veremos qué pasa entonces. Al menos mientras tanto los independentistas se aseguran que las elecciones municipales, donde tanto se juegan, no queden sepultadas bajo el manto de unas elecciones generales. Mientras tanto, en España, como en el Reino Unido, andamos sin Gobierno. O, mejor dicho, con el Gobierno del hortelano, el que ni gobierna ni deja gobernar. De Theresa May, al menos, sabemos el motivo que le lleva a agarrarse a su silla: culminar un acuerdo sobre el Brexit antes del próximo 29 de marzo de 2019. La verdadera pregunta es por qué el Onésimo de la política española sigue haciendo círculos en la banda.

Hace unos días se montó un pequeño incidente diplomático en Bruselas cuando una cámara captó a la primera ministra británica Theresa May reprochando al presidente de la Comisión Jean Claude Juncker, que este hubiese dicho, en una conferencia de prensa, que las demandas británicas sobre la frontera de Irlanda eran "imprecisas" o "nebulosas" ("nebulous", fue el término utilizado en inglés).

Pedro Sánchez Theresa May Brexit Moncloa Nacionalismo