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Los cuatro acontecimientos políticos que nos pillaron por sorpresa en 2018
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Isidoro Tapia

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Los cuatro acontecimientos políticos que nos pillaron por sorpresa en 2018

Se acaba el año 2018, un momento propicio para hacer balance. Si centramos la mirada en nuestro país, diría que 2018 fue políticamente el año de

Foto: Los jubilados y pensionistas de Bizkaia durante la concentración ante la Torre Iberdrola el pasado mes de noviembre. (EFE)
Los jubilados y pensionistas de Bizkaia durante la concentración ante la Torre Iberdrola el pasado mes de noviembre. (EFE)

Se acaba el año 2018, un momento propicio para hacer balance. Si centramos la mirada en nuestro país, diría que 2018 fue políticamente el año de las erupciones volcánicas. Porque hasta en cuatro ocasiones a lo largo del año (movilizaciones de jubilados, manifestaciones feministas del 8-M, sentencia de la Gürtel y elecciones andaluzas) la sociedad española, a la que se suponía aletargada, reaccionó de una manera enérgica y sorpresiva, una erupción social que casi nadie había anticipado. ¿Cuáles fueron las consecuencias políticas de estos episodios? En algunos casos, quedaron en agua de borrajas. En otros, tuvieron implicaciones duraderas sobre nuestro sistema político. Separar el grano de la paja, a pasado, es un ejercicio interesante. Hacerlo a futuro puede ser una de las claves más importantes para las las muchas citas electorales que nos aguardan en el nuevo año:

- Las manifestaciones de jubilados. El año arrancó con unas movilizaciones inéditas: la protesta contra la revalorización de las pensiones, que en aplicación de la reforma de 2013, iba a ser del 0.25%. Después de la tormenta política, el Ejecutivo de Rajoy primero (decisión luego refrendada por el de Pedro Sánchez) decidió actualizar las pensiones con el IPC, y postergar hasta 2023 la entrada en vigor del llamado “factor de sostenibilidad”.

Pudiera parecer que, una vez acordada la subida de las pensiones con el IPC, las manifestaciones de los jubilados se hubiesen disuelto como un azucarillo. Sin embargo, creo que hay dos efectos que han venido para quedarse. Uno, el desequilibrio de nuestro sistema de pensiones, una de las mayores amenazas para la economía española en los próximos años. Dos, la aparición de los “jubilados” como un actor de importancia creciente en nuestro panorama político.

Foto: Mossos d'Esquadra frente a simpatizantes independentistas. (EFE) Opinión

Es difícil exagerar la delicada situación de nuestro sistema de pensiones. Con la economía en una fase expansiva, el déficit de la Seguridad Social se sitúa por encima de los 15.000 millones de euros anuales, mientras la hucha del Fondo de Reserva se ha agotado, incluso antes de que las generaciones del baby boom apenas hayan empezado a jubilarse. Algunos partidos no parecen compartir la magnitud del problema. En su programa económico, por ejemplo, Vox contiene una propuesta sobre pensiones que parece más bien un chascarrillo (un “sistema mixto de capitalización y reparto” basado en la “solidaridad y la propiedad”). Incluso si supiesen qué quieren decir con esta propuesta, algo que dudo, esta no incluye un solo número, ni el más mínimo análisis que la sostenga. Tan poco formulada está que no daría ni para una tribuna como esta.

El segundo elemento duradero de las protestas de los jubilados es la aparición de un actor político. No de uno más, sino seguramente del actor más importante durante los próximos años. No es que los jubilados estuviesen ausentes del debate, pero hasta ahora su papel era más bien pasivo. Con una fidelidad política muy alta, solo oscilaba su grado de movilización, pero en general los jubilados no formaban parte de los denominados “swing voters”, aquellos que cambian su voto de unas elecciones a otras. Su recién estrenado activismo político, la eclosión de varios partidos, y la evolución demográfica (el peso de los jubilados no hará sino aumentar en nuestro cuerpo electoral) dibuja un panorama muy diferente en los próximos años.

La evidencia desmiente que exista un voto "identitario" de género, como por ejemplo sí existe el voto ecologista o hace años existía uno pacifista

- Las manifestaciones feministas y la importancia “de las abuelas”. La segunda erupción social tuvo lugar con las manifestaciones feministas del 8 de marzo y la posterior reacción ciudadana a la sentencia de la Manada. En mi opinión, estas movilizaciones (y en general el movimiento “me too”) es uno de los fenómenos sociológicos más interesantes de los últimos años. Sin embargo, creo que su efecto político será limitado. La evidencia, tanto en España como en otros países, desmiente que exista un voto “identitario” de género, como por ejemplo sí existe el voto ecologista o hace años existía uno pacifista. Este comportamiento se observó con toda claridad en las elecciones americanas de 2016. Hillary Clinton, la primera candidata mujer a la presidencia por uno de los dos principales partidos, se enfrentaba a un candidato conocido por sus opiniones denigratorias hacia las mujeres. Sin embargo, los resultados electorales no fueron los esperados: aunque las mujeres votaron a Clinton más que a Trump (54% frente a 42%, una diferencia de 12 puntos), el “gender gap” fue muy parecido al de elecciones anteriores (Obama obtuvo un saldo favorable de 11 y 13 puntos en sus dos citas electorales).

Sin perjuicio de lo anterior, sí existen patrones sistemáticos en el comportamiento electoral de las mujeres que, en general, suelen preferir las formaciones políticas más templadas, se interesan menos por los temas identitarios y más por las políticas de bienestar, y suelen ser menos proclives a cambiar de formación política. De hecho, los partidos “nuevos” suelen tener un voto masculino mayor que el femenino, que se va corrigiendo con el tiempo conforme amplían su perímetro electoral.

Si el resto de partidos saben disputarle al PP su predicamento entre las “abuelas”, es posible que los populares se muevan hacia franjas propias de la irrelevancia política

La combinación del factor edad y el femenino da lugar al colectivo políticamente más interesante: déjenme abreviar llamándolas las “abuelas”. En este colectivo se multiplican los efectos descritos anteriormente para los jubilados: las mujeres representan el 55% de los mayores de 65 años, debido a su mayor esperanza de vida, y son incluso más fieles en sus adscripciones políticas. Las “abuelas” son uno de los pocos colectivos que apenas ha cambiado sus patrones de voto pese a la aparición de nuevos partidos en los últimos años. Según el último CIS, cerca de un 30% del voto que todavía conserva el PP, provendría de las “abuelas”, de largo el mayor grupo de votantes populares (en cambio el PP habría perdido las franjas intermedias de edad a favor de Ciudadanos y estaría perdiendo el voto de los “abuelos” a favor de Vox). De hecho, el PP obtiene un “gender gap” muy alto (según el último panel del Confidencial de más de 10 puntos) que se explicaría por las “abuelas”, una especie de “últimas de Filipinas” entre los votantes populares. Si el resto de partidos encuentran la manera de disputarle al PP su predicamento entre las “abuelas”, es posible que los populares se muevan hacia franjas propias de la irrelevancia política.

- La sentencia de la Gürtel, la moción de censura y las demandas de regeneración. La tercera erupción volcánica en la sociedad española ocurrió a raíz de la sentencia de la Gürtel. La severidad de las penas y las dudas vertidas en la propia sentencia sobre la credibilidad del Presidente Rajoy, actuaron como una tormenta perfecta para catalizar el malestar acumulado durante años. Pedro Sánchez jugó astutamente sus cartas y el resultado fue, nada menos, que su victoria en la moción de censura y el cambio de Gobierno. Este caldo de cultivo también explica el alivio y el favor generalizado con el que fue recibido el nuevo Gobierno. Sin embargo, nunca tanto capital político se dilapidó tan pronto. Sánchez pareció no entender que las demandas de regeneración iban más allá de la salida de Rajoy de la Moncloa, que exigían unos estándares políticos por completo distintos: Sánchez se los saltó sin rubor en los nombramientos tras el cambio de Gobierno, donde impuso a sus más allegados en instituciones tradicionalmente “neutrales” como el CIS o Correos; apenas mantuvo sus estándares éticos lo que tardaron en dimitirle dos ministros, terminando por aceptar comportamientos más graves que otros que en el pasado motivaron la dimisión de ministros de Rajoy (por ejemplo, el uso de información privilegiada en la venta de acciones). La bandera de la regeneración era una de las pocas que podía desplegar un Ejecutivo de 84 diputados, atado de pies y manos en su capacidad de maniobra para la mayoría de actuaciones. Pero la verdadera “mirada amplia” del Presidente Sánchez ha sido sobre sus propios estándares éticos y sus promesas de regeneración, terminando por quemar, junto al queroseno del ubicuo Falcon, buena parte de sus aspiraciones políticas.

Los votantes han entendido el multipartidismo bastante antes que los propios partidos políticos.

- Las elecciones en Andalucía y la irrupción de Vox. Esto último enlaza con la cuarta sorpresa de nuestro panorama político en 2018: la derrota socialista en Andalucía, donde está a punto de perder un gobierno que ha ocupado de manera ininterrumpida durante los últimos 37 años, y la irrupción de Vox. Sería erróneo tratar de explicar ambos fenómenos a partir de una sola causa. Y, sin embargo, creo que la variable con mayor capacidad explicativa de lo sucedido en Andalucía es precisamente las demandas de regeneración. Después de 37 años, cualquier gobierno acumula gruesas capas de grasa. El gobierna socialista en Andalucía no era una excepción, sino más bien lo contrario: un régimen dentro del régimen. Las demandas de regeneración institucional en Andalucía, unidas a la decepción provocada por el Gobierno de Sánchez en el campo de la regeneración, ha actuado como una pinza paralizante desmovilizado a los electores socialistas.

¿Qué nos deparará 2019? Habrá sin duda sorpresas imprevisibles, giros argumentales que nos pillarán a todos con el paso cambiado. Pero habrá también, siguiendo la conocida terminología de Donald Rumsfeld “sorpresas previsibles” (“known unknowns”). Déjenme mencionar solo dos. En la próxima cita electoral en mayo (en principio elecciones europeas, autonómicas y municipales) habrá “voto diferencial”. Es posible que un partido gane las elecciones europeas, otro las municipales y un tercero se haga con el gobierno de las plazas más emblemáticas. Los votantes han entendido el multipartidismo bastante antes que los propios partidos políticos. La segunda sorpresa previsible serán las mutaciones del presidente Sánchez, que jugará a doctor Jekyll y Mr. Hide no en uno sino en dos tableros: en Cataluña pasará del apaciguamiento al martillo del 155 según soplen los vientos demoscópicos cada semana. En el resto de España, alternará entre el giro a la izquierda (intentando movilizar al electorado de izquierdas frente al supuesto “frente” de las derechas) y el viraje al centro, para intentar aprovechar el espacio creado por la irrupción de Vox. En algún momento, seguramente en el otoño, tirará la toalla y convocará elecciones. Eso sí, saber cuál de estos cuatro “Pedros -Sánchez”, o de sus muchas otras derivaciones, concurrirá a las urnas, es una de las “unknown unknowns”, de las sorpresas más imprevisibles.

Se acaba el año 2018, un momento propicio para hacer balance. Si centramos la mirada en nuestro país, diría que 2018 fue políticamente el año de las erupciones volcánicas. Porque hasta en cuatro ocasiones a lo largo del año (movilizaciones de jubilados, manifestaciones feministas del 8-M, sentencia de la Gürtel y elecciones andaluzas) la sociedad española, a la que se suponía aletargada, reaccionó de una manera enérgica y sorpresiva, una erupción social que casi nadie había anticipado. ¿Cuáles fueron las consecuencias políticas de estos episodios? En algunos casos, quedaron en agua de borrajas. En otros, tuvieron implicaciones duraderas sobre nuestro sistema político. Separar el grano de la paja, a pasado, es un ejercicio interesante. Hacerlo a futuro puede ser una de las claves más importantes para las las muchas citas electorales que nos aguardan en el nuevo año:

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