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Canarias, una jugada de billar para Pablo Casado
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Isidoro Tapia

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Canarias, una jugada de billar para Pablo Casado

La política española es un juego en el que da igual quién se enfrente (tirios contra troyanos, Villarriba contra Villabajo), porque siempre ganan los nacionalistas vascos y los canarios

Foto: Ana Oramas, de CC-PNC, recoge su acta de diputada en el Congreso para la nueva legislatura. (EFE)
Ana Oramas, de CC-PNC, recoge su acta de diputada en el Congreso para la nueva legislatura. (EFE)

Si el fútbol es un juego de once contra once donde siempre ganan los alemanes, la política española es un juego en el que da igual quién se enfrente (tirios contra troyanos, Villarriba contra Villabajo), porque siempre ganan los nacionalistas vascos y los canarios (hasta hace algunos años, también ganaban siempre los catalanes, pero decidieron sacrificarlo todo en el altar onírico de la independencia).

El caso de Canarias es especialmente asombroso: los nacionalistas canarios se hicieron con el poder hace 26 años, a través de una moción de censura contra el socialista Jerónimo Saavedra. Desde entonces, nunca han dejado de estar en el Gobierno, ora con los populares, ora con los socialistas, según por dónde soplasen los vientos, pero siempre retorciendo la aritmética en el Parlamento autonómico para que fuese favorable a sus intereses.

Los nacionalistas canarios se hicieron con el poder hace 26 años con una moción de censura. Desde entonces, nunca han dejado de estar en el Gobierno

Los nacionalistas canarios han llevado a una dimensión nueva los equilibrismos en el alambre político: en la legislatura recién finalizada, se hicieron con la presidencia del Gobierno autonómico a pesar de quedar en tercer lugar en las elecciones (por detrás en votos tanto de socialistas como de populares), gracias al voto favorable de los socialistas a la investidura de Fernando Clavijo en 2015. Apenas un año después, se rompía el Gobierno de coalición, pero milagrosamente el Gobierno de Clavijo aguantó con apenas 18 escaños sobre un total de 60 los casi tres años restantes de legislatura.

Oramas: ''Coalición Canaria no va a apoyar un Gobierno de coalición ni programático con Podemos''

No ha sido la única muestra de funambulismo político de Coalición Canaria: en 2007, los socialistas (con López Aguilar como candidato) arrasaron en las elecciones autonómicas, pero Coalición Canaria llegó a un acuerdo con el PP para formar un Gobierno de coalición entre ambos (presidido por los nacionalistas, por supuesto). En 2011, ocurrió al contrario: el PP (con Soria como candidato) ganó las elecciones, pero esta vez los nacionalistas canarios se aliaron con los socialistas para alzarse con el Gobierno (también presidido, cómo no, por ellos mismos). La tostada en Canarias siempre cae del mismo lado: quien visite las islas escuchará, medio en broma medio en serio, que las elecciones autonómicas allí en realidad solo sirven para elegir al compañero de cama de los nacionalistas canarios.

Foto: Ana Oramas (Coalición Canaria) y Adriana Lastra (PSOE). (EFE)

Quizá porque Coalición Canaria ha cambiado tan a menudo de compañero, normalmente no se incluye a Canarias como una de las comunidades autónomas donde la hegemonía de un partido ha convertido las instituciones en un régimen clientelar, más que en un simple Gobierno (como se ha dicho de los socialistas en Andalucía, los populares en Castilla y León o Madrid, o los nacionalistas en el País Vasco o Cataluña). Pero los efectos prácticos de este largo Gobierno de los nacionalistas canarios no han sido muy distintos: el actual presidente en funciones, Fernando Clavijo, está imputado por un delito de prevaricación y malversación de caudales públicos (el llamo caso Grúas).

No es la primera vez que se enfrenta a una situación procesal parecida: ya en 2014 estuvo imputado por varios delitos en el llamado caso Corredor, un presunto trato de favor del Ayuntamiento de La Laguna (del que era alcalde Clavijo) en un enfrentamiento entre dos empresarios del ocio nocturno. Las imputaciones contra Clavijo fueron finalmente archivadas, después de que se declararan nulas las escuchas telefónicas entre el alcalde y varios de sus concejales (para los aficionados a la novela policíaca, la trama tuvo de todo: el auto judicial que autorizaba las escuchas desapareció misteriosamente de los ordenadores del juzgado; por su parte, el empresario presuntamente favorecido está actualmente en prisión, acusado del asesinato de su rival, que fue tiroteado en plena calle).

La tostada en Canarias siempre cae del mismo lado: las autonómicas, en realidad, solo sirven para elegir al compañero de cama de los nacionalistas canarios

Lo cierto es que es difícil sostener la tesis de la manzana podrida: Miguel Zerolo, exalcalde de Santa Cruz de Tenerife y uno de los dirigentes históricos de Coalición Canaria, ingresaba en prisión hace apenas un par de meses después de recibir una condena de siete años de cárcel por un delito de corrupción urbanística en el denominado caso de Las Teresitas. Durante los últimos años, ha habido investigaciones judiciales en materia urbanística, sobre los conciertos sanitarios, la construcción del puerto de Granadilla o la gestión de la radiotelevisión pública. De acuerdo con las estadísticas del CGPJ, Canarias es una de las CCAA que sistemáticamente tienen más políticos procesados o condenados por casos de corrupción política.

Mientras tanto, Canarias sigue sufriendo una tasa de paro por encima del 20% (la más alta de España, junto con Andalucía y Extremadura), un déficit acumulado de infraestructuras (los atascos en Tenerife, que afectan a más de 200.000 personas cada día, se han convertido en un caos cotidiano), y una economía que tiene todos los problemas de la economía española (precariedad laboral, estacionalidad, monocultivo —en el caso canario, el turismo—, y los problemas de integración derivados de la presión migratoria), solo que más graves y acentuados.

De acuerdo con las estadísticas del CGPJ, Canarias es una de las CCAA que tienen más políticos procesados o condenados por corrupción política

El resultado de las elecciones el pasado 26-M ha dejado en Canarias un mapa endiablado: como ha explicado Rafael Méndez en este diario, ni el bloque de la izquierda (PSOE, Nueva Canarias y Podemos) ni el de la derecha (Coalición Canaria, PP y Cs) alcanzan por sí solos la mayoría. Ambos necesitan el apoyo del exsenador socialista Curbelo, expulsado tras ser detenido en una sauna, y que gracias al sistema electoral ha obtenido tres diputados en La Gomera con apenas 6.000 votos (Ciudadanos ha obtenido solo dos pese a recibir 10 veces más votos).

Coalición Canaria, una vez más, está jugando con dos barajas. Con los socialistas (con los que terminó a uñas la pasada legislatura autonómica), juega a que sus dos diputados en Madrid sean decisivos para la investidura de Pedro Sánchez (el valor de estos diputados se ha disparado desde que los letrados del Congreso han mantenido inalterada la mayoría absoluta, pese a la suspensión de los diputados presos). Con el PP, juegan a que la fragancia de recuperar una pieza de poder territorial sea irresistible para los de Casado.

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¿No existe ninguna otra combinación alternativa? Sí, existe una: pero exigiría varias dosis de responsabilidad, audacia y maquiavelismo político, especialmente por parte del PP de Casado. Una coalición 'constitucionalista' (PSOE, Cs y PP, o una coalición de los dos primeros apoyada parlamentariamente por el PP) sumaría 38 diputados, por encima de la mayoría absoluta. Los nacionalistas canarios se quedarían fuera del Gobierno autonómico por primera vez desde 1993. Y, al mismo tiempo, estrecharía el campo de juego en Madrid para Pedro Sánchez, que se vería obligado a hacer depender su investidura de los votos de los partidos independentistas catalanes o de Bildu.

¿Qué decidirá Casado? Pues aunque los intereses apunten todos en la misma dirección, yo no me apresuraría a hacer apuestas. Incluso si el PP decidiese dar gratis sus diputados a los socialistas canarios, no descartaría que las presiones de Ferraz hiciesen descarrilar un Gobierno de gran coalición en Canarias. En la política española (y especialmente en la canaria), se juega de muchas maneras diferentes, pero al final, la mayoría de las veces, siempre ganan los mismos.

Si el fútbol es un juego de once contra once donde siempre ganan los alemanes, la política española es un juego en el que da igual quién se enfrente (tirios contra troyanos, Villarriba contra Villabajo), porque siempre ganan los nacionalistas vascos y los canarios (hasta hace algunos años, también ganaban siempre los catalanes, pero decidieron sacrificarlo todo en el altar onírico de la independencia).

Pablo Casado