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"Gobierno de cooperación": un eufemismo contra el farol de la repetición electoral
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Isidoro Tapia

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"Gobierno de cooperación": un eufemismo contra el farol de la repetición electoral

La opinión mayoritaria estos días es que unas segundas elecciones beneficiarían a los socialistas. La mía, en cambio, es la contraria

Foto: Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, durante su reunión en el Congreso de los Diputados, este 11 de junio de 2019. (Inma Mesa | PSOE)
Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, durante su reunión en el Congreso de los Diputados, este 11 de junio de 2019. (Inma Mesa | PSOE)

'Cui prodest?', se preguntaba Cicerón en sus alegatos. ¿A quién beneficia?, se preguntan los jueces más sagaces para encontrar al responsable de un delito. Y, en el fondo, los analistas no hacemos sino repetirnos la misma pregunta que se hacían los magistrados romanos, cuando tratamos de arrojar luz sobre las estrategias políticas.

La semana arrancaba con lo que parecía un ultimátum del secretario de Organización socialista: “La alternativa a una investidura viable es la repetición de elecciones”, decía el ministro de Fomento en funciones. O Iglesias afloja con sus reivindicaciones de un Gobierno de coalición, parecía decir Ábalos, o dado que ni Rivera ni Casado van a permitir la investidura de Sánchez, nos veremos abocados a unas nuevas elecciones. Un órdago. O un farol. Porque, ¿a quién beneficiarían estas elecciones?

Foto: El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, y el líder de Podemos, Pablo Iglesias, al inicio de la reunión mantenida esta mañana en el Congreso. (EFE)

La opinión mayoritaria estos días es que unas segundas elecciones beneficiarían a los socialistas. La mía, en cambio, es la contraria: es Sánchez (además de Vox) quien más arriesga con una segunda convocatoria electoral. Por este motivo, creo que terminará habiendo un Gobierno con ministros de Podemos (y me atrevería a decir que probablemente Iglesias sea uno de ellos, su vida política depende en gran parte de que así sea). Y, en caso necesario, también creo que los socialistas buscarán la aquiescencia de los independentistas catalanes, antes que citarnos de nuevo con las urnas.

¿Por qué pueden salir trasquilados los socialistas de una nueva convocatoria electoral? Veamos: en el mejor de los casos, el PSOE puede incrementar su botín electoral en una veintena de diputados (Rajoy incrementó su cosecha electoral en apenas 14 escaños tras la repetición de las elecciones en 2016, pese a que prácticamente todo jugó a su favor en aquellos comicios). Incluso aunque los socialistas se fueran por encima de los 140 escaños, cualitativamente su situación no sería muy distinta de la de ahora: seguirían estando lejos de la mayoría absoluta, y seguirían necesitando a Podemos para formar Gobierno. Es más, podría darse la curiosa paradoja de que, aunque subiesen los socialistas y se hundiesen los morados, la suma de ambos superase la mayoría absoluta, lo que en la práctica fortalecería la posición de Iglesias (uno de los principales argumentos socialistas para oponerse al Gobierno de coalición que propone Iglesias es que la suma entre PSOE y Podemos, por sí sola, no es suficiente).

Creo que terminará habiendo un Gobierno con ministros de Podemos (y me atrevería a decir que probablemente Iglesias sea uno de ellos)

De hecho, este es el cálculo que puede estar haciendo la dirección de Podemos: se escucha a menudo que Iglesias sería el mayor damnificado en una repetición electoral (especialmente si para entonces Errejón ha puesto en marcha su nuevo proyecto político de ámbito nacional). Pero pudiera suceder que Iglesias, aun conservando apenas una veintena de diputados, fuese más decisivo para la aritmética parlamentaria de lo que lo es ahora. A fin de cuentas, el Parlamento es como un mercado marginalista: el más importante es el último diputado necesario para formar la mayoría de 176. Que se lo pregunten si no a Pedro Quevedo, el diputado de Nueva Canarias, que hizo carrera política gracias a que su voto fue decisivo para sacar adelante dos Presupuestos de Mariano Rajoy.

Iglesias y el Gobierno de coalición

¿Y qué ocurriría en la derecha? Casado ha visto que, apenas sin hacer nada, gran parte del voto que se le fue a Vox en las elecciones generales ha vuelto al PP el 26-M. No han sido necesarios grandes golpes de timón: ha bastado rebajar unas décimas el tono en ocasiones histriónico que utilizó en la campaña de las generales, y dejar que los votantes de la derecha reflexionasen en el rincón, para alcanzar una conclusión a todas luces evidente: que dividir tu voto en tres partidos es la forma más eficaz de mantener a Sánchez en la Moncloa, sobre todo si por el camino no movilizas ningún voto adicional (el votante de derecha nunca ha sido abstencionista), y en cambio construyes el relato perfecto para tensionar al electorado de izquierda (mucho más perezoso históricamente a la hora de acudir a las urnas). Así que Casado puede pensar, con razonables fundamentos, que una repetición de las elecciones podría devolver al PP gran parte de los votantes que ha perdido.

¿Y qué sucedería con Rivera? Para Ciudadanos, enfrascado como está en disputar el cetro de la oposición a Casado, una repetición de las elecciones ahora podría ser como un baño en el rio Jordán a ojos de los votantes de derecha. Una manera de quitarse por fin el estigma de su apoyo a la fallida investidura de Sánchez en 2016. Un 'no-es-no' purificador, mimetizando la estrategia que el propio Sánchez siguió para volver como Espartaco a arrebatar la antorcha del liderazgo de la izquierda a Pablo Iglesias.

placeholder El líder del PP, Pablo Casado. (Reuters)
El líder del PP, Pablo Casado. (Reuters)

En el fondo, quien más debe temer el adelanto electoral es el líder de Vox, Santiago Abascal. Tanto, que a veces miro con el rabillo del ojo sus declaraciones, no vaya a anunciar que, por el bien de España, y para evitar el chantaje de los independentistas, Vox decide abstenerse en la segunda vuelta de la investidura de Sánchez.

¿Y si el votante de izquierda, desencantado porque PSOE y Podemos hayan sido incapaces de ponerse de acuerdo, decide quedarse en su casa?

Insisto, y todo este análisis es poniéndonos en el caso más favorable para los socialistas: porque, ¿y si la rueda de la fortuna electoral no se mueve en el sentido esperado? ¿Y si el votante de izquierda, desencantado porque PSOE y Podemos hayan sido incapaces de ponerse de acuerdo, incluso en las circunstancias más favorables, decide quedarse en su casa? ¿Y si el previsible desplome de Vox en unas nuevas elecciones actúa como un sedativo en la izquierda? La mayoría de encuestas apenas unos meses atrás situaba a los tres partidos de la derecha al borde de la mayoría absoluta. ¿Acaso alguien piensa que Sánchez va a arriesgar su más preciado botín, la llave de cuatro años más en la Moncloa, resistiéndose numantinamente a ceder un par de ministerios con los que buscar acomodo a las pretensiones de Iglesias? Aunque para ello haya que llamarlo “Gobierno de cooperación” y no de coalición. O pulpo como animal de compañía.

'Cui prodest?', se preguntaba Cicerón en sus alegatos. ¿A quién beneficia?, se preguntan los jueces más sagaces para encontrar al responsable de un delito. Y, en el fondo, los analistas no hacemos sino repetirnos la misma pregunta que se hacían los magistrados romanos, cuando tratamos de arrojar luz sobre las estrategias políticas.

Mariano Rajoy Ciudadanos