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Por qué Sánchez perdería más que Iglesias en una repetición electoral
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Isidoro Tapia

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Por qué Sánchez perdería más que Iglesias en una repetición electoral

¿Qué ocurriría en unos nuevos comicios? Los socialistas presionan con encuestas favorables y la irrupción de Errejón, pero podrían salir perdiendo incluso sacando más votos

Foto: El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, en una entrevista en la Cadena Ser. (EFE)
El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, en una entrevista en la Cadena Ser. (EFE)

¿Quién perdería más en una repetición electoral, Pedro Sánchez o Pablo Iglesias? De la respuesta a esta pregunta depende casi todo lo que ocurrirá próximamente: la investidura de la semana que viene, una (eventual) nueva sesión de investidura en septiembre, o la repetición de elecciones en noviembre. Si Iglesias tiene las de perder, habrá Gobierno en solitario de los socialistas (o en alguna de las versiones propuestas por el presidente Sánchez). Si en cambio Sánchez tiene más que perder, habrá Gobierno de coalición con Podemos. Y, finalmente, si lo que perderían ambos fuese similar, se repetirán las elecciones.

Mi opinión es que quien más perdería en una repetición electoral sería Pedro Sánchez. Por este motivo, llevo defendiendo desde casi el día siguiente a las elecciones del pasado mes de abril, que finalmente habrá un Gobierno de coalición entre socialistas y Podemos. En este artículo intentaré explicar por qué.

placeholder Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, en un encuentro en Moncloa. (EFE)
Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, en un encuentro en Moncloa. (EFE)

Una precisión inicial: en realidad, lo decisivo no es quién gane o pierda, sino las expectativas: es decir, lo que piensen los protagonistas que ocurrirá en caso de repetición electoral. Es solo un matiz pero decisivo: si cada parte tiene expectativas diferentes (Sánchez piensa que saldría beneficiado de unos nuevos comicios, pero Iglesias también lo cree) podemos tener resultados inesperados.

Empecemos por decir que el resultado del pasado 28-A fue óptimo para los socialistas. Óptimo políticamente: siempre podrían haber obtenido más escaños, como es obvio, pero difícilmente podrían haber obtenido un mejor resultado en términos cualitativos. Su victoria fue incontestable (prácticamente doblan en escaños al segundo partido), y además sus principales rivales (PP y Ciudadanos) prácticamente empataron, lo que les condena a mantener un pulso que los erosiona mutuamente. Fue óptimo también desde el punto de vista de las posibles mayorías: los socialistas se quedaron cerca de alcanzar la mayoría con Podemos, pero sin alcanzarla (165 diputados entre ambos), permitiéndoles resistirse a una coalición con el partido de Iglesias que, ya debería resultar evidente, no les despierta ningún entusiasmo. Con 10 diputados más, los socialistas no tendrían excusa para negarse a hacer ministro a Iglesias.

Las elecciones también regalaron a los socialistas una segunda mayoría: la que podrían formar con Ciudadanos (con los que suman 180 diputados). Podrían haberla utilizado tanto para explorar un Gobierno de perfil centrista, o incluso como simple baza negociadora, para debilitar la posición de Iglesias. Pero lo cierto es que ni Ciudadanos ha dado ninguna facilidad para que así sea, ni los socialistas se han preocupado lo más mínimo en explorarla. Seguramente, ha sido uno de sus principales errores en la negociación.

Los socialistas presionan con unas encuestas que les resultan favorables y con la irrupción a nivel nacional del nuevo partido de Íñigo Errejón

¿Qué ocurriría en una repetición electoral? Los socialistas presionan con unas encuestas que les resultan favorables y con la irrupción a nivel nacional del nuevo partido de Íñigo Errejón, que restaría apoyos a Podemos. Pero incluso si así sucediese (lo que está lejos de estar claro, como señalaré más adelante) podría ocurrir la siguiente paradoja: que subiendo en votos el PSOE, su posición tras unos nuevos comicios sea más débil a la hora de negociar. Y que pasase lo contrario con Iglesias: que pese a perder, salga ganando. ¿Por qué esta contradicción?

Veamos: seamos generosos con las expectativas del PSOE, y supongamos que efectivamente experimentan un subidón electoral que los lleva de sus 123 diputados actuales a una franja de entre 140 y 150 (recordemos que en la repetición electoral de 2016, Rajoy apenas subió una decena de diputados). ¿Qué ocurrirá entonces? Supongamos también que los actuales 42 diputados de Iglesias se reparten a medias entre Podemos y la nueva formación de Errejón. La izquierda alcanzaría la mayoría con un Gobierno a tres. Déjenme llamar a este Gobierno el “trirrojito”. ¿Sería más coherente un Gobierno de Sánchez con Errejón e Iglesias en el Consejo de Ministros? ¿Sería más fácil un Gobierno en solitario de los socialistas? Con tamaña colección de egos teniendo que negociar cada iniciativa política, lo único seguro es que a los cuchilleros toledanos se les acumularía el trabajo.

placeholder Íñigo Errejón, en la Asamblea de Madrid. (EFE)
Íñigo Errejón, en la Asamblea de Madrid. (EFE)

Vayámonos al extremo más generoso para los socialistas, y supongamos que la irrupción de Errejón es tan fuerte que por sí solo este partido y el PSOE alcanzan la mayoría de 176 diputados. ¿Vale la pena arriesgarse a tanto para hacer ministro a Errejón en lugar de a Iglesias?

Porque lo cierto es que los socialistas correrían un riesgo muy alto. Dividir el voto de izquierda en tres formaciones, con nuestro sistema electoral, es el camino más corto para pegarse un batacazo electoral. No hace falta irse muy lejos para encontrar evidencias: antes de las recientes elecciones, se escuchaba también que la aparición de un nuevo actor en el espacio de la derecha (Vox) podía actuar como revulsivo para movilizar en su totalidad esa parte del espectro político. El resultado, en cambio, fue el contrario: en votos, hubo prácticamente un empate entre izquierda (PSOE y Podemos) y derecha (PP, Ciudadanos y Vox). Ambos bloques sumaron 11,2 millones de votos. En escaños, en cambio, mientras la izquierda obtuvo 165 diputados, la derecha se quedó en 147. Si hoy Pedro Sánchez es el candidato a la investidura, es porque unos fueron a las elecciones en pareja y los otros formando un trío.

Si tres partidos de izquierda concurren a las próximas elecciones, lo más probable es que el reparto de votos apenas se modifique, pero en cambio el de escaños se iguale. En lugar de un escenario de mayor estabilidad, tendríamos lo contrario. Un Congreso prácticamente partido por la mitad.

En caso de repetición, pinta difícil para la izquierda. El fantasma de Vox se ha diluido y ese fue un potente argumento para movilizar a los votantes

Y todo ello, insisto, suponiendo que el resultado electoral fuese parecido. Porque en caso de repetición electoral pintan bastos para la izquierda. Todas las campañas electorales tienen un catalizador: la del pasado mes de abril, fue la foto de Colón y la irrupción de Vox. Este fue el principal argumento de campaña de la izquierda (por eso Sánchez intentó meterlos en el debate electoral), y no les fue mal: la participación llegó al 75%, la más alta desde las elecciones de 2004. Es muy dudoso, sin embargo, que en una repetición de los comicios la izquierda consiguiese movilizar a su electorado de una manera parecida. El fantasma de Vox se ha diluido en los últimos meses, no solo porque su resultado estuvo por debajo de las expectativas, sino también porque las fotos de la formación de Abascal en una mesa de negociación ya forman parte de nuestro paisaje cotidiano, como hemos visto en Madrid o en Murcia.

El “trirrojito”, por el momento, es solo un fantasma, pero puede convertirse en un petardazo colosal. No descarten que la eléctrica fase política que empezó una tarde de mayo de 2018 con una moción de censura que fue como un relámpago, termine, igual de espectacular, en un abrir y cerrar y ojos. Sería un poético final para este período de nuestra historia política con tantas semejanzas con los fuegos de artificio. Ricardo Dudda citaba hace unas semanas a Leon Trotski, cuando decía que “los marxistas alimentan sus utopías de las derrotas épicas del pasado”. Parece que la izquierda española va camino de consumar otra.

¿Quién perdería más en una repetición electoral, Pedro Sánchez o Pablo Iglesias? De la respuesta a esta pregunta depende casi todo lo que ocurrirá próximamente: la investidura de la semana que viene, una (eventual) nueva sesión de investidura en septiembre, o la repetición de elecciones en noviembre. Si Iglesias tiene las de perder, habrá Gobierno en solitario de los socialistas (o en alguna de las versiones propuestas por el presidente Sánchez). Si en cambio Sánchez tiene más que perder, habrá Gobierno de coalición con Podemos. Y, finalmente, si lo que perderían ambos fuese similar, se repetirán las elecciones.

Pedro Sánchez Íñigo Errejón
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