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Sánchez acierta; ahora debe rectificar
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Isidoro Tapia

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Sánchez acierta; ahora debe rectificar

El único camino que le queda por explorar es plantear una fórmula sincera de colaboración a PP y Ciudadanos. Es su turno, señor presidente

Foto: Pedro Sánchez y la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo. (EFE)
Pedro Sánchez y la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo. (EFE)

El presidente del Gobierno ha acertado al negarse a formar un Gobierno de coalición con Podemos. Vistos los derroteros por los que ha transcurrido la negociación entre ambos partidos, ese Gobierno hubiese sido una bomba de relojería en nuestro sistema político. Por mucha melancolía que produzcan las derrotas, también las parlamentarias, y más aún las investiduras (que son proyectos que no llegan a nacer), lo ocurrido ayer fue en realidad una victoria. Porque para el conjunto los españoles, es mejor un Gobierno en funciones que un mal(ísimo) Gobierno.

Foto: Reunión de la mesa política del grupo confederal Unidas Podemos. (EFE)

La desconfianza entre ambas partes, PSOE y Podemos, había alcanzado cotas máximas. Las dos partes tienen sus motivos. Sánchez no ha mostrado ningún entusiasmo por la coalición de Gobierno (que ha tratado de evitar de todas las formas posibles), ha vetado al líder de los morados (de hecho, si ha acabado negociando una coalición ha sido por su imprudencia en personalizar los escollos en Iglesias), y la negativa a que dirigentes de Podemos accediesen a ministerios "de Estado", o que pudiesen tener competencias en materias como Hacienda, Trabajo o Energía, han puesto de manifiesto la suficiencia (o desconfianza) con la que los socialistas miran todavía Podemos, como a un hermano pequeño revoltoso e inconsciente; un compañero que puede servir para calentar las plazas o llenar las manifestaciones, pero que no sirve para las labores de Gobierno.

Sánchez debería convocar una mesa con PP y Cs, los únicos otros dos partidos que le pueden garantizar la investidura

Por su parte, Podemos mira a los socialistas con una desconfianza simétrica, incrustada en sus desengaños históricos, y por este motivo, desde la óptica morada, igual de fundada que la inversa: si Podemos reclama el Ministerio de Trabajo es porque piensa que a los socialistas se les llena la boca con derogar la reforma laboral cuando están en la oposición, pero que arrastran los pies una vez pisan los ministerios. O que no se atreven con las empresas eléctricas, o a "subir los impuestos a los más ricos". Y a su vez, la simple posibilidad de que Podemos ponga sexo donde los socialistas ponían amor, acciones en lugar de solo palabras, provoca calambres entre los socialistas.

Con esta química entre ambas partes, el resultado, como escribía ayer, hubiese sido caótico, terminando antes o después en un sonado divorcio. Me atrevería a decir que de todas las decisiones que ha tomado en su carrera política Pedro Sánchez, la de rechazar la coalición con Iglesias (ni siquiera se ha tomado la molestia de responder a la última oferta in extremis, hecha por Iglesias con excesiva teatralidad durante el propio debate de la investidura) ha sido la más loable. Porque ninguna alternativa era fácil, pero seguramente el camino más costoso para el presidente es el que ha tomado. Reconocer que no está entre sus planes gobernar con Podemos, que en su fuero interior no cree que los morados estén en condiciones de participar de las responsabilidades de Gobierno. Es un camino de alto riesgo para enfrentarse de nuevo a unas elecciones que si ganó en abril fue precisamente por la movilización del electorado tradicional de la izquierda.

En septiembre, los socialistas no se resistirán a la tentación de recorrer el último milímetro que los ha separado para llegar a un acuerdo

Muchas veces he criticado al presidente desde estas líneas; vaya desde aquí, esta vez, mi más cerrado aplauso. Pero creo que el presidente debería evitar una reflexión a medias. La conclusión inevitable del caótico proceso de los últimos días es que a Podemos todavía le faltan varios hervores para asumir responsabilidades de Gobierno. Pero Sánchez se equivocaría si insistiese en gobernar en solitario. Sus 123 diputados (124 después de cosechar el pírrico apoyo del diputado regionalista cántabro, un botín paupérrimo tres meses después de las elecciones) dan para lo que dan: si Podemos no está en condiciones de asumir "responsabilidades de Estado", si hay discrepancias insalvables en temas cruciales como el conflicto territorial, al presidente solo le queda un camino: mirar al otro lado de la cámara.

Foto: Pedro Sánches abandona el hemiciclo tras perder la segunda votación para ser presidente del Gobierno. (Efe)

Sánchez debería convocar inmediatamente una mesa con PP y Ciudadanos, los únicos otros dos partidos que le pueden garantizar la investidura. Los tres partidos deberían dejarse el argumentario en casa: los socialistas no pueden seguir pidiendo la abstención "para que la legislatura eche a andar". Ese es un camino vacío que solo conduce a la misma inestabilidad que hemos visto en el último año. Y PP y Ciudadanos deberían dejarse de gesticulaciones: "la banda", el "Gobierno Frankenstein" y las felonías quedaron enterradas ayer entre los cascotes de la investidura de Sánchez. Sería un enorme error tratar artificialmente de reanimarlas.

placeholder El portavoz del PNV, Aitor Esteban (i), el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, e Inés Arrimadas. (EFE)
El portavoz del PNV, Aitor Esteban (i), el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, e Inés Arrimadas. (EFE)

Y eso será exactamente lo que ocurra si Sánchez vuelve a dejar pasar los meses mientras se cruza de brazos. En septiembre, después de que aparezca alguna encuesta con el gesto fruncido para los socialistas, ni socialistas ni morados se resistirán a la tentación de recorrer el último milímetro que los ha separado para llegar a un acuerdo (llegará un día en el que recordaremos de forma entrañable que "las políticas activas de empleo" fueron la cordillera que impidió nuestro primer Gobierno de coalición en cuarenta años). El presidente ha dicho que hay que "explorar otros caminos" para evitar unas nuevas elecciones.

Solo queda pedirle que, efectivamente, sean caminos nuevos. Porque el del Gobierno en solitario lo ha explorado con más pena que gloria en el último año, y lo ha seguido porfiando en los tres meses que ha dejado pasar en vano desde las pasadas elecciones. Y el de la coalición de Podemos lo ha explorado en tres días vertiginosos que nos costará mucho tiempo. El único camino que le queda por explorar es plantear una fórmula sincera de colaboración a PP y Ciudadanos. Es su turno, señor presidente.

El presidente del Gobierno ha acertado al negarse a formar un Gobierno de coalición con Podemos. Vistos los derroteros por los que ha transcurrido la negociación entre ambos partidos, ese Gobierno hubiese sido una bomba de relojería en nuestro sistema político. Por mucha melancolía que produzcan las derrotas, también las parlamentarias, y más aún las investiduras (que son proyectos que no llegan a nacer), lo ocurrido ayer fue en realidad una victoria. Porque para el conjunto los españoles, es mejor un Gobierno en funciones que un mal(ísimo) Gobierno.

Pedro Sánchez Ciudadanos
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