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El astete-vilariño y la sopa de ajo
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Leopoldo Abadía

Desde San Quirico

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El astete-vilariño y la sopa de ajo

Aparezco en el bar de siempre con el Time debajo del brazo. Pienso que así le impresiono a mi amigo, pero a éste no le impresiona

Aparezco en el bar de siempre con el Time debajo del brazo. Pienso que así le impresiono a mi amigo, pero a éste no le impresiona nada.

 

Le digo que en Estados Unidos han empezado a hablar de “greed” (que se pronuncia “griid” y que quiere decir “avaricia”), refiriéndose a todo este escandalazo que se ha organizado con los ninjas, los Bancos, las hipotecas, los sueldos de los banqueros y demás.

Y que en el momento en que han empezado a hablar de avaricia en Estados Unidos, se ha empezado a hablar de avaricia en España. Supongo que también en otros países de la Unión Europea, pero de esos no puedo hablar porque bastante hago con leer a diario los dos periódicos españoles, uno generalista y otro económico, que recomiendo.

Le digo a mi vecino que esto de la avaricia a mí me suena viejo, como esos descubrimientos con mucha farfolla que, de vez en cuando, aparecen por ahí y que son más falsos que Judas. (La Megui solía decir: “Estos han inventado la sopa de ajo”.)

 

Y le cuento mi último trabajo de investigación.

Resulta que un hijo mío es fiel seguidor de eBay y se pasa la vida comprando chismes útiles (tubos de aspirina, máquinas de afeitar viejas, etc.). El otro día apareció por casa y me trajo el Astete-Vilariño.

Ya sé que deciros lo del Astete-Vilariño os dejará absolutamente fríos y os sonará a otro chisme de los que compra mi hijo.

Pues no. El A-V es el catecismo que yo daba en el Colegio y del que, curiosamente, se habían editado 1.176 millares de ejemplares en 1944. (Yo lo había estudiado antes.) Un best seller, dirían ahora.

Es  un librico de 58 páginas, que me ha entusiasmado releer, porque me sabía de memoria casi todas las respuestas.

En la página 7, habla de los pecados capitales. Y ¡oh sorpresa! Dice que el primero es la soberbia y el segundo, la avaricia. (De los otros cinco, hoy no voy a hablar.)

Y pienso: “O sea, que hace 60, 70, 80 años ya existía la avaricia”. Y como yo, además de ser Ingeniero, tengo cierta culturilla, recuerdo que Molière, que vivió en el siglo XVII, escribió “El avaro”.

 

¡Pues vaya descubrimiento! Ahora nos acabamos de dar cuenta -y porque lo ha dicho el Time- de que hay personas que se dejan guiar por la avaricia, o sea, por esas ganas de tenerlo todo, todo y cuando tienen todo, todo, quieren más. ¡Qué cosas pasan!

Y, además, con frecuencia, esas personas se lo creen y quieren salir en los periódicos -pagan páginas y páginas de publicidad- y la gente les felicita y les dan honores.

Y los normalitos les admiramos y decimos: “Cuando sea mayor, yo quiero ser como ese señor”.

Pues mira, yo no quiero ser como ese señor, cuando sea mayor:

  1. En primer lugar, porque ya soy mayor.
  1. En segundo, porque tengo bastante con luchar a diario para no ser soberbio y avaricioso, como para ponerme como objetivo de mi vida  ser soberbio y avaricioso cum laude.
  1. Y en tercer lugar, porque si el soberbio es inaguantable, el soberbio y avaricioso ya es para sacar entrada.

Mi amigo de San Quirico me escucha y noto que se parte de risa internamente. Que vuelve a mirarme con cariño, pero que está pensando: “¿Ahora te enteras?”.

 

Luego, como ya se me ha pasado el impulso, se pone a hablarme de su familia, me pregunta por la mía, dice que se ríe cuando me ve en televisión…En otras palabras, me está ayudando a que no caiga en el cuarto pecado capital, que es la ira.

Hablamos, hablamos y cuando ve que ya estoy tranquilo, se levanta, me coge del brazo  y me acompaña hasta el coche.

Cuando estamos a punto de despedirnos, me mira sonriendo y dice: “En mi Colegio dábamos el Ripalda, pero, por lo que se ve, decía lo mismo que tu Astete-Vilariño”.

Me ha vuelto a ganar. Como siempre, por goleada.

http://www.leopoldoabadia.com

Aparezco en el bar de siempre con el Time debajo del brazo. Pienso que así le impresiono a mi amigo, pero a éste no le impresiona nada.