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La censura y Frank Sinatra
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Leopoldo Abadía

Desde San Quirico

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La censura y Frank Sinatra

I.              LA CENSURA DE MI CASA En mi casa hay censura. Quizá vosotros pensabais que todos mis artículos salían porque sí. Pues no. Hay censura. Me  explicaré. Cuando se 

I.              LA CENSURA DE MI CASA

 

En mi casa hay censura. Quizá vosotros pensabais que todos mis artículos salían porque sí. Pues no. Hay censura.

Me  explicaré.

Cuando se  me ocurre un tema, pongo el título y luego voy escribiendo. Para mí, lo difícil es el título. Lo otro me sale fácil. Lo que pasa  es que, antes de enviarlo a El Confidencial, pasa por dos censuras: la de mi mujer y la de mi hijo Gonzalo.

La de mi mujer es la más  dura. Cuando ya está escrito el artículo, se pone en mi ordenador y lo lee detenidamente. Aunque os riáis de mí, os tengo que decir que el otro día, mientras ella lo leía, con las gafas puestas y la cara seria, yo andaba por casa todo nervioso, como cuando esperaba las notas de  los exámenes.

Mi mujer sube y baja el  cursor, lo que quiere decir que está leyendo el  quinto  párrafo y le parece que hay una contradicción con el segundo.

A veces, dice: “Muy bien”. Lo dice sin ningún entusiasmo, porque ella es como es, pero, por lo menos, me siento aprobado. Otras veces  señala faltas de  sintaxis. Pero lo peor fue el día que me dijo: “Le falta ilación”.

 

En aquel momento me sucedieron dos cosas:

1.     Que no sabía si ilación se escribía con hache o sin hache.

2.     Que no sabía exactamente qué quería decir ilación.

Resolví las dos dudas mirando el Diccionario de la Real Academia. Vi que era sin hache e intenté que el artículo tuviera “una trabazón razonable y ordenada”.

 

Una vez pasada la primera censura, le envío el artículo a Gonzalo, con una nota: “Primera censura, OK.” Esto ayuda a que Gonzalo sea más benévolo, corrija un par  de  cosillas y lo envíe.

II.             FRANK SINATRA

Como ahora me hacen muchas entrevistas y los periodistas son como son, tengo que contestar a cosas que no se me habían ocurrido nunca. Por ejemplo, ahora ya tengo contestación inmediata para tres preguntas:

1.     ¿Una ciudad?               Contestación: Zaragoza

2.     ¿Un libro?                                Contestación: Uno de  tiros

3.     ¿Una  canción?                        Contestación: “My way”, de Frank Sinatra.

La explicación a las tres contestaciones es muy clara:

1.     Zaragoza es mi pueblo y aunque llevo muchos años fuera de allí, y cuando voy, tengo que ir a un hotel, me siento en casa.

2.     Lo del  libro es muy sencillo. Como por la noche estoy bastante cansado,  me acuesto y leo un libro en el que no haya que discurrir nada. En el que los malos sean muy malos y los buenos, muy buenos. Y si hay muchos tiros, mejor. Y si me pierdo, no pasa nada.

3.     La  canción de Sinatra, en castellano se titula “A mi manera”.

Y por eso he puesto a Frank en el título de este artículo. Porque siempre me ha encantado hacer las cosas “my way”  (mai güey), o sea, como me da la gana y porque me da la gana.

Por supuesto, he procurado no molestar ni hacer daño a la gente, porque una cosa es hacer lo que te da la gana y otra es no dejar al  prójimo ni respirar.

He dado siempre mucha importancia a la libertad. En alguna otra ocasión he hablado de  eso, porque es un tema en el que tengo un poco de manía.

Me molestan las tiranías grandes y las pequeñas.

La tiranía grande del que, en una dictadura o en una supuesta democracia, utiliza todos los medios a su alcance y alguno que no está a su alcance para no soltar la silla en la que consiguió sentarse.

Y me molesta la tiranía pequeñita de la mamá que quiere que su niño, de 47 años, haga siempre lo que ella diga, tenga los hijos que ella diga, los lleve a los Colegios que ella diga y les vista con los pantalones que ella diga. (¡Y el disgusto que se lleva cuando el nieto mayor tiene novia y no le ha pedido  permiso!)

Esta gente,  que, por cierto, abunda bastante, debería hacerse tarjetas en las que pusiese su oficio: Asfixiadores.

¡Con lo bonito que es el aire libre! ¡Con lo desagradable que es el  aire viciado!

El otro día, en San Quirico, se nos reventó la chimenea y se llenó la casa  de gasoil. ¡Qué mal olía! Abrimos todas las ventanas. Hacía mucho frío, pero,  como dice un amigo mío, entraba la gracia de Dios.

III.            CONCLUSIONES

No sé si después de lo que he dicho se pueden sacar conclusiones.

Pero os tengo que confesar que quiero ser libre, que quiero que los que me rodean a poca distancia y los que me rodean a mucha distancia sean libres. Que no me gustan las ataduras. Que lo políticamente correcto me parece una solemne besugada, que algunos -menos de lo que parece- se tragan porque lo ha dicho algún bobo -o algún avispado- con tono  solemne. Y ya no digamos si lo ha dicho en inglés, porque entonces, aquello va a Misa, aunque todos los participantes en la tontería sean ateos.

Y también quiero deciros que me gusta mucho cómo cantaba Frank Sinatra.  Que ya sé que era un poco golfete,  pero que me caía muy bien. Porque hay golfetes que van de  cara, que dicen “Soy golfete”.  Y esos me caen bien.

Y no me caen bien los golfos, con todas las letras, que ponen cara profunda y, con voz rimbombante, sueltan la sarta de estupideces  golfas correspondiente  a la semana.

Todo esto me lo digo a mí mismo. Hoy no he desayunado con mi amigo de San Quirico.

Él no sabe inglés,  pero también le gusta hacer las cosas “His way” (jis güey), que, como todos sabéis, quiere decir  “a  su manera”.

Después de las Navidades, os deseo a todos que 2009 sea un año maravilloso y que venga REPLETO de cosas buenas para vosotros y para vuestras  familias.

 

http://www.leopoldoabadia.com

 

 

I.              LA CENSURA DE MI CASA