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El Council se reúne y mi vecino de San Quirico dice que no está de acuerdo con Camdessus (II)
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Leopoldo Abadía

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El Council se reúne y mi vecino de San Quirico dice que no está de acuerdo con Camdessus (II)

Los componentes del Council están entusiasmados. Un hijo me envía un SMS inmediatamente: “Cuenta conmigo para dar ideas. Y sobre todo, para la cena-remuneración”.(A veces, pienso

Los componentes del Council están entusiasmados. Un hijo me envía un SMS inmediatamente: “Cuenta conmigo para dar ideas. Y sobre todo, para la cena-remuneración”.

(A veces, pienso que éstos me quieren por mi dinero, pero no, son buena gente. Lo que pasa es que también hay que animar un poco a la buena gente.)

Y entonces, cuando creo que la cosa puede marchar, me llama mi vecino de San Quirico, a quien hace días que no veo, porque, con esto del libro, ando con muchos viajes.

Por supuesto, la idea del Council le gusta mucho. Pero, como es incapaz de estar un rato sin sacarme faltas, dice que le gustó mi artículo de la semana pasada, pero que hay un punto con el que no está de acuerdo. Y añade: “¡Y a ese Camdessus (lo pronuncia tal cual) le pasa lo que a ti: que no tenéis las ideas claras!”

Al oír eso, me sorprenden varias cosas:

Que mi amigo sepa quién es Camdessus, porque, a pesar de ser un economista muy bueno, ex Presidente del Fondo Monetario Internacional (o quizá por eso), no gasta demasiado en publicidad.

Que sepa lo que dice Camdessus.

Que me ponga a la misma altura.

Y que, además, esa misma altura sea muy baja, porque lo dice en tono insultante.

Resulta que Michel Camdessus ha hecho unas declaraciones a Víctor-M. Amela, en La Contra de La Vanguardia, en las que dice que, para el futuro, propone “tres patas a la vez: regulación, vigilancia y ética”.

Y que yo, en el artículo de El Confidencial del martes pasado, proponía una lista de temas a estudiar y uno era la decencia.

Y mi amigo continúa:

“¿Te das cuenta? ¡El mismo error!:

Para ese señor, tres patas. Y la ética es una de ellas.

Para ti, no sé cuántos temas. Y la decencia, que debe ser más o menos lo de la ética, una cosa más.

Pero, ¿no te das cuenta de que eso va contra esa cacareada unidad de vida de la que tú hablas continuamente?. ¿No te das cuenta de que la ética -y aquí se para y me dice: ¡Escribe ÉTICA con mayúscula! -no es algo a más a más (se le nota la procedencia geográfica) sino LO FUNDAMENTALÍSIMO?”

Consigo despedirme de él. Mejor dicho, consigo que él se despida de mí porque tiene un par de clientes esperando y las cosas no están como para hacer esperar a los clientes. Me dice adiós educadamente y yo diría que hasta con un cierto tono cariñoso, como pensando. “A ver si estos chicos aprenden algo”.

Llamo a un par de hijos míos y se lo cuento. Los dos están de acuerdo con él: que la ética (la moral, la decencia, la honradez, la seriedad, la lealtad…, como le queráis llamar) no es una cosa más. Es LA COSA. Y esa cosa está fallando estrepitosamente. Espectacularmente. Insultantemente.

Y nada de lo que hagamos servirá PARA NADA, si no somos decentes. Y aquí incluyo los tropecientos millones de dólares / euros / libras esterlinas / etc. que estamos dispuestos a echar a la economía para ver si anda o a la gente, para convencerles de que nos voten.

¿Decidimos ser decentes? ¿Lo decidimos tú y yo? Porque

Si tú y yo decidimos ser buena gente, habrá un par de sinvergüenzas menos.

Si tú y yo esperamos que los demás empiecen, puede ocurrir que no empiece nadie. No sería la primera vez.

Y esa es la primera conclusión del Council. Por hoy lo dejo aquí, porque si no, me alargo mucho. Pero tenemos que concretar, TÚ Y YO, en tu vida y en la mía, eso tan general de que hay que ser buenos. Porque

Si no lo concretamos, será una generalización más, que, unidas a las que hemos oído recientemente, podrá ser premiada como la generalización número Un Millón.

Si lo concretamos, habremos empezado a dar pasos concretos.

Si lo concretamos, todo lo que hagamos después (las cosas que aparecían en la lista del artículo de la semana pasada y lo que haga Camdessus) estará impregnado de eso que llamamos ética o como queráis.

Y mi amigo estará contento.

Y se lo dirá a Camdessus.

Y Camdessus estará contento, porque yo sé que piensa así.

Y, gracias al Council, el mundo, España, Cataluña, San Quirico, mi familia, yo, habremos echado a andar en la buena dirección

P. S.

Cuando digo lo de “Gracias al Council” alguien pensará que se me ha ido la olla y que ignoro a todos los miles de personas que están haciendo cosas buenas por ahí.

No quiero ignorar a nadie. Lo que pasa es que, cuando tienes un amigo como el de San Quirico en el Council, presumes y piensas que si todo el mundo fuera como él, otro gallo nos cantaría y no tendríamos la sensación de que estamos nadando en una corriente viscosa y verdosa de agua sucia y oleaginosa.

Iba a añadir “fétida”.

Pues lo añado.

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Los componentes del Council están entusiasmados. Un hijo me envía un SMS inmediatamente: “Cuenta conmigo para dar ideas. Y sobre todo, para la cena-remuneración”.