Desde San Quirico
Por
Mi España S.A.
Mi vecino de San Quirico llega con la primera página de Expansión en la mano. La trae totalmente arrugada y, además, ha señalado con círculos rojos
Mi vecino de San Quirico llega con la primera página de Expansión en la mano. La trae totalmente arrugada y, además, ha señalado con círculos rojos algunas cosas. Me parece que viene bastante enfadado.
Dice que no entiende con qué criterios ha hecho el Presidente del Gobierno los cambios en los Ministerios. Que se ha perdido (no sé si él o el Presidente, pero no me atrevo a preguntarle.)
Le sorprende mucho lo que dice Expansión:
1. Que Zapatero encarga a Salgado ejecutar su política de gasto
2. Que Pepiño (le llama así; no sé si fueron al mismo Colegio), o sea, José Blanco, asume Fomento con el objetivo de ganar capital político para recuperar Galicia
3. Que a González-Sinde le hacen Ministra de Cultura como premio a la fidelidad del cine español
4. Que Trinidad Jiménez está emocionada porque le han hecho Ministra de Sanidad, a ella que se ocupaba de algunas cosas internacionales
5. Que, además, no se ha aprovechado esta crisis para eliminar algún Ministerio de relleno
Mi vecino no sabe por dónde anda. Dice, en primer lugar, que él creía que había que nombrar a los directivos de una empresa en razón de su competencia para el puesto, pero que cree que eso no se hace así en esta empresa que a él le gusta llamar “Mi España, S.A.”
Le llama la atención lo lista que debe ser Elena Salgado, porque sabe de Sanidad y Consumo (fue Ministra), de Administraciones Públicas (fue Ministra) y de Economía (es Ministra). Dice que, con un poco más de esfuerzo, esta chica (le llama así) podría hacerse cargo de todas las carteras ministeriales. Tampoco me atrevo a preguntarle si eso sería simultánea (todas las carteras a la vez) o sucesivamente (una detrás de otra, como ha hecho hasta ahora).
Lo de Pepiño Blanco le desconcierta más. Porque cree que de Fomento no sabe mucho. Y, además, si, en vez de aprender, tiene que ocuparse de lo de Galicia, el pobre se va a organizar un lío. Cuando esté en el Ministerio trabajando y creamos que está en Fomento, resulta que estará en Galicia.
Mi amigo, que se lee mi Diccionario, dice que Blanco va a hacer “absentismo presencial”, o sea, eso que hacen algunos que hacen como que trabajan, mientras mandan mails a sus amigos, echando risas. Él lo hará sin amigos, sin mails y sin risas, pero a mi amigo le preocupa la posible falta de atención de este señor a lo que esté haciendo en cada momento. Recuerda una frase de su madre, que, cuando le veía distraído, le solía decir: “Hijo, hay que estar en lo que se celebra”. Y le extraña que, además, Zapatero le pague por eso.
Lo del premio a la fidelidad le ha llegado al alma. Dice que antes te daban un reloj cuando te jubilabas. Y ahora, por lo que se ve, te dan un Ministerio por portarte bien. Supone que por portarse bien con el que te lo da.
Sigue con su desconcierto y me dice que se queda bocabadat, o sea, con la boca abierta, al enterarse de que el Presidente se queda Deportes, “para capitalizar los éxitos de los atletas españoles”.
¿Y qué pasará si Nadal no gana? ¿Y qué pasará si un día Obama llama para hablar con el Presidente y resulta que no puede ponerse, porque está jugando al baloncesto en su calidad de responsable de Deportes?
Mi vecino me pide que le explique la situación. Pero ¿cómo se lo voy a explicar si, además, hay un señor que se llama Chaves, que, después de conseguir que Andalucía cobre “la deuda histórica”, vuelve al Gobierno, para “rehacer el sudoku regional”?
“Pero, ¿a qué se dedican estos mozos?”, dice mi vecino.
“¿Piensan alguna vez en España?”
Mi vecino dice que:
1. Si él eligiera a su gente así, habría que oír a su mujer, que tiene las ideas muy claras
2. Si él eligiera a su gente así, no habría que oír a los clientes, porque saldrían huyendo
3. Si él promoviera en su empresa el absentismo ese, se pondría rojo cuando fuera a pedir a la Caja de Ahorros de San Quirico que le renovaran la póliza
Y estalla cuando dice que, además, el Presidente se ha enterado de estos cambios en Estambul, y que ha venido corriendo para tomar el mando.
Él no se imagina que, cuando va a Castellcir – el pueblo de al lado de San Quirico -, se puede encontrar a la vuelta con unos desconocidos mandando en su empresa, jugando a las maquinitas con su autorización y escribiendo cartas a Galicia.
Como puede verse, mi vecino no está en el mundo de la política.
Lo que pasa es que me parece que esos chicos, tampoco. ¿Dónde estarán? ¿Será que la política no tiene nada que ver con la politiquilla?
Cuando acabamos de desayunar, la primera página de Expansión está hecha un asco, toda tachada. Pero mi vecino aún tiene una pregunta. “¿Cuánto cobraría la señora Salgado por venir a mi empresa? Porque yo ya me estoy volviendo mayor y como esta moza sabe de todo, igual podría ocuparse ella de vender materiales para la construcción. Por supuesto, le dejaría que, además, se ocupase de Economía y, si hiciera falta, hasta de ayudar a Blanco en lo de Galicia, porque me parece que ella es de Ourense y debe tener allí conocidos”.
Le digo que no lo veo claro, porque esta señora vive en Madrid. Pero él insiste: “¿No podría venir, aunque fuera por las tardes?”
Él tampoco está muy seguro, porque si en el Ministerio le pagan por gastar (lo de la ejecución de la política de gasto le ha llegado al alma), y aquí él le pagaría por no gastar, no sabe si la pobre señora tendría un pequeño brote de esquizofrenia. Y, además, se ha echado a llorar en la toma de posesión. Y menos mal que allí estaba Mª Teresa Fernández de la Vega para consolarla. Pero a Mª Teresa no le quiere fichar, porque le subiría mucho la nómina.
En fin, que se ha hecho un lío.
Como algunos otros.
Mi vecino de San Quirico llega con la primera página de Expansión en la mano. La trae totalmente arrugada y, además, ha señalado con círculos rojos algunas cosas. Me parece que viene bastante enfadado.