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Leopoldo Abadía

Desde San Quirico

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Buenas noticias

Nosotros también empezamos el curso socio-político-económico. Mi amigo de San Quirico y yo, con aires nuevos, después de la frescura psicológica que da el verano, nos

Nosotros también empezamos el curso socio-político-económico. Mi amigo de San Quirico y yo, con aires nuevos, después de la frescura psicológica que da el verano, nos reunimos en el primer desayuno de esta temporada. No hacemos más que copiar a los políticos. Todos se van a algún sitio a inaugurar el curso. Unos hablan en algún mitin, otros jugaban al dominó, y así. Pues nosotros, también. Vamos a donde siempre y hacemos lo de siempre: desayunar.

 

Mi amigo viene contento. Dice que ve brotes verdes. Le miro extrañado, porque yo no los veo y él suele ser más cenizo que yo.

Dice que, ya que lo nuestro es lo socio-político-etc., él se alegra cuando ve un brote verde en alguno de esos campos. Y que hoy le toca a lo social.

Me cuenta que tres matrimonios amigos suyos se han separado en los últimos años. Las historias, las de siempre: un tercero o una tercera que se han metido por en medio, la famosa “incompatibilidad de  caracteres”, que según dice mi amigo, es un cuento que nos hemos inventado, el cansancio de una vida (en los tres casos corta) en la que los dos ya se han dicho todo y están un poco aburridos uno de otro. Me  dice: “¿para qué voy a seguir, si ya te lo sabes todo?”

Como todos los brotes verdes que ve este hombre sean así, acabo el desayuno rápido y me voy a pasear con mi perro Helmut. Pero  no deben ser así, porque él sigue animado y hasta veo en sus ojos una pizca de entusiasmo.

Y me dice: “¡los tres matrimonios se han arreglado!” Me cuenta que los tres matrimonios han dado vueltas a su situación, los tres han tenido amigos muy buenos que le  han ayudado, los tres se han tragado un poquico el orgullo, los tres han perdonado y los tres  dicen que, además, van a olvidar. Y los tres están viviendo juntos otra vez.

(Aclaración: Cuando hablo de los tres, me refiero a cada uno de los matrimonios por separado, como ya habréis adivinado. Lo pongo aquí porque siempre puede haber algún mal pensado que luego diga que recomiendo la vida en comuna.)

 

Me alegro mucho de la noticia. Y lo que más me ilusiona es que, en los tres casos, ha habido amigos que les han ayudado a salir  del atasco. Podían haberles dicho que llamasen al teléfono de los malos tratos psicológicos o que les hubieran presentado a un mozo  o a una moza “para que rehicieran su vida, porque todos tenemos derecho a rehacerla”.

 

Podían haberles hablado mal del otro o de la otra, diciendo que se  equivocaron en la elección porque eran jóvenes o que ellos se merecían mucho  más. Y todas  esas monsergas  que hoy se oyen y que hacen que los “no modernos” se  callen,  pensando que son “antiguos” y que los “modernos” son los otros, que puede que sean modernos, pero dicen unas cosas que les relegan a la más profunda antigüedad.

 

Pero los amigos, en estos tres casos, se portaron bien. Porque los amigos de estos matrimonios eran eso, amigos. Y los amigos se distinguen porque siempre te dicen lo que les parece que te conviene y nunca te dicen lo que les parece que te gustaría que te dijeran, aunque no te convenga.

Pienso,  pero no se lo digo a mi amigo, porque cogerá el rollo: ¿No será que las cosas son más simples de lo que parece? ¿No será que cuando un matrimonio riñe, que es lo más normal del mundo, en vez  de plantearse cómo se rompe aquello es más fácil ver  cómo se arregla?

Ya  sé que esto también deberían hacerlo los políticos,  pero como el que hoy lleva la voz cantante es mi amigo de San Quirico, no digo nada, para no estropearle el argumento.

P.S.

1.  A idea, he usado repetidamente la palabra “matrimonio”. Me molesta mucho lo de vivir “en pareja”.  Antes me sonaba a Copito de Nieve con su moza correspondiente. Ahora, como Copito pasó a mejor vida (cosa difícil,  porque vivía muy bien), digo que  me suena a gorila macho que se aparea con gorila hembra.

 

2.  Lo de “matrimonio” es mucho más serio. Porque lo de “pareja” me da la impresión de que tiene fecha de caducidad. Y el  matrimonio, no. Bueno, sí.  El día que uno de los dos se muera.

 

3.  Porque a eso se comprometieron.

 

4.  Y había público delante.

Nosotros también empezamos el curso socio-político-económico. Mi amigo de San Quirico y yo, con aires nuevos, después de la frescura psicológica que da el verano, nos reunimos en el primer desayuno de esta temporada. No hacemos más que copiar a los políticos. Todos se van a algún sitio a inaugurar el curso. Unos hablan en algún mitin, otros jugaban al dominó, y así. Pues nosotros, también. Vamos a donde siempre y hacemos lo de siempre: desayunar.