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Leopoldo Abadía

Desde San Quirico

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Un poco de seriedad, por favor

Esto de leer y viajar tiene sus inconvenientes y sus ventajas. Inconvenientes, porque, en todas partes, lees  y ves las  mismas  cosas que no te gustan

Esto de leer y viajar tiene sus inconvenientes y sus ventajas. Inconvenientes, porque, en todas partes, lees  y ves las  mismas  cosas que no te gustan y puedes  desmoralizarte, pensando que no hay solución, porque el mundo es así.

 

Pero también tiene su parte buena, porque te das cuenta de que es muy fácil entender a estos chicos que discursean con cara muy seria, con voz profunda, que parece que les sale del estómago.

 

Oí hace poco al Alcalde de una ciudad europea hablar de las obras que se estaban realizado allí y que tenían a la ciudad patas arriba: “¡Haremos todas las obras a la vez! ¡Y si hay que endeudarse, nos endeudamos!”. Como este señor decía esto después de que yo hubiera dicho lo contrario, me callé, porque no sé de  estas cosas y pensé que lo mejor era no entrar al trapo. Además, como él no había estado presente en la conferencia que yo acababa de dar, no había por qué meterse en discusiones. Los que me habían escuchado a mí y que ahora le escuchaban a él tenían pinta de inteligentes, y supuse que cada uno llegaría a la conclusión acertada.

 

Quiero señalar que el Alcalde que hablaba era de los que se consideran de izquierdas en ese país europeo.

 

En el viaje de vuelta a Barcelona, leí Time, la revista americana a la que me enganché hace  tantos años. Y vi que Dick Cheney, que fue Vicepresidente con Bush hijo, y a quien se le podría calificar de muy de derechas, dijo: “No importa que haya déficits”.

 

Y me suena a algo que hace poco dijo una autoridad española -de izquierdas-, utilizando prácticamente las mismas palabras que Dick.

 

Se acaban de aprobar los Presupuestos Generales del Estado, que me parece que marcan las prioridades de los que nos gobiernan y que por eso cuesta tanto aprobarlos. Porque ellos quieren dirigir así y los otros quieren dirigir asá. Y los del así y los del asá se buscan amigos que les voten a favor y a esos amigos les  pagan un poco en forma de zanjas, polideportivos, locales cívicos, aeropuertillos o lo que sea, porque hoy en día, amigos amigos, de los que votan por ti porque les parece bien lo que propones o porque les entusiasma tu manera de gobernar, quedan pocos.

 

Antes, me gustaba más la ceremonia de presentación de los Presupuestos. Llegaban furgonetas cargadas de tomos inmensos, a las que todos les teníamos un cierto respeto. Ahora llega la Ministra, saca un pen drive del bolso y se lo da a Bono. No me hace ilusión. La parafernalia de antes era más bonita. Daba sensación de que los Presupuestos estaban más trabajados.

 

Veo el resumen de los Presupuestos, que dicen que este año vamos a gastar 71.524 M de euros más de lo que  ingresaremos.

 

Me corto el pelo, porque estoy un poco impresentable. Voy siempre a la misma  peluquería. Hablo con los peluqueros de lo que habla la gente cuando se corta el pelo. Por supuesto, pontificamos, porque, en las peluquerías, siempre se pontifica, en una dirección o en otra, sea hablando de fútbol, de política o de cómo está la ciudad. Nos reímos. Son muy buena gente. El peluquero me dice, nada más verme: “¡Este hombre nos va a  dejar endeudados hasta las cejas!” Al principio, no sé quién es “este hombre”, pero el peluquero me lo aclara en seguida: es D. José Luis.

 

Y pienso: ¿Cómo le explico yo a este señor que Dick dice que lo del déficit es bueno, que también lo dice un Alcalde, que también lo dice un Ministro y que la Ministra está feliz porque dice que aun nos podemos endeudar más?

 

¿Será que mi peluquero es un ignorante? Yo diría que es un hombre con mucho sentido común, que habla bien, que  tiene una familia maja, una hija médica…A primera vista, no es un cualquiera. Y a segunda, tampoco.

 

Hay mucha gente así en España. Yo los he visto. Y les he oído. Y me han dicho cada cosa…

 

Para acabar de desconcertarme, veo una foto de una reunión muy reciente en la Moncloa: el Presidente, el ex Presidente González, la Ministra Salgado, el ex Ministro Solbes y el ex Presidente de la Comisión Europea, Delors. Todos muy bien puestos. El ex Presidente González, con jersey y pantalón de pana, como quien vuelve a su casa a ver a sus amigos.

 

Es una reunión que da esperanzas, porque yo creo que todos ellos tienen las cabezas bien amuebladas. (Nunca he entendido esto del amueblamiento de las cabezas, pero sé que es un piropo, y en este sentido lo digo.)

 

La reunión ha durado tres horas. Han estado sentados en esos sillones blancos en los que estuvieron sentados los banqueros, sillones que no me acaban de gustar, porque son demasiado cómodos y te puede entrar el sueño. Y, además, tengo la sensación de que, de aquella reunión con los banqueros, no salió nada. Quizá fue por culpa de los sillones.

 

Supongo que la reunión ha sido para hablar en serio, porque, a bote pronto, hay una serie de asuntos que parecen importantes. Mi peluquero me dijo que, menos mal, “este hombre” estaba consultando a gente de categoría. Yo, que soy bien pensado, pensé que hablarían del paro, del déficit, de la deuda que vamos acumulando poco a poco, de eso que llaman el nuevo modelo productivo, de las pensiones, de eso que llaman la economía sostenible, de nuestros soldados en Afganistán, del cambio climático, de quién se ocupa de España de aquí a Junio, que son los meses en los que D. José Luis tiene que arreglar Europa, etc.

 

Pues no han debido tener tiempo, o es que han decidido no contar nada a los periodistas, que ya se sabe cómo son, e  igual, después, no se lo callan y nos lo cuentan a nosotros, y nos enteramos.

 

Porque después de tres horas, han recomendado a nuestro Presidente que “más liderazgo y más Europa”.

 

Pues ya lo sabe, D. José Luis.

 

Menos mal que no voy a volver a cortarme el pelo en un mes, más o menos, porque ¿qué le digo a mi peluquero?

Esto de leer y viajar tiene sus inconvenientes y sus ventajas. Inconvenientes, porque, en todas partes, lees  y ves las  mismas  cosas que no te gustan y puedes  desmoralizarte, pensando que no hay solución, porque el mundo es así.

Economía sumergida Presupuestos Generales del Estado