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La revolución civil ya ha llegado a África y al Vallés occidental
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Leopoldo Abadía

Desde San Quirico

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La revolución civil ya ha llegado a África y al Vallés occidental

Con retraso, leo declaraciones de unos empresarios africanos:1. Uno dice: “El cambio de África sólo podemos conseguirlo los empresarios africanos, porque los políticos ya han demostrado

Con retraso, leo declaraciones de unos empresarios africanos:

1. Uno dice: “El cambio de África sólo podemos conseguirlo los empresarios africanos, porque los políticos ya han demostrado que no son capaces”.

 

2. Otro añade: “Lo primero que tienes que hacer ante una Administración corrupta es estar preparado a pagar el precio de no pagar la mordida”.

¡Menos mal que son africanos! Porque si eso lo dicen aquí, igual se enfada alguien. Para  colmo, los dos son jóvenes, de esos que los viejos decimos que cómo está la juventud y que, como en nuestros tiempos, nada.

¡Qué alegría! Esto de la revolución civil se extiende. Ya hay pueblos adelantados que han descubierto dos cosas:

1. Que el cambio lo harán los empresarios.

2. Que esos empresarios serán honrados. 

Lo de que lo harán los empresarios es viejísimo. Porque son los únicos que son capaces de crear empleo y porque cuando se crea empleo hay menos paro y cuando hay menos paro la gente está más en lo suyo (o sea, en trabajar) y menos en lo que no es suyo (o sea, en no trabajar.)

Lo de que los empresarios serán honrados es viejísimo. En otras palabras, que esa tontada del “business is business”, que, a veces se utiliza para excusar trapicherías y cambalaches sucios, no es verdad ni lo ha sido nunca. Que el hombre honrado no cuelga su honradez en el perchero cuando entra en su empresa para recogerla cuando sale. Que o es coherente en su vida -en toda su vida- o es esquizofrénico, con perdón de los esquizofrénicos, que no tienen la culpa de tanto sinvergüenza suelto que anda por ahí.

¡Qué cosas dicen estos africanos! ¡Y qué adelantados están! ¡Y qué atrasados nos hemos quedado en nuestra tierra!

¡Y qué falta hace decir a gritos que necesitamos muchos empresarios! ¡Y qué falta hace decir a gritos que tienen que ser honrados! ¡Y qué pena decir que esto es la revolución civil, en vez de decir que es lo normal!

El otro día tuve una reunión con 120 empresarios en un pueblo pequeño del Vallés Occidental, cerca de Barcelona. Pueblo pequeño, pero 120 empresarios, del pueblo y sus alrededores. O sea, pueblo grande. O sea, ciudad. Porque las preguntas no eran “defensivas” (“¿quién nos sacará de ésta?”), sino de delantero centro en punta (“¿cómo haremos para vender más? ¿cómo innovaremos con los pocos medios que tenemos? ¿cómo ampliaremos porque parece que el mercado puede crecer?”)  

 

Y vi a la alcaldesa y a los concejales ilusionados, ofreciendo ayuda a las empresas.

Y, por un momento, me pareció que estaba en África.

Con retraso, leo declaraciones de unos empresarios africanos:

Círculo de Empresarios