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¡Casi me doy de baja en Expansión!
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Leopoldo Abadía

Desde San Quirico

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¡Casi me doy de baja en Expansión!

Leo todos los días Expansión. Como me pasa siempre, cuando me acostumbro a una publicación, no la dejo, porque sé dónde encontrar las cosas. Cuando, por

Leo todos los días Expansión. Como me pasa siempre, cuando me acostumbro a una publicación, no la dejo, porque sé dónde encontrar las cosas. Cuando, por deseos de modernidad, cambian el formato, me pierdo y estoy a punto de irme a la competencia. Lo que pasa es que me da pereza y sigo.

Pero llevo unos días en los que veo noticias que me hacen dudar. Porque si lo que dice este periódico es verdad, a estos señores habría que demandarles. Y si no es verdad, estos señores deberían demandar al diario.

  1. El 17 de Junio, según Expansión, un ex ministro, actual financiero, a quien yo siempre he respetado mucho, dice: “Nos hemos dormido mientras teníamos una crisis de caballo”. 
  2. El 22 de Junio, una ministra española dice: “No creímos que la crisis fuera tan larga y tan profunda”.

Y cuando ya tenía preparada una carta de protesta a mi amigo Jesús Martínez de Rioja, director del diario, diciéndole que me diera de baja como suscriptor, recuerdo que hace muy poco, un ministro español dijo, y creo que no fue en Expansión, que los analistas no nos avisaron de la gorda que nos venía encima. (Me parece que ya lo he dicho en algún otro artículo, pero aquí queda bien y, por repetir alguna cosa, no pasa nada).

O sea, que la culpa no es de Expansión, que confirma las noticias antes de publicarlas. La culpa es de que unos se durmieron, otros no creyeron, y los analistas no avisaron.

Y voy en coche a San Quirico -hace semanas que no subía, con esto de la Feria del Libro- y oigo, me parece que por Radio Nacional, a un vicepresidente del Gobierno, que, gritando mucho, con lo cual deduzco que está hablando en la Asociación de Sordos de su pueblo, dice que España fue la primera en hacer el ajuste, que luego nos copió Alemania y que Inglaterra nos va a copiar en seguida.

Y leo a los dos días que hemos pasado a Italia en no sé qué.

O sea, que después del sueño, de las distracciones y de los analistas, vamos como una moto. Lo hemos hecho de película. Los europeos nos copian.

Y. además, hay descubrimientos. La ministra a la que me refería antes ha dicho que “los empresarios crean empleo”, lo cual, viniendo de donde viene, es importante.

Porque si el Gobierno ha descubierto que los empresarios crean empleo, igual se anima a hacer algo para ayudarles. Y, por favor, no me digan que de ahí se deduce lo de despido libre ni lo de que hay que bajar los salarios. No. De ahí se deduce que hay que hacer lo necesario para que la gente vuelva a jugarse su dinero, montando empresas, continuando con las que tiene, etc.

Y ahí juegan un papel fundamental las entidades financieras. Estoy muy contento porque el Gobierno ha filtrado un informe que saldrá a finales de julio en el que dice que dos Bancos españoles son números uno y dos en solvencia. Querría que también lo fueran en liquidez y que esa liquidez se dedicara a abrir, con toda la prudencia del mundo, pero con muchas ganas, el grifo del crédito a las empresas. A las grandes, a las pequeñas y al relojero de la calle Mandri de Barcelona, que, por cierto, me parece que no necesita el crédito para nada.

Y hay buenas noticias.

  1. El 23 de Junio leo que el Tesoro público tiene guardados 15.686 millones de euros por si acaso.
  2. Y que hay 60.000 millones de euros de color bastante oscuro, que andan por Suiza y otros sitios y cuyos propietarios están negociando con la Agencia Tributaria a ver cómo los traen sin que les pase nada.

Pues que negocien y que vengan los 60.000 millones, porque pienso que, si vienen, habrá que guardarlos en algún Banco, porque eso de que donde mejor está el dinero es debajo de un colchón, no sirve para estas cantidades. Y eso animará a ese banco. Y como destine sólo la mitad al crédito de que hablaba antes,  pues eso que nos hemos encontrado.

Para compensar y que no nos animemos demasiado, la ministra dice que cuando haga los Presupuestos, verá si hace falta subir los impuestos. He dicho muchas veces que no soy profeta, pero también he dicho muchas veces que, con un gasto público que podríamos calificar de ligeramente despendolado (y donde digo ligeramente podéis poner lo que queráis, porque de ligeramente, NADA), habrá que subir los impuestos, porque si no, el déficit (o sea, gastos menos ingresos) se mantendrá alto y nos reñirán los de la Unión Europea, más Obama más el primer ministro chino.

P.S.

  1. Me dicen que un ministro ha hablado del “semestre glorioso de Presidencia europea”. No puedo asegurar que eso lo haya dicho una persona con cuatro dedos de frente. Por eso, digo que es una calumnia dirigida contra ese señor.
  2. Porque si alguien, en el mundo, tuviera la osadía de decir algo parecido, le tendrían que llamar desde Bruselas y darle un par de bofetadas en público, y televisarlas a toda Europa..
  3. Y esto no sería violencia doméstica. Antes decían que “la letra, con sangre entra”. De la sensatez, no dijeron nada. La daban por supuesta.
  4. A punto de acabar el artículo, leo que nuestro presidente en funciones ha dicho el 16 de Junio que “seguramente, el que menos ha hecho (por la credibilidad de España) es este Gobierno, estoy dispuesto a admitirlo, pero, como español, me siento orgulloso de lo que hemos hecho en 30 años”. Ha debido querer decir  “lo que han hecho”, en lugar de “lo que hemos hecho”. Eso se llama lapsus linguae.
  5. Y también veo que otro ministro ha dicho que, si gana las elecciones el PP, Rajoy hará “un ajuste de caballo”. En este caso, la culpa la tendría el ex ministro del que hablaba al principio. Porque si la crisis es de caballo, el ajuste tendrá que ser del mismo animal.
  6. Repasando el artículo, parece que le hago publicidad a Expansión. No lo he hecho con esa intención, pero, si es publicidad, mejor que mejor. Otro día haré publicidad a otros. Para eso están los amigos.

Leo todos los días Expansión. Como me pasa siempre, cuando me acostumbro a una publicación, no la dejo, porque sé dónde encontrar las cosas. Cuando, por deseos de modernidad, cambian el formato, me pierdo y estoy a punto de irme a la competencia. Lo que pasa es que me da pereza y sigo.