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¡Más pateras, por favor!
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Leopoldo Abadía

Desde San Quirico

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¡Más pateras, por favor!

La lógica de estos chicos es difícil de seguir. Yo tengo buena voluntad, os lo aseguro, pero, a veces, o sea, todos los días, me desconciertan

La lógica de estos chicos es difícil de seguir. Yo tengo buena voluntad, os lo aseguro, pero, a veces, o sea, todos los días, me desconciertan con sus actuaciones. Porque esta gente no hace nada de provecho. Simplemente actúan, con perdón de los actores, que también actúan, pero hacen una cosa de provecho: actuar, para que nosotros lo pasemos bien.

Por televisión vi a la ministra de Igualdad en el Día del Orgullo Gay. Iba con un abanico, porque hacía mucho calor en Madrid.

Por cierto, yo no soy gay, aunque procuro serlo, en el sentido original de la palabra gay, que según mi Diccionario inglés-español, quiere decir “alegre, dicharachero”. Pero como me han cambiado el significado, ya no quiero ser gay.

Lo que no acabo de entender es por qué hay que estar orgulloso de serlo, porque yo no estoy orgulloso de no serlo. Y, además, si yo fuera gay, no sé si me sentiría representado por esos mozos y esas mozas que se visten tan extraño y que, además, son muy feos/as. Que yo sea gay, pase. Que presuma de serlo, uff. Pero que me representen esos, de ninguna manera.

Pues nuestra ministra agarró el abanico y allí se fue, con toda esa cuadrilla de tíos feos. Y, además, sonreía, no sé si porque se acordaba de algo gracioso o porque la sonrisa se le había quedado helada al ver el espectáculo.

Pero la ministra tiene una actividad desbordante. Esta chica no para. Me recuerda aquel refrán que dice que “el demonio, cuando no sabe qué hacer, con el rabo mata moscas”. Por supuesto, lo del demonio no es una indirecta. Es que el refrán es así.

Inmediatamente, ha salido para presentar lo del aborto. No le llamo ley, porque lo que es injusto no es ley. Por tanto, esto no hay que obedecerlo. Ya sé que me dirán que no soy demócrata, que no soy buen español y ¡horror de los horrores!, que soy del PP.

Pues mire usted, me importa tres pitos.

En primer lugar, no sé qué pinta esta moza de la Igualdad en este asunto. Porque los gays no abortan, porque no pueden. Quizá es que Dª Bibiana quiere conseguir que el número de abortos de embriones masculinos coincida con el de embriones femeninos, no vaya a ser que haya desigualdad y la fastidiemos.

¡Qué semana lleva esta chica! ¡Y yo que quería que se fuera por absolutamente inútil! Pues no, que no es absolutamente inútil. Que nuestro presidente confía en ella para temas trascendentes: lo del orgullo gay, lo del aborto, y alguno más que ahora se me escapa, pero que seguro que lo tiene D. José Luis en la cartera de presidente de la Unión Europea.

(Supongo que le darían una cartera, con sus iniciales, cuando empezó su Presidencia y que no la ha podido devolver porque la ha usado mucho en estos seis meses, en los que un político ha dicho que se han conseguido “resultados de gran calado”. El político ha sido él mismo, como es natural, pero ya es bueno que alguien diga esas cosas y no como una señora, que, además de ser euroescéptica, que debe ser algo muy malo, ha dicho que  España se parecía a Zimbabwe, comparación que nuestro presidente no ha aceptado, porque igual se molestan los de Zimbabwe).

Me da la impresión de que el número de pateras que vienen ha disminuido. Quizá estoy distraído y leo menos y veo muy poco la tele.

Pero hay que hacer algo para que vengan.

Porque pienso que:

  1. Los gays no pueden tener hijos, a no ser que alquilen vientres ajenos y señores ajenos, lo cual me da dentera.
  2. Los embriones se van a la porra, en vez de ser ingenieros de aquí a unos años, pocos, justo cuando la Seguridad Social tendrá peligro de hacer catacrac.
  3. Los viejos no se mueren ni aunque les disparen en la cabeza. Los tíos siguen poquito a poco, con su emigrante del brazo, su bastoncico y, si la cosa se pone fea, con su silla de ruedas. Y felices.
  4. Nuestros ministros, a todo esto, le llaman “el envejecimiento demográfico”.
  5. Nuestro ministro de Trabajo, que el pobre hace lo que puede, y puede muy poco, habla de la Seguridad Social con la misma seguridad que Maradona hablaba del triunfo de Argentina en el Mundial de Sudáfrica.
  6. Y como no hay niños y hay mucho viejo, me diga lo que me diga el Sr. Corbacho, no me creo lo de que la Seguridad Social anda bien (Y él tampoco, porque cuando era alcalde de Hospitalet no era tonto y no creo que haya entontecido desde que es ministro, aunque no sería el primer caso.)

Por tanto, Sr. Rubalcaba, abra el grifo. ¿Qué vienen 100 pateras? ¡Que vengan más! Y a empadronarles a todos corriendo. Y a la Seguridad Social enseguida. Y, mientras aprenden castellano, sin prisas, que vayan teniendo hijos. (Digo “mientras aprenden castellano, sin prisas”  porque, cuando lo aprendan, entenderán a la Sra. Aído (lo cual tiene su mérito, porque esta señora no es un modelo de oratoria precisamente) y hala, a hacerse gays o a abortar.

Por tanto, que sigan hablando en su idioma y que sigan teniendo hijos, que así salvamos la Seguridad Social y hacemos Patria.

Patria que será un poco más morena de lo que es ahora, porque los de las pateras suelen ser negros. Ya sé que ahora no se puede decir la palabra negro. Pero es que son negros. Y si Dios los hizo negros, no tengo por qué empezar a decir esa tontada de “gente de color”, porque yo también soy de color (blanco paliducho).

Sr. Rubalcaba, en sus manos está la salvación de España. Que vengan muchos de fuera (he evitado la palabra “negros”), porque, si no, la Sra. Aído es capaz de pensar que si faltan jóvenes y sobran viejos, lo mejor es cargarse a los viejos. Y yo ya tengo 76 años y en septiembre cumplo 77. Y cuando veo a esta moza en televisión y mira a la cámara, pienso que me está mirando y que está diciendo: “ahora voy a por ti”.

Y a mi edad, esto de la eutanasia cada vez me gusta menos.

P.S.

  1. Aunque no venga a cuento: vi ayer en directo la rueda de prensa de Obama y Netanyahu. ¡Qué gozada! Sentados en dos sillones en la Casa Blanca, hablando con gran soltura y gran seriedad, sin papeles (aunque me dio la impresión de que Obama, al final, miraba  un teleprompter), con toques de humor, con amabilidad, con  gran nivel. Dos estadistas hablando.
  2. Y pensé en D. José Luis y D. Mariano, con sus papeles escritos, con su aire de superioridad (no sé sabe sobre qué, pero superioridad), con su arrogancia sin límites, con su prepotencia inaguantable y pensé: “Ya sé por qué Obama no les recibe: porque no les aguanta y porque después de la entrevista, se tendría que tomar un par de cucharadas de bicarbonato”.
  3. A Rubalcaba le han felicitado en Bruselas. ¡Claro! Primero, porque lo está haciendo muy bien. Segundo, porque el pobre D. José Luis lo ha hecho tan estrepitosa y espectacularmente mal, que la diferencia se nota.
  4. Pues ¡ánimo, señor Rubalcaba, a seguir haciéndolo bien! Y piense en lo de las pateras, por favor. Y abra la mano sin que se enteren sus compañeros de Gobierno (¡?), que, de todos modos, no se enterarán, porque “quod natura non dat, Salmantica non praestat”).
  5. Cuando ya había acabado el artículo, leo que la Fiscalía de Cataluña estudiará caso por caso los abortos que practicó en sus clínicas el Dr. Morín, porque quizá ahora son legales, tras entrar en vigor la nueva ley.
  6. Si ya lo decía yo, que este señor era un pionero.
  7. Pero alguien tendría que llamar a las cosas por su nombre, ¿no? Porque si no, el Diccionario pondrá pronto: Pionero. Persona que practica abortos, y al que le felicitan por haber previsto que, al cabo de un tiempo, saldrá una ley que dirá que lo ha hecho muy bien”.
  8. Dr. Morin, perdone, pero el día en que la ministra de Igualdad le condecore, no iré al acto.

La lógica de estos chicos es difícil de seguir. Yo tengo buena voluntad, os lo aseguro, pero, a veces, o sea, todos los días, me desconciertan con sus actuaciones. Porque esta gente no hace nada de provecho. Simplemente actúan, con perdón de los actores, que también actúan, pero hacen una cosa de provecho: actuar, para que nosotros lo pasemos bien.