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¿Por qué no nos entusiasmamos como Juan Belmonte?
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Leopoldo Abadía

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¿Por qué no nos entusiasmamos como Juan Belmonte?

A mí me gustan mucho los toros. ¡Qué le vamos a hacer! Hace muchísimos años, me ilusioné con Manolete y el mundo se me hundió cuando Islero

A mí me gustan mucho los toros. ¡Qué le vamos a hacer! Hace muchísimos años, me ilusioné con Manolete y el mundo se me hundió cuando Islero lo mató en la plaza de Linares.

Me acuerdo de que aquel día -29 de agosto de 1947- cogí mi bici -eran otros tiempos- y fui al Heraldo de Aragón. Allí habían colocado una pizarra, en la que, con tiza, estaba escrito: “El diestro Manuel Rodríguez, ´Manolete´, ha fallecido en Linares a las 5:05 de la mañana”.

Volví a casa hecho  polvo. Se lo dije a mi madre y a la Megui, la tata de siempre, que estaba subida en una escalera limpiando algo y que, sin volver la cabeza, dijo: “¡pobre Manolo!”.

Todo esto lo escribo porque estoy leyendo un libro sobre Juan Belmonte, un torero muy anterior a Manolete. Es un libro antiguo, reeditado muchas veces, que encontré el otro día en Diálogo, la librería de unas amigas mías en frente del Hotel Los Galgos, mi casa cuando estoy en Madrid. El libro tiene mucha gracia. Está escrito en 1935 por un buen escritor, Manuel Chaves, a modo de autobiografía de Belmonte.

Me sorprendió un capítulo. Yo creo que las cosas te llaman la atención porque, en el fondo, piensas que a ti te pasa lo mismo. Belmonte dice que hubo una temporada muy larga en la que tenía una desgana enorme. Y que la gente no lo notaba. “Me veían torear bien, valiente, seguro, maestro en el oficio y dueño en todo momento del toro y de mí mismo, y por todo ello me aplaudían con entusiasmo”. Me permitís que siga copiando: “Al entusiasmo desbordante, al fervor y a la iluminación de los primeros años, sucedía la necesidad reflexivamente impuesta de torear bien, no por un arrebato lírico del instante, sino por un agudo sentido de la responsabilidad contraída y del prestigio conquistado”. “Triunfar así era más difícil, más doloroso”.

Y ya no copio más, porque Alianza  Editorial, la editora de ese libro (Juan Belmonte, matador de toros), se me puede quejar y decir que si quiero escribir algo, que no lo copie. Y tendrán razón. Pero lo que más me impresionó es que Belmonte recuperó la ilusión yéndose a Triana, y allí, con sus amiguetes, se fue a una dehesa y, a la luz de la luna, se hartó (mi amigo Alberto diría que se jartó) de torear, como cuando era torerillo y toreaba por las noches después de andar un par de horas, escapándose de la Guardia Civil.

Y allí volvió a ser lo que era. Por dentro, que es lo importante. Porque, por fuera, nadie había notado nada. Porque la ilusión no se recupera yéndose a las Seychelles -que no todos podemos- ni comprándonos una isla hortera de esas que venden en Dubai -que tampoco podemos todos-. La ilusión se recupera con un buen descanso (basta con dormir, creo yo), con algún  reconstituyente (el aceite de hígado de bacalao que me daba mi madre era  asqueroso, pero me iba muy bien) y sobre todo, TRABAJANDO, a lo Belmonte.

Se acerca el mes de  agosto, en el que, unos más y otros menos, todos nos ralentizamos un poco. Pues a dormir, al aceite de hígado de bacalao y a descansar, que en septiembre tenemos que empezar a trabajar mucho, o sea:

1. El que no tenga empleo

a. A buscar empleo

b. A seguir buscándolo

c. A seguir buscándolo

d. A inventar negocietes

e. A aprender lo que sea, que siempre es tiempo de aprender

2. El que tenga empleo

a. A trabajar mejor

b. A ser más puntual

c. A comerse el bocadillo más rápido (que sí, que ya sé lo de los derechos del trabajador)

d. A pensar que si a la empresa le van bien las cosas, nos van bien a todos, porque las empresas somos todos los que trabajamos en ellas

3. El que tenga empleo bien remunerado

a. LO MISMO, y además,

b. A no presumir de lo que gana

c. A seguir estudiando mucho, en el IESE, el Esade, el Instituto de Empresa o en la Academia Cots, que no sé si sigue existiendo, pero que en mis tiempos era muy buena y se aprendía Contabilidad, que buena falta les hace a algunos.

d. Cuando hablo de estudiar, todo en inglés, por supuesto.

Para que veáis que también leo cosas actuales, en Time de esta semana encuentro un artículo, en el que dice que los recortes económicos que estamos haciendo son sólo el principio. Dice que España necesita reformas estructurales.

Pero como no sé muy bien qué quiere decir eso de las reformas  estructurales, y me da miedo de que con lo de las estructuras nos olvidemos de las personas que forman esas estructuras, pienso que la mayor reforma estructural es la de la educación y que eso no se  arregla con pactos entre partidos ni enseñando una asignatura de Historia cada vez  más falsa, sino formando a las personas como personas.

Y eso sí que es difícil.  Pero Belmonte recuperó la  ilusión toreando de noche, a la luz de la luna y alguna noche, sin  luna.

No existía entonces el Estado del Bienestar, o sea, eso que hemos inventado, que nos gusta tanto y que ahora se tambalea, y lo que se tambaleará. Entonces existía un Estado del Malestar, pero, como siempre, como ahora, había gente dispuesta a jugarse la vida a la luz de la luna.

P.S.

1. Releo el artículo y me pregunto: ¿Y por qué hay que esperar a septiembre para empezar a trabajar? ¿Y si no paráramos? Igual, con una ración extra de aceite de hígado de bacalao compensábamos, y empezábamos el nuevo curso con carrerilla, en vez de poco a poco.

2. También pienso que podía haber dejado este artículo para final de mes. Pero me parece que es bueno que, todavía en julio, nos hagamos a la idea de que hay que aprovechar agosto. Que no estamos para muchos lujos.

A mí me gustan mucho los toros. ¡Qué le vamos a hacer! Hace muchísimos años, me ilusioné con Manolete y el mundo se me hundió cuando Islero lo mató en la plaza de Linares.