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Cosas sueltas: el fabulista Iriarte, nuestro presidente en funciones y Lichtenberg
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Leopoldo Abadía

Desde San Quirico

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Cosas sueltas: el fabulista Iriarte, nuestro presidente en funciones y Lichtenberg

COSA SUELTA 1. Yo no había oído hablar nunca de Georg Cristoph Lichtenberg. Ahora me entero -para eso está Google- de que fue un físico y

COSA SUELTA 1. Yo no había oído hablar nunca de Georg Cristoph Lichtenberg. Ahora me entero -para eso está Google- de que fue un físico y filósofo del siglo XVIII. Debía ser también un poco bocazas, porque decía con frecuencia cosas pintorescas.

Pues este señor dijo una vez que “cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto”.

De donde se deduce que cuando los que mandan tienen vergüenza, los que obedecen les tienen respeto. (Esta deducción es mía, no del físico alemán. Es que cuando me pongo a discurrir, soy una máquina.)

Yo siempre he tenido respeto a los Presidentes de todas las naciones, aunque estuvieran en funciones, porque siempre he pensado que eran personas que tenían vergüenza

COSA SUELTA 2. Sigo en el siglo XVIII. Ahora me voy a Tomás de Iriarte, un señor que escribía fábulas. Y repasándolas hace unos días, me encontré con una deliciosa, en la que una ardilla habla con un caballo.

La ardilla dice:

“Yo soy viva, soy activa,

me meneo, me paseo,

yo trabajo, subo y bajo,

no me estoy quieta jamás”

El caballo le mira y le contesta:

            “Tantas idas y venidas

            tantas vueltas y revueltas;

            quiero, amiga, que me diga:

            ¿son de alguna utilidad?”

COSA SUELTA 3. Salto al siglo XXI. Nuestro Presidente en funciones ha estado en Oslo, en el Foro sobre crecimiento y empleo.

Este hombre es un fenómeno. Es el rey de la versatilidad. No reza y va al desayuno de oración. No crea empleo ni crecimiento y va al Foro de crecimiento y empleo. ¡Qué cintura, madre mía! ¡Cualquier día le vemos con una pancarta en una manifestación pro-vida!

El tema del empleo lo ha arreglado de un plumazo. Es un tema filosófico, cosa que no se le había ocurrido a nadie, ni a los de su partido ni a la oposición (a la que, por cierto, no se le ocurren demasiadas cosas. Sólo una: esperar.)

La nueva filosofía de este señor que vive en la Moncloa es que “debemos tener una visión distinta de lo que es desempleo y empleo”.

Como yo estaba preocupado por las 4.645.500 personas sin empleo que hay en España, pensé que la culpa era mía, por seguir con la visión antigua. Y me dije: “Leopoldo, ya has vuelto a quedarte atrasado”.

Y D. José Luis se anima y dice que cuando una persona sin empleo está formándose, está trabajando para el país, lo cual me parece muy acertado. También, pienso yo, cuando una persona sin trabajo va a la iglesia de su pueblo a rezar para que el Santo Patrón le consiga un empleo, está trabajando para el país; la madre sin empleo que amamanta a su niño está trabajando para el país, porque si el niño no come, se muere y quién se va a ocupar de las pensiones dentro de 30 años. Y así.

Con lo cual, nuestro Presidente en funciones, después de ganar la Copa del Mundo como Ministro de Deportes, ha tomado el relevo del Sr. Corbacho y le ha dicho: “Celestino, ya te he rebajado la tasa de paro. Te podrás ir con mejores números que los que tenías hasta ahora”.

Que sí, que es un fenómeno. Que no me importa repetirlo. Porque bajará el número de personas sin empleo hasta dejarlo en una cifra que causará envidia en todos los países desarrollados y alguno de los subdesarrollados. (O al revés).

(La bajada será estadística, claro. No de verdad.)

Y, además, cuando se pone a dar lecciones en el extranjero, ríete de Ortega y Gasset, Menéndez y Pelayo y cualquier otra pareja semejante. Ahora dice que “esto es lo que hemos descubierto de la crisis, que la formación y la innovación es fundamental”.

Lanzado ya, se pone a dar consejos. Ahora quiere apoyar más al empleado que a la empresa. Porque eso de que las empresas crean empleo es un cuento, propio de gente retrasada.

No acabo de entender por qué le quieren hacer una huelga a este chico los empleados. Lo normal sería que se la hiciesen los empresarios, para conseguir que les ayuden un  poco, que no les iría mal a muchas de ellas (a algunos millones); para conseguir que no les insulten, que los Bancos les den algún crédito que otro a pesar  de Basilea III, que no se siga fomentando el odio de clases, cosa que hacen muy bien algunos que yo conozco, etc.

P. S.

1. Dicen que la Sra. Garmendia quiere dejar su puesto de Ministro de Ciencia e Innovación. Ya está cubierto el puesto. Dª Cristina, lo deja usted en buenas manos, las de D. José Luis. Cuando no tenga que ir a Deportes, a Trabajo e incluso alguna vez a la Presidencia del Gobierno, se dará una vuelta por el Ministerio que usted ocupa ahora. Y en un par de tardes, lo arregla y nos ponemos a innovar como locos.

2. Para acabar con este tormentón de ideas y ya metido en pleno delirio macro, D. José Luis ha dicho que, en España, tenemos mucho paro por la explosión demográfica que ha habido en la última década.

3. Hasta aquí, veía todo como desde fuera. Pero ahora me he sentido aludido. Porque me siento culpable de que mis 12 hijos y mis 40 nietos hayan causado este drama del paro. Perdón, D. José Luis. No lo volveré a hacer más.

4. Repasando las tres cosas sueltas, me parece que no están tan sueltas como yo pensaba. Que están bastante relacionadas. Casi me atrevería a decir que están MUY relacionadas.

5. MENSAJE URGENTE. Señores del PSOE, ¿no tienen otro? Porque éste ya ha dado de sí todo lo que llevaba dentro (o sea, nada.) Alguno tendrán ustedes. Viejo o joven. Me da lo mismo. Pero OTRO, por favor. Y PRONTO, por favor. No se entretengan. Y, mientras se deciden, no le dejen viajar a éste. Y si viaja, que se calle.

COSA SUELTA 1. Yo no había oído hablar nunca de Georg Cristoph Lichtenberg. Ahora me entero -para eso está Google- de que fue un físico y filósofo del siglo XVIII. Debía ser también un poco bocazas, porque decía con frecuencia cosas pintorescas.