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Me ha costado, pero ya he decidido mi voto en las elecciones catalanas
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Leopoldo Abadía

Desde San Quirico

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Me ha costado, pero ya he decidido mi voto en las elecciones catalanas

Hace un par de semanas fui a Jaca. La familia de mi mujer se reúne una vez al año allí. Lo pasamos muy bien. Nos ponemos

Hace un par de semanas fui a Jaca. La familia de mi mujer se reúne una vez al año allí. Lo pasamos muy bien. Nos ponemos al día y acompañamos a un cuñado mío que está bastante enfermo.

Solemos ir a un restaurante donde se come muy bien. El postre, un helado gratinado, es sorprendente y buenísimo.

Al volver, pasamos por una calle dedicada a un prohombre que no me acuerdo cómo se llama. Sí me acuerdo de lo que pone el azulejo debajo del nombre: “Útil a Aragón”.

Nunca había visto ni oído un piropo como ese. Y me gustó mucho. Pensé que me haría ilusión que, cuando me muera, o sea, dentro de muchos años, dijeran de mí que había sido útil a algo bueno. No quiero que lo pongan en mi tumba, en el nicho 149 del cementerio de San Quirico. Prefiero que digan eso de “descanse en paz”, porque, de cara a la vida eterna, me interesa más la paz con Dios que la utilidad.

Pero me quedé con la cantinela mientras, al cabo de nada, empecé a ser bombardeado por la publicidad de las elecciones catalanas, publicidad que, cuando llega por correo, va directamente a la papelera que tengo en mi despacho, porque si quieren perder el tiempo, que lo pierdan ellos.

Ahora estoy en las jornadas de reflexión. Procuro reflexionar antes de la Jornada de reflexión marcada, por dos razones:

  1. Porque me molesta tener que reflexionar cuando me lo digan. Yo, si quiero, reflexiono, y si no, no. Y si reflexiono, lo hago cuando me da la gana.
  2. Porque el tema es lo suficientemente importante como para dedicarle bastantes días, sin prisas. No vaya a ser que el día de reflexión mi hijo me monte una conferencia en Tenerife por la mañana y una firma en el Corte Inglés de Barcelona por la tarde y no tenga la cabeza para muchas reflexiones.

Y empalmando las caras de los candidatos que veo por la calle (cuando salen por televisión, hago zapping) con lo del “útil a Aragón”, se me ha ocurrido hacer el test de quién de ellos puede ser útil a Cataluña.

Para ello, como siempre, me fui a mi diccionario. Tengo a los de la Editorial Espasa contentísimos. Me parece que piensan darme la medalla de utilizador del diccionario, porque debo ser de los que más lo emplean.

Busqué la palabra “útil”. Significa “lo que trae o produce provecho, comodidad, fruto o interés”, o bien “lo que puede servir y aprovechar en alguna línea”.

Lo que pasa es que la voz “utilería” viene a continuación y, de ella, el diccionario dice que es el “conjunto de objetos y enseres que se emplean en un escenario teatral o cinematográfico”.

Y ahí se han quedado estos chicos. En hacer teatro o cinematógrafo. En otras palabras, en hacer comedia, o sea, en “aparentar para algún fin lo que en realidad no se siente”.

Y, como no soy de los más listos del barrio, pero tonto tonto, tampoco, he pensado que, para mí, NINGUNO es útil para Cataluña. Y lo digo sin ganas de ofender a nadie, porque si quisiese ofenderles, me resultaría muy fácil. No les conozco, pero he coincidido con algunos de ellos en los lugares donde ahora coincido con la gente, o sea, en los platós de televisión, y son muy majos. Y te hablan de sus familias y de sus hobbies y de dónde veranean. Y son normales.

Pero algo les pasa, que cuando se ponen la cara de políticos -iba  decir la máscara-, les veo y se me ocurre decir aquello de que “este no es mi Juan, que me lo han cambiao”.

He decidido no votar a nadie. Pero también he decidido que iré a votar. Porque si no, cuando salga en la prensa que no he votado, algunos dirán que claro, como hacía buen tiempo, me quedé en San Quirico. O que, como llovía y a mí me encanta estar en San Quirico cuando llueve y hay tormenta, me quedé.

No. Yo bajaré a Barcelona, que es donde estoy empadronado. Iré a la calle Ciudad de Balaguer, que es donde está mi colegio electoral. Cogeré un sobre. No pondré dentro ninguna papeleta. Iré a la mesa que me corresponda, enseñaré el DNI y, cuando el Presidente de la mesa diga “Votó”, volveré a San Quirico, haciendo por segunda vez en la mañana los 45 Km. que hay hasta allí.

Porque con mi voto quiero decir a estos señores que ya vale, que el problema de Cataluña no es el orgasmo ni la toalla ni el videojuego para matar inmigrantes ni saber si Dios paga impuestos en Andalucía, que son los temas con los que quieren que nos distraigamos.

Que el problema es otro. Que hace muchos años un político americano que no sé quién es le dijo a otro aquello de “¡Es la economía, estúpido!” y que, como lo dijo en inglés, estos no se han enterado todavía.

Y que estoy de ellos hasta las narices, como políticos. Que como personas son majísimas, pero que se lo hagan mirar, y pronto, porque, de repente, se les desdobla la personalidad y dicen y hacen unas cosas increíbles.

No sé si seré el único que vote en blanco. Pero si sólo hay un voto en blanco, quiero que sepáis que he sido yo.

Hace un par de semanas fui a Jaca. La familia de mi mujer se reúne una vez al año allí. Lo pasamos muy bien. Nos ponemos al día y acompañamos a un cuñado mío que está bastante enfermo.