Es noticia
En plena crisis hay que rascarse el bolsillo
  1. España
  2. Desde San Quirico
Leopoldo Abadía

Desde San Quirico

Por

En plena crisis hay que rascarse el bolsillo

En Sevilla, participo en un chat. Te van haciendo preguntas y tú las contestas como puedes. Menos mal que son por mail y que la emisora

En Sevilla, participo en un chat. Te van haciendo preguntas y tú las contestas como puedes. Menos mal que son por mail y que la emisora de radio me pone a un chaval muy majo que escribe por mí. Yo dicto y él escribe. Si tuviera que hacerlo yo, aún estaríamos.

En el chat, me dice una señora que, con el dinero que tengo, a ver si me acuerdo de los que lo pasan mal y monto una ONG.

Ya se ve que las ideas de la gente son infinitas y que siempre hay alguien que te sorprende y que te hace pensar.

Pero como tengo que contestar sobre la marcha, le digo que con 12 hijos y 40 nietos, para ONGs estoy. Lo que pasa es que debe  ser una contestación primo primi, que me parece que quiere decir que dices lo primero que te sale. Pero luego lo pienso mejor y lo arreglo.

(Me ha pasado siempre. Mi amigo Juan Manuel decía que yo era el rey de las ideas de portal. O sea, que en las reuniones no se me ocurrían demasiadas cosas, pero que, en cuanto llegaba al portal, empezaba a soltar cosas que debía haber dicho arriba).

Menos mal que, en el chat, la idea ha llegado antes de bajar al portal y he podido arreglar lo que había dictado, que realmente había quedado un poco brusco.

Añado que ya en los tiempos duros, o sea, aquellos en que tenía que dar de comer y de estudiar a tantos mozos (8) y a tantas mozas (4), que no sé si estudiaban mucho, pero que comían una barbaridad, ya en aquellos tiempos, digo, procuraba echar una mano a instituciones que hacían cosas buenas y de las que me fiaba.

Ahora, los hijos se ganan bien la vida y mi mujer y yo estamos un poco menos agobiados. Por eso nos podemos estirar un poco más con aquellas instituciones que siguen haciendo cosas buenas y de las que me sigo fiando.

Las cosas no pintan nada bien. Mucho Banco Central Europeo, mucho Fondo Monetario Internacional, muchos planes de rescate, pero el  domingo, en mi parroquia, hicieron un llamamiento para la recogida de alimentos porque, con la crisis, hay gente que tiene problemas para comer.

Esto pasa en Barcelona, o sea, en España, o sea, en la Unión Europea, donde no hago más que oír hablar del Estado de Bienestar y resulta que hay gente que no come.

Ya sé que es muy fácil hacer demagogia en este asunto, pero la verdad es que esas personas no comen. Y que eso suceda en Barcelona, o sea, en España, o sea, en la Unión Europea, es una vergüenza.

¿Cuánto hay que dar?

Al llegar aquí, me fui a mi libro, ese de “¿Qué hace una persona como tú en una crisis como esta?”  Voy a ese libro porque pienso que, con lo que sudé en Julio y Agosto para cumplir el plazo que me impuso mi Editorial, tengo derecho a copiar algún párrafo.

En el libro hay un apartado que se titula “Donativos”:

“…hay que dar dinero a personas u organizaciones que hacen cosas buenas por la sociedad y que ahorran al Estado muchos millones de euros, sacrificándose por los demás. Y por ello, en la lista de nuestros gastos mensuales, me parece fenomenal que esté la partida de ´donativos´. Y ese gasto tienen que saberlo los hijos. Y en ese gasto tienen que colaborar ellos. Y han de saber dónde va ese dinero. Y una cosa buena para que lo sepan es llevarles un día a la organización esa a la que damos dinero, para que durante un rato vean personas en situaciones malas que están atendidas allí. Y si pueden, que, además, echen una mano y le sirvan la comida a  un pobre señor impedido”.

Releo lo anterior y me quedo muy satisfecho de mí mismo, y me digo: “¡qué bien te ha salido, Leopoldo!”

Y como estoy lanzado y tengo más para copiar, sigo con una pregunta que a veces te hace la gente: ¿cuánto hay que dar?

El libro dice que la cantidad se determina de la siguiente manera:

“…se hacen los cálculos de lo que tienes, de tus ingresos, de tus necesidades y, en función de todo ello, decides la cantidad. Entonces, la pones en un sobre y, antes de cerrarlo, te preguntas: ¿Me molesta dar esta cantidad? Me escuece un poco?” Si te escuece, cierra el sobre. Si no te escuece, añade un euro, dos euros, tres euros, cuatro…hasta que digas: “Me empieza a escocer”. Un euro más y cierra el sobre. -Lo de un euro, dos euros, tres euros…no deja de ser un ejemplo. Para algunos serán 1.000 euros, 2.000 euros, 3.000 euros…Y para otros, cinco céntimos de euro, 10 céntimos de euro, 20 céntimos de euro. Lo que he dicho sirve para TODOS”.

No sigo copiando, porque si no, nadie comprará mi libro. Pero sí, es para TODOS. Y así, ya no hace falta que nos hablen de que hay que volver a los viejos valores de la austeridad, la generosidad y la solidaridad. Habremos aprendido. O lo habremos recordado.

Las malas situaciones, como la actual, pueden fomentar el egoísmo. O sea, pensar que, con lo mal que lo estoy pasando y con lo negro que está el horizonte, allá los demás con sus problemas.

Pues mira, no. Allá los demás, no. Allá tú, allá yo, echando una mano a esos que lo pasan todavía peor.

Que hay muchos.

P.S.

Releo el artículo y pienso dos cosas:

  1. Que parece un sermón. Pues muy bien.
  2. Que alguien puede pensar que hago publicidad de mi libro. Pues es verdad.

En Sevilla, participo en un chat. Te van haciendo preguntas y tú las contestas como puedes. Menos mal que son por mail y que la emisora de radio me pone a un chaval muy majo que escribe por mí. Yo dicto y él escribe. Si tuviera que hacerlo yo, aún estaríamos.

Economía sumergida ONG