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Falta pudor, sobra pudor
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Leopoldo Abadía

Desde San Quirico

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Falta pudor, sobra pudor

El Diccionario de la Real Academia define el pudor como “honestidad, modestia, recato”. Y también, como “mal olor, hedor”. Por aquello de que los extremos

El Diccionario de la Real Academia define el pudor como “honestidad, modestia, recato”. Y también, como “mal olor, hedor”.

Por aquello de que los extremos se tocan, estoy viendo casos -muchos, muchísimos- de falta de pudor en el primer sentido y de sobra de pudor en el segundo sentido.

No soy quién para acusar a nadie de falta de honestidad, pero sí de falta de recato, como me parece falta de recato cuando alguien sale en la tele y nos cuenta qué le pasó con su mujer o con la amiga de su mujer o con aquel chico que era muy majo, pero que, en sus ratos libres, metía la mano en la caja del Ayuntamiento, porque para eso era Alcalde. Y con quién se acostaba cada uno y cada una.

A veces, pienso que la falta de recato es consecuencia de eso que nos ha dado por llamar “autenticidad”, o sea, que cada uno hace lo que le apetece, y además lo cuenta, porque uno es así de auténtico. Con este significado, por cierto falso, de la autenticidad, resulta que cuanto más dura tienes la cara, más auténtico eres. Y de ahí a la falta de recato va un nanomilímetro, que me parece que es algo muy pequeño, si es que existe.

Rodrigo Rato, elegido por Bloomberg Business Week como uno de los cinco peores directivos del mundo en 2012, ha sido contratado inmediatamente por Telefónica como miembro de un Consejo asesor. El Confidencial dice que Rajoy le quería colocar en Endesa, pero al final no pudo.

Repaso nombres: Eduardo Zaplana, Felipe González, José Mª Aznar, Elena Salgado,…en Telefónica, Endesa, Gas Natural, Murdoch y sitios así.

Veo que en Cataluña, Mas, siguiendo el guión que le ha escrito su socio y opositor Oriol Junqueras, inaugura el desdoblamiento del Eix Transversal y dice que eso es un ejemplo de que Cataluña funciona mejor cuando no depende del Gobierno central. Algunos dicen que el coste total de la obra será de 2.550 millones de euros, aproximadamente un 250 % más que el precio de adjudicación aprobado inicialmente. O sea, que lo previsto eran 1.020 millones de euros y se les fue un poco la mano y lo multiplicaron por 2,5, cosa que pasa en las mejores familias y de la que tiene la culpa única y exclusivamente la Administración Central, porque la parte nuestra la hemos hecho de cine.

Y a las personas normales, al ver lo de Rato, Aznar y González y Zaplana y Salgado y esas cosas de Mas, se les queda la cara de tontos. O de listos, porque resulta que no son tontos y se dan cuenta de lo que pasa.

Para tranquilizarnos, lo de la falta de recato no pasa solo aquí, porque en Alemania, o quizás en Moscú, Schcroeder, el antiguo canciller, trabaja para Gazprom. Con un cierto retraso, me entero también de que en 2009, el entonces Presidente del Deutsche Bank, Josef Ackeman, celebró su cumpleaños en el despacho de Merkel, cosa que ya me hubiera gustado celebrar a mí, dada mi admiración por Dª Angela.

Ahora resulta que Unió, partido serio de toda la vida, va a devolver 388.000 euros que, por una distracción, acabaron en las arcas del partido, desde1994 a 1999. ¡Es que hay mucha gente distraída! En este caso, me quedo menos descontento, porque lo devuelven, aunque la instrucción del sumario ha durado 13 años, período de tiempo que ha servido para una serie de cosas, como, por ejemplo, “debilitar” las pruebas para acreditar la participación de los acusados. Concretamente, a dos señoras se les retiran los cargos por las dificultades para probar su culpabilidad, sobre todo después del tiempo transcurrido, que no permite acreditar su participación. Cuando le recuerdan a Duran i Lleida que tendría que dimitir por este asunto, se va a Chile y dicen que igual hará algunas declaraciones allí. (Andando, la sede de Unió en Barcelona está a 10 minutos de Catalunya Radio y a 5 de RAC 1. Para hacer declaraciones, no hace falta irse tan lejos y gastarse dinero en el viaje.)

Desayuno con un amigo, en Barcelona. Se conoce muy bien los entresijos de esta Comunidad Autónoma y de otras. Y me dice que, hace años, había personas de categoría que dejaban sus ocupaciones profesionales y se dedicaban a la política durante una temporada. Normalmente, les costaba dinero. Al abuelo de mi mujer, Jorge Jordana, le pasó eso cuando fue Alcalde de Zaragoza. Solo la chistera que llevaba cuando recibió a Alfonso XIII en 1927 en Zaragoza costaba un dineral. Y se la pagó él.

Mi amigo me dice que, poco a poco al principio, y con una velocidad endiablada al final, esos hombres de prestigio dedicados a la política fueron sustituidos por hombres sin prestigio o con mal prestigio que veían en la política un modo de quitarse el hambre, y, una vez quitado, poder comer mariscos, alimento que a mí nunca me ha gustado, y que quizá por eso no he podido hacer carrera en este terreno. Esos hombres constituyeron una nueva clase: la clase política, que, en la encuesta de septiembre del CIS, aparece considerada como un problema por un 26,9 % de españoles. (Curiosamente, en esa misma encuesta, un 24,5 % de españoles están a favor de un único gobierno central, sin autonomías. Casi coinciden las cifras. Yo creo que el desmadre se ve demasiado. Estos mozos no disimulan nada.)

Me dice mi amigo que toooooodos los políticos están pringaos. Luego, se calma un poco y dice: bueno, tooooooodos no, porque conozco alguuuuuuuno honrado. (El alargamiento de la palabra alguno, junto con la cara de pena que pone, me indica que piensa que alguuuuunos no son muuuuuchos).

¿Crisis de valores? No, crisis de falta de vergüenza, que hace que a algunos mozos/as se les vaya endureciendo la cara hasta parecer un anuncio del cemento que fragua instantáneamente y que hacen que la gente diga eso de que siempre pagamos los mismos.

Creo que sería más exacto decir que siempre, los mismos están en todos los ajos. Y sus maridos y sus mujeres y sus ex maridos y sus ex mujeres, porque, en cuanto rascas un poco, aparecen parentescos actuales o antiguos. A veces, me da la impresión de que el que deja a su mujer o al revés, va al Gobierno de turno y le dice: “anda, colócame a este/a en algún sitio, que así me ahorro la pensión” (con la edad, cada vez tengo más malos pensamientos).

O sea, que las antiguas clases sociales de proletarios vs capitalistas ahora son los que no están en el ajo vs los que sí están en el ajo. Si los señores Méndez y Fernández Toxo hicieran un sindicato de los que no están en el ajo, igual me apuntaba.

Otra cosa: señor Rato, usted, ahora, a vivir, que para llegar a fin de mes, no necesita las cuatro perras que le va a pagar César Alierta. ¿Por qué no lo deja? Desde fuera, me parece que usted, en el FMI no se lució mucho. Y en Bankia menos todavía. Pero, por familia, tiene perricas y no necesita lo de Telefónica. Váyase, hombre, váyase. Que me cae muy bien, porque usted es amigo de un pariente mío y cuando murió mi suegro, usted fue al funeral. Y un día nos lo encontramos y mi mujer le dio las gracias.

Sea usted el primero en dar el paso, porque todavía tiene prestigio, a pesar de lo de Bloomberg y de lo de Bankia. Retírese y váyase a Asturias una temporada. Que aún es joven y puede volver. ¡Ánimo, hombre, que nos ayudará a todos!

Y luego, igual se animan Salgado, Zaplana y los demás, y le siguen. Y evita tentaciones a otros que están esperando, anhelantes, a que la gente se olvide un poco de las burradas que han hecho y les hagan Consejeros de la empresa de mi amigo de San Quirico, que no es Endesa ni Gazprom, pero por algo se empieza.

Y la gente empezará a pensar que no todo está perdido: que entre ustedes que renuncian por elegancia y otros que devuelven el dinero por obligación, las cosas empiezan a cambiar.

Y no digo que “en España empieza a amanecer” porque me dirán que soy un fascista impresentable, nostálgico de tiempos que no volverán y que no soy demócrata.

P.S.

1. D. Rodrigo, por favor no piense que, en cuanto usted se vaya, yo le llamo a César Alierta, que es de Zaragoza, y le pido que me dé su puesto. Se lo aseguro: no lo haré. Yo también tengo un cierto pudor. (En la primera acepción.)

2. Hablando de democracia: ayer vi a un político de Ciutadans exigiendo a Duran i Lleida que dimitiera por decencia democrática. Mira, majo, la decencia no tiene adjetivos. No existe la decencia democrática, ni la totalitaria, ni la deportiva, ni la de San Quirico. Existe la DECENCIA.

3. Y la indecencia.

4. Y, mientras tanto, en Barcelona, Félix Millet mira el espectáculo y sonríe.

El Diccionario de la Real Academia define el pudor como “honestidad, modestia, recato”. Y también, como “mal olor, hedor”.