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Las dos clases sociales
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Leopoldo Abadía

Desde San Quirico

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Las dos clases sociales

Hoy tengo tantos temas que no tengo tema.  Eso es lo malo de la situación actual: que si hablas de todo lo que pasa,

Hoy tengo tantos temas que no tengo tema. 

Eso es lo malo de la situación actual: que si hablas de todo lo que pasa, te dicen que no profundizas y que picoteas por el campo, y si hablas de un solo tema, que te olvidas de lo principal. (Porque siempre, "lo otro", lo que te has olvidado, era "lo principal".)

Me acuerdo de aquello del "cristal con que se mira". Cojo unos cuantos cristales y me pongo a mirar.

1. Veo, en primer lugar, que están a punto de llegar a Salou 9.000 mozos -universitarios, les llaman- que van a celebrar la Semana Santa en borrachera continua. Esta no es la idea que yo tengo de la Semana Santa, pero a esos chicos les han debido enseñar en su casa que aquello del recogimiento penitencial se hace mejor dándole a la cerveza.

2. Me voy a Chipre y salgo corriendo, procurando no encontrarme en ningún aeropuerto con el inefable señor Dijsselbloem (más o menos, Dáisemblum) porque este tío es capaz de decir cualquier bobada, cargarse las bolsas de unos cuántos países y excusarse diciendo que no sabe inglés. Debe ser muy listo, pero lo disimula todo lo que puede. Ha elegido el mejor momento para decir que lo de Chipre le ha gustado y que se puede exportar. Que eso de que los que se fiaron de los directivos de los bancos paguen las bobadas que hicieron los directivos de los bancos mientras los directivos de los bancos ponen cara de que pasaban por allí, eso es lo que se va a llevar en Europa en la temporada de primavera/verano.

3. Salto a España y caigo en el líquido viscoso-fecal de la vida socio-político-financiera-etc. Bárcenas ya está pasado de moda. Ahora hay otro. Oriol Pujol ya está pasado de moda. Ahora hay otros. Los no sé cuántos miles de euros que distrajeron los chicos de Unió ya están pasados de moda. Ahora hay otros. Félix Millet sigue sonriendo. Es lo único inmutable.

4. Del paro, no se acuerda nadie. De ayudar a las empresas para que creen empleo, sigue sin acordarse nadie. De los bancos, los que se acuerdan es para ponerles verdes. Para compensar, en fútbol hemos ganado a Francia. Como, gracias a Dios, el partido se jugó en París, no hubo abucheos al himno nacional.

5. No me parece bien, aunque sea un tema complicado, que algún impresentable se empeñe en decir que si el marido de la infanta Cristina ha hecho algo malo o muy malo, la solución sea el divorcio. Porque aquello de la salud y la enfermedad es algo más que una frase hecha.

El otro día me invitaron a unas jornadas organizadas por Fasga, una federación de asociaciones sindicales. No me apetecía mucho porque suponía que oiría lo de siempre: que el empresario es malo, que todos nosotros somos muy buenos hasta que se nos ocurre ser empresarios y entonces somos malos, etc. Todo ello aplaudido por unos cuantos con el puño en alto, porque la mano extendida a lo nazi (6 millones de personas asesinadas por Hitler y su gentuza) está mal, pero el puño cerrado a lo comunista (52 millones de personas asesinadas por Stalin y su gentuza) es otra cosa, y, además, suena a progre. 

Cuando llegué y vi que el título de las jornadas era "Responsabilidad y futuro", me sorprendí. Cuando vi los títulos de las ponencias (Optimismo, Entusiasmo, Alegría y Buen humor) y vi que, por grupos de trabajo, los asistentes -muchos- trabajaban en serio, me volví a sorprender. 

Cuando me dijeron que se llaman sindicatos independientes, aunque a ellos les gustaría llamarse sindicatos libres y que no están subvencionados por los Presupuestos Generales del Estado y que el dinero que reciben para formación lo entregan tal cual, sin desenvolver el paquete, a quienes hacen la formación y que estos les dan la correspondiente factura, sentí un soplo de aire fresco y pensé que todavía hay gente -mucha- que quiere hacer las cosas bien.

Y pensé que los mediocres desaparecerán algún día y que algunos irán a la cárcel y que nos volveremos a enterar de que lo importante es lo importante y lo no importante no tiene importancia, como su propio nombre indica.

Y que lo importante estará ligado a la responsabilidad individual y a la responsabilidad individual estará ligada a la honradez y la honradez estará ligada a un trabajo bien hecho y el trabajo bien hecho estará ligado a trabajos de verdad. No a empleos falsos pagados con dineros auténticos (los nuestros).

Y mientras nuestros políticos se dediquen al 'tú más', y nuestros financieros se dediquen a los inventos y los empresarios no encuentren dinero para sacar adelante sus empresas y los sindicatos hagan huelga los días en que puedan hacer más daño y todos se olviden de que el problema hoy se llama 5.965.400 personas sin empleo, seguiremos jugueteando, discutiremos si el derecho a decidir es para ahora o puede esperar a que cobren los farmacéuticos, aseguraremos que delegamos nuestras funciones, pero no abandonamos el escaño, y diremos que estamos en paz con nuestra conciencia, que puede estar más retorcida y más sucia que mandada hacer de encargo.

Es verdad que hay dos clases sociales: la mayoría y la minoría. La mayoría, que sabe lo que está bien y lo que está mal y que asiste pasmada al espectáculo diario en el que los de la minoría exhiben sus vergüenzas y, sobre todo, sus desvergüenzas, intentando que nos creamos que, para triunfar en la vida, hay que ser como ellos.

Yo quiero seguir en mi clase social, porque intento ser de la mayoría. Y tengo la esperanza de que mi clase social arrincone a la otra. 

Hoy tengo tantos temas que no tengo tema.