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Leopoldo Abadía

Desde San Quirico

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Cachorros y cachorros

Hoy es mi santo, San Leopoldo, Margrave de Austria, que tuvo muchos hijos y construyó hospitales. Vi en Innsbruck, hace muchos años, una imagen suya

Hoy es mi santo, SanLeopoldo, Margrave de Austria, que tuvo muchos hijos y construyó muchos hospitales. Vi en Innsbruck, hace muchos años, una imagen suya, de tamaño natural, en bronce. Tenía cara de ser un poco bruto, pero seguro que fue una buena persona.

Todo esto viene a que hoy quiero ser amable y fijarme en cosas buenas. Ya hablaré otro día de las noticias que voy leyendo, que forman un repertorio tragicómico en el que actúan y hablan y se enfadan y luego se quieren unos personajes pertenecientes a la casta política, dándole a la palabra "casta" el significado más peyorativo que se le pueda dar.

Una familia amiga ha celebrado las bodas de oro de los padres. La madre falleció hace unos años y los hijos han querido arropar al padre ese día y le han organizado una fiesta por todo lo alto.

Uno de ellos escribió un artículo, firmado por todos, de homenaje a los padres, que se ha publicado en un periódico de la ciudad. Hay una foto de la pareja el día de la boda, jovencicos y guapos. El artículo cuenta cosas pequeñas, sin importancia. Entre ellas, hubo una que me gustó mucho. De novios, él le escribía cartas a diario y, para que ella pudiera contestarle, le incluía en cada carta un billete de 10 pesetas. Así pasaron el noviazgo. Cuando empezaron a preparar el viaje de novios, ella sacó todos los billetes de 10 pesetas que había ido ahorrando y pudieron hacer un viaje un poco mejor. Supongo que la novia le había convencido a su padre para que le 'financiara'las cartas.

Hoy quiero ser amable, ya lo he dicho, y me quiero fijar en ese detallico que ya presagiaba que aquel iba a ser un matrimonio feliz.

Lo malo de querer ser amable es que en seguida comparas con otras actuaciones y, si te descuidas, en vez de dedicarte a alabar lo bueno, te lanzas a por la yugular del malo. Como siempre, cuando hablo del malo, también hablo de la mala, porque hay cada moza por ahí que sí le mandas un billete de 10 pesetas, se lo guarda, no te escribe, pide más billetes con cualquier excusa a sus amigos y monta un fondo de inversión con el único objetivo de forrarse, arruinando de paso a cuanta más gente, mejor.

Estos/as mozos/as tienen amplias miras. Si pueden, hacen daño hacia fuera y hacia adentro. Es decir, como su objetivo es hundir al prójimo, cuanto más próximo el prójimo, mejor. Porque cuesta menos hacer daño al de cerca y es más cómodo. No tienes ni que inventar productos raros ni encargar a un grupo de físicos que estudien unas fórmulas financieras que no las entienda nadie. Basta con hacer muchas cositas diarias que hagan la vida imposible al desgraciado o a la desgraciada que, valiendo con frecuencia más que tú, ha tenido la mala suerte de estar por debajo de ti en el organigrama.

A veces me preguntan si en el IESE se preocupan de formar personas. Les digo que, cuando yo trabajaba allí, sí que nos preocupábamos y que estoy seguro de que ahora, también.

Pero hay un tema que, últimamente, me está empezando a obsesionar. A ver cómo lo explico para que quede claro.

Yo siempre he respetado mucho al empresario. Al que tiene la idea, lanza el negocio, se juega su dinero y contrata personas. Siempre he pensado que en España, como en la India y en Afganistán, hace falta que haya muchas personas así. Al principio del IESE empezamos con actividades dirigidas a perfeccionar en su formación a ese tipo de personas. Luego añadimos el nivel inmediato inferior, el de los directivos, contratados por el empresario para ayudarle a llevar su empresa.

Pienso que, ahora, el nivel de los directivos y el de los menos directivos es fundamentaldesde el punto de vista de trato humano, porque ellos son los que están en contacto diario con las personas y si esos niveles, desde el punto de vista de respeto a los demás, son deplorables, ya puede ser el empresario tan santo como San Leopoldo, Margrave de Austria, que aquella empresa será una casa de mala nota. Y al empresario se le llenará la boca hablando de responsabilidad social corporativa, de la fundación que ayuda a los pobres del mundo, y de los puestos de trabajo que ha creado, mientras no se entera de que los pobres más cercanos están en esos puestos de trabajo, aguantando a sus jefes por aquello de que hay que comer a final de mes.

Pero hoy tengo que ser amable. Hoy tengo que decir que necesitamos muchas familias como las de mis amigos de las 10 pesetas. Porque en las familias es donde se crían esos ejecutivos agresivos que, por cierto, en cuanto viene el vendaval, llaman a tu despacho diciéndote que quieren emprender nuevos retos personales y profesionales. Y uno, que no habla muy bien inglés, pero que en español se defiende, traduce en seguida y piensa: "A este tío le han echado". Y luego vuelve a pensar: "Ya iba siendo hora". Y sigue pensando: "Le va a ayudar a buscar empleo su padre".

No sé qué me pasa, pero empiezo a estar hasta el gorro de esta gentuza, que parece que han vivido en una familia en la que les han enseñado a hacer el mal, luego les han reafirmado sus malas convicciones en el colegio y en la universidad y, después, han rematado la faena en una escuela de negocios, extranjera por supuesto, de la que han salido con un título en inglés que, realmente, debería poner una sola palabra: "Danger!"

No soy el primero que piensa así. Hace años, Joan Manuel Serrat ya hablaba de los "cachorros de buenas personas que hurtaban flores para regalar a su mamá y daban de comer a las palomas".

Los cachorros han crecido y se han vuelto malas personas. Menos mal que mis cachorros amigos, los de las 10 pesetas, también han crecido y, como era de prever, son buenas personas.

Acabo, porque he conseguido poner unas líneas amables y no es cuestión de estropear el día de mi santo.

Hoy es mi santo, SanLeopoldo, Margrave de Austria, que tuvo muchos hijos y construyó muchos hospitales. Vi en Innsbruck, hace muchos años, una imagen suya, de tamaño natural, en bronce. Tenía cara de ser un poco bruto, pero seguro que fue una buena persona.

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