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La Navidad y los bueyes
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Leopoldo Abadía

Desde San Quirico

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La Navidad y los bueyes

En un alarde de buena voluntad y sin que sirva de precedente, después de ver los resultados, en número de votantes y en escaños repaso los artículos de todos los comentaristas políticos

Foto: Belén de toledo (Efe)
Belén de toledo (Efe)

Lunes 21.

Ayer se celebraron las elecciones generales. En un alarde de buena voluntad y sin que sirva de precedente, después de ver los resultados, en número de votantes, que es lo que me gusta, y en escaños, que me gusta menos, repaso los artículos de todos los comentaristas políticos de los dos periódicos que leo a diario.

Y alguno más. Porque, por mail, me llegan más cosas. Una amiga está en plena depresión:

1. La cosa se pone fea.

2. Ningún partido con representación parlamentaria va a defender los derechos fundamentales como la libertad religiosa y el derecho a la vida.

3. La legalización de la prostitución, el cannabis y los vientres de alquiler están al caer.

4. El panorama político me recuerda al de los años 30.

5. Quieren prohibir la Religión en las escuelas.

6. De paso, algunos atacan la educación diferenciada porque a quién se le ocurre.

La señora que me manda el correo, remata: "estoy muy asustada".

Luego vuelve a rematar: "los políticos no van a poner solución a los grandes problemas que asuelan España".

¡Esto último ya lo sabíamos todos! ¡Nunca en la historia lo han hecho! ¡Siempre en la historia han dicho que lo iban a hacer!

Ahora tenemos mozos que juran por su santa madre, que ellos y solo ellos, lo arreglan todo.

Pero como no nos hemos acabado de creerles, se ha producido lo que los entendidos llaman "la fragmentación del voto". Otros, tan entendidos, pero menos sofisticados, le llaman "la italianización", recordando los tiempos en los que en Italia muchos juraban también por sus respectivas santas madres lo mismo que hacen ahora Mariano, Pedro, Pablo, Albert y los periféricos que tontos, tontos, al final pueden tener un papel importante.

Mi amiga añade otra frase: "(los políticos), de hecho, parece que sólo quieren poner más problemas". Esto ya lo sabía también Groucho Marx cuando, cínico él y sincero él y conocedor del paño él, decía que la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados.

La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados

Miércoles 23.

Así están las cosas en España: unos creando problemas, otros ofreciendo soluciones a esos problemas, algunos amenazando, otros defendiéndose de los ataques diciendo que cómo dicen eso, con lo buenos, listos e incorruptos (no corruptos) que han sido siempre, todos levantando la mano con los dedos marcando la V de victoria, con el puño levantado otros, etc.

Digresión.

Aunque ahora no toca, no acabo de entender por qué está mal visto levantar la mano y alabar el nazismo, porque recuerda a Hitler (x millones de asesinados) y, por el contrario, está bien visto levantar el puño y alabar el comunismo, que a mí me recuerda a Stalin (X millones de asesinados, siendo X mayor que x). Y mejor no decir, porque algunos se ofenden, que el nazismo y el comunismo fueron las dos grandes aberraciones del siglo XX, en el cual yo he pasado la mayor parte de mi vida por ahora (67 años contra 15).

Acabada la digresión, me acuerdo de una frase que solía decir mi padre cuando la gente se ponía nerviosa si pasaba algo (porque hace 60 años también pasaban cosas): "hijo, con estos bueyes hay que arar".

O sea, que lo que hay es lo que hay. O, como recuerdan en Google, "no hay más cera que la que arde".

Jueves 24.

Nochebuena. Acabo el artículo porque tiene que salir mañana, día de Navidad.

En mi casa de San Quirico, está puesto el belén hace días. Los Reyes Magos ya están en camino, allá a lo lejos en el sendero de piedrecitas. Tendrán que pasar un puente sobre un río de papel de plata, en el que hay unos patos y un cisne. En el portal, la Virgen y San José. Encima, un ángel.

No está todavía el Niño. Lo pondrá a las 12 de esta noche el más pequeño de los 56 que -por ahora- nos reuniremos a cenar.

La Virgen y San José no están solos en nuestro belén. Les acompañan la mula y el buey, dando calefacción con sus alientos. Ni la Virgen ni San José se quejan de los políticos. Y tenían por qué quejarse, porque el pajarraco de Herodes hacía buenos a Mariano, a Pedro, a Pablo, a Albert y a los periféricos.

Ni la Virgen ni San José se quejan de los políticos. Y tenían por qué quejarse

Recibo Christmas. Unos, normales. Otros, pintorescos, enviados sin duda con buena voluntad, pero sin ningún acierto. Porque me parece una tontería que para celebrar que Dios se ha hecho Hombre me digan que a las 5.48 a.m. ha empezado el invierno y, por tanto, me manden un pingüino con un señor con barba o un cuadro formado por cuatro líneas grises horizontales y una roja vertical. Como si para anunciar el triunfo del Barça en Japón pusieran una foto de Enrique Ponce y el Juli en la Maestranza de Sevilla.

Hoy he comprado Christmas. He pedido que fueran de verdad, como el Belén de San Quirico, incluidos el buey y la mula. Los veo y me fijo en el buey, figura secundaria, pero que hace todo lo posible por arreglar aquella situación que, si se produjera hoy, calificaríamos de desesperada. Porque ninguna de mis lectoras ha dado nunca a luz en un establo. Incluso alguna se ha quejado de que, en la clínica, se le había acabado el agua de la botella y la enfermera no acudió al primer timbrazo.

Vuelvo a los bueyes. A pesar de todo lo que hablan, figuras secundarias, que aspiran a ser empleados nuestros y a los que les exigiremos lo que se exige a un buen empleado. Que sea competente, que trabaje mucho, que trabaje bien, que sea discreto, que hable lo que tenga que hablar y se calle lo mucho que tenga que callarse, que sea una persona íntegra, que sea un/a buen/a padre/madre de familia, que se preocupe por la educación de sus hijos, que no destile odio en sus intervenciones públicas.

Sigo, porque el párrafo me está saliendo muy largo. Menos mal que he puesto comas, porque si no, leerlo sería asfixiante.

Que sea culto, que no sea adanista, pensando que antes de él nadie hizo nada y, de repente, gracias a Dios (en quien no cree) apareció él/ella sobre la faz de la tierra, señalado por el dedo de Dios (en quien no cree).

Que respete a los españoles, que no piense que somos bobos y que se nos encandila ofreciéndonos chucherías en lugar de gobernar.

Pablo ha propuesto que haya un presidente de gobierno independiente. De repente, hablando de los bueyes, casi lo he descrito. Me falta decir que sea una persona que respete su propia religión (para lo que es necesario que la tenga) y que respete las de los que ocupamos ahora este país tan majo que se llama España.

Que quiera a España, que se deje de hacer/fabricar historias y que piense que los que ahora se llaman "los españoles" han hecho muchísimas cosas muy importantes en la historia de verdad.

Que quiera a esa Europa que, le guste o no le guste, tiene raíces cristianas, como habrá podido comprobar si ha viajado un poco, al ver la cantidad de iglesias grandes y pequeñas que hay, parroquias como la de San Quirico y catedrales como la de Colonia.

Y que respete a los que vengan de fuera, sabiendo que ellos vienen a nuestra casa y que les recibiremos lo mejor que podamos. Pero son ellos los que vienen a nuestra casa y cuando yo voy a casa de alguien, intento respetar las costumbres de aquella familia.

Vuelvo al belén de mi casa. Esta noche, cuando el Niño ya haya nacido, me acordaré de España. Y, al ver el buey, me acordaré de los bueyes con los que tenemos que arar.

Como pienso que no se puede dejar que aren solo los bueyes "profesionales", haré el propósito de ser buey, de arar con toda mi alma el trozo de terreno que me toca.

Y, si puedo, me meteré en otros terrenos para echar una mano a bueyes que, por lo que pasó el día 20, están despistados y, peor aún, asustados.

¡¡FELIZ NAVIDAD!!

Lunes 21.