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Leopoldo Abadía

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La frase

"Una cosa es lo que se elige democráticamente y otra cosa es que eso sea bueno; lo malo de la democracia es que si la mayoría elige acabar con el mundo, ¿tenemos que tragar?"

Foto: Ovación cerrada en 2009 en el Congreso. (EFE)
Ovación cerrada en 2009 en el Congreso. (EFE)

Copié hace muy poco una frase y no apunté quién era el autor. Por tanto, no puedo dar su nombre. Lo único que sé es que no es mía.

"Una cosa es lo que se elige democráticamente y otra cosa es que eso elegido sea bueno; lo malo de la democracia es que si la mayoría elige acabar con el mundo, ¿el resto tenemos que tragar?".

Pues parece que sí, porque vemos decisiones tomadas democráticamente que no tienen ni pies ni cabeza. Hace poco, en un artículo, recordé la votación de 1936 en el Ateneo de Madrid sobre si Dios existía o no y salió que no, por un voto.

Supongo que Dios se quedó tan tranquilo. Lo mismo que si hubiera salido que sí que existía, porque su existencia o no existencia no dependía de lo que aquellos señores votasen.

Pienso en el proceso de toma de decisiones absurdas o malas que van pasando por el Congreso y son aprobadas entre los aplausos

Pienso en el proceso de toma de decisiones absurdas o malas en sí mismas que van pasando por el Congreso y son aprobadas entre los aplausos de los que han ganado y de los que se ha invitado a asistir a la sesión, que, previamente, se han hecho unas bandericas en casa para moverlas durante la votación y dar la impresión de que representan al pueblo español, cuando, de verdad, representan a su pueblo, mejor dicho, a unos cuantos de su pueblo, que han llegado esta mañana a Madrid, en un autobús especialmente fletado para la ocasión.

Como el párrafo me ha salido muy largo para leerlo de un tirón y sin respirar, lo corto y ahora, más tranquilo, añado lo que faltaba: que como han viajado toda la noche y solo han podido tomarse un café en un bar y lavarse la cara en los lavabos de ese bar, están poco presentables, porque siguen con la misma camiseta que se pusieron ayer noche.


El proceso es el siguiente:

  1. Se elige un tema.
  2. Se hace ver que es un tema que preocupa a muchos, aunque se te haya ocurrido a ti en una noche de juerga.
  3. Se buscan unos cuantos que jaleen el tema.
  4. Una vez jaleado, esos cuantos empiezan a hablar de "la sociedad".
  5. Algunos sustituyen "la sociedad" por "el pueblo español".
  6. Algún partido político piensa que el tema puede traer votos.
  7. Se preparan argumentos, que pueden ser ciertos o falsos, verdaderos o posverdaderos. En cualquier caso, irá bien que tengan una cierta carga sentimental.
  8. No hace falta preparar un estudio económico. En caso de que alguien pregunte cuánto cuesta o, peor aún, de dónde sacaremos el dinero, se le abuchea o se le dice, con cara de desprecio, que estamos hablando de política, no de técnica, como hacen los tecnócratas.
  9. Y al Congreso. Aquí hay que elegir entre que lo presente alguien de manera educada, o que se haga de un modo soez, insultante y grosero. Todo esto, según convenga. Como en el Congreso de los Diputados, en la actualidad, hay personas educadas y también hay zafios que no son más impresentables porque no se entrenan, será fácil elegir.
  10. Si ganan los partidarios del tema, el pueblo lo 'hemos' decidido. Pongo 'hemos' porque, como soy 'pueblo', hablo en plural. Si pierden, los fascistas, una vez más, se han negado al progreso del citado 'pueblo', o sea, a 'mi' progreso.
  11. En cuanto al contenido de la propuesta, puede ser importante o no importante. Cortar la cola a los perros no tiene la más mínima importancia. Mi perro Helmut no tenía rabo y era feliz, y cuando salía de paseo, se llevaba de calle a todas las perras de la vecindad, porque movía el trasero con mucha gracia y mucho 'sex appeal'.
  12. La eutanasia tiene importancia. Como tengo la edad que tengo, sigo con atención el proceso, por si un día ingreso en un hospital por un catarro y al médico de turno se le ocurre pensar que estoy costando mucho a la Seguridad Social, que eso aumentará el déficit y que, como consecuencia, aumentarán los impuestos. Y, en un alarde de responsabilidad patriótica, basada, ahora sí, en decisiones propias de tecnócratas, decide darme chicharrón.

Lo legal y lo real. Lo que se decide democráticamente y lo que, en sí, antes de la votación, en la votación y después de la votación, es o no es. (Dios existe o no existe. Es de día o es de noche).

Lo legal y lo moral. Lo que se decide democráticamente y lo que, en sí, antes de la votación, en la votación y después de la votación, es bueno o es malo. (Matar niños es malo. Matar viejos es malo —que me lo digan a mí—. Que un ministro británico se lance a intentar salvar la vida de un policía herido en un atentado es bueno).

  1. Cuando antes he hablado de una noche de juerga, tengo presente al actual presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, que achaca su metedura de pata sobre el vino y las mujeres a la franqueza holandesa, propia de la cultura calvinista.
  2. ¿Qué culpa tendrán los calvinistas de que Jeroen sea un bocazas?
  3. ¡Cuánto les cuesta a algunos decir la palabra 'yo' cuando hay que dar la cara! ¡Qué cómodo es hablar de "nosotros, nuestro partido, nuestra religión", en vez de decir, responsablemente, "yo, yo, yo"!
  4. Y que no me cuenten que lo hacen por humildad.

Copié hace muy poco una frase y no apunté quién era el autor. Por tanto, no puedo dar su nombre. Lo único que sé es que no es mía.

Ateneo de Madrid