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Catexit (V): los tres documentos
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Leopoldo Abadía

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Catexit (V): los tres documentos

Sigo oyendo gritos: "¡Y de lo mío, qué!". Y como ninguno de estos chicos habla de lo mío, me he puesto a estudiar lo que me parece que son los tres documentos fundamentales

Foto: El presidente de la Generalitat de Cataluña, Carles Puigdemont (d), y el vicerpresidente y consejero de Economía, Oriol Junqueras. (Reuters)
El presidente de la Generalitat de Cataluña, Carles Puigdemont (d), y el vicerpresidente y consejero de Economía, Oriol Junqueras. (Reuters)

Mi manía con tener criterio se está convirtiendo en obsesión. El truco de leer todos los días dos periódicos, uno generalista y otro económico, siempre los mismos, porque así les coges el tranquillo, me sigue dando buenos resultados, con las limitaciones propias de mi ignorancia, que intento suplir —no siempre con éxito— con sentido común.

Estoy esforzándome por tener criterio en el Catexit. Intento también tenerlo en el Brexit, pero, en confianza, el Brexit me importa fundamentalmente en cuanto puede darme pistas para entender el Catexit.

En algún artículo anterior he dicho que el Brexit y el Catexit no tienen nada en común:

1. El Brexit consiste en que un socio de un club —la UE— se quiere ir del club.

2. El Catexit, en que un trozo de un socio del club se quiere ir del socio.

Me escribe un amigo que vive en Londres: "Esto del Brexit es un lío descomunal".

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Leo mis periódicos y llego a la misma conclusión sobre el Catexit.

Ya no puedo decir que el Brexit y el Catexit son radicalmente distintos, sin ningún punto en común. Comparten un punto, el del lío descomunal.

El periódico generalista que leo me da los siguientes 'inputs', de los que soy incapaz de sacar algún 'output' que otro:

1. Junqueras avala declarar la independencia si el Estado veta el referéndum.

2. Afirma que esto es "la cláusula de desbloqueo" del programa de JxSí.

3. El Govern prepara un acto urgente de compromiso unitario con la consulta.

4. Las territoriales de la Assemblea Nacional Catalana, ANC, en Reus y Corbera de Llobregat publicarán para Sant Jordi un cómic tipo Tintín, adaptado al proceso independentista.

5. Puigdemont reclama el respaldo colectivo a los encausados por el proceso.

6. El PDeCAT pide a Junqueras ir "paso a paso".

7. Etc.

Foto: El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont (d) habla con el vicepresidente del Govern y conseller de Economía, Oriol Junqueras. (EFE)

Como siempre, sigo oyendo gritos: "¡Y de lo mío, qué!". Y como ninguno de estos chicos habla de lo mío, me he puesto a estudiar lo que me parece que son los tres documentos fundamentales:

1. La Constitución española de 1978. 38 páginas. Creo conveniente incluir este documento en mi estudio —y en el de los demás— con el objetivo de que Cataluña, que se quiere ir de España, sepa de dónde se quiere ir. Luego, cuando lo sepa, habrá que precisar dónde quiere ir, porque no creo que tengan ya mucho 'glamour' palabras tales como 'lo desconocido' o 'Ítaca'. Lo desconocido no se conoce e Ítaca es una islica en el Mar Jónico, con mil habitantes más que Castellterçol, un pueblo catalán muy majo, donde suelo ir a desayunar con mi amigo de San Quirico, porque nos atienden muy bien, pero si estuviera, como Ítaca, a 3.031 Km., no iría. Sabiendo, además, que allí me podía encontrar con lo desconocido.

2. El Libro Blanco de la Transición Nacional de Cataluña, de septiembre de 2014: 136 páginas.

3. El documento 'The United Kingdom's exit from and new partnership with the European Unión', presentado por Theresa May en el Parlamento británico en febrero y del que ya he hablado en otros artículos: 75 páginas.

Total, que el criterio me exige leer a fondo 38 + 136 + 75 = 249 páginas, nada divertidas, bastante rollo. Pero la vida es así. Oí decir a un gurú deportivo que la grandeza del fútbol consiste en que unas veces se gana y otras se pierde. La grandeza de la literatura oficial es distinta: uno siempre se aburre.

Como por algún lado se ha de empezar, y dada mi manía —otra— de fijarme en las cuentas, se me ha ocurrido empezar leyendo a fondo dos capítulos del Libro Blanco catalán:

1. La distribución de activos y pasivos con el Estado español (punto 1.6 del documento).

2. La variación cuantitativa en los Presupuestos de la Generalitat después de crearse el nuevo Estado catalán (punto 1.7).

Luego leeré la Constitución, a ver cómo 'casan' las dos cosas con lo que, hace 39 años, acordamos que iba a ser nuestra Carta Magna y veremos en qué puntos chirría, en cuáles va como una seda y en cuáles el guante no entra ni con polvos de talco.

Sobre la distribución de activos y pasivos, el documento catalán habla de la "sucesión de Estados", que —será por nombres— me parece una forma eufemística y simpática de decir que me voy, que creo un Estado nuevo y que a ver con qué derechos y qué obligaciones del Estado original me quedo. Para que la cosa quede clara —será por nombres—, España, perdón, el Estado español, se llamará a partir de ahora "Estado predecesor", y Cataluña, "Estado sucesor". Mientras el sucesor no ingrese en la UE, se le llamará —será por nombres— Estado "ex foro".

En este momento —18:55 del miércoles 19— he acabado de leer por primera vez el apartado 1.6 del documento catalán. Soy ingeniero, lo que quiere decir que hay cosas que me cuesta entender. Como, a la vez, soy de Zaragoza, lo voy a leer una vez y otra y otra hasta que lo entienda, porque en mi tierra somos así.

Pero ahora no puedo evitar hacerme una pregunta, que son dos:

1. Las señoras y señores Forcadell, Puigdemont, Junqueras, Munté, Romeva, Borrás, Jané, Mundó, Baiget, Bassa, Serret, Rull, Comín, Vila, Ruiz, Mas, Colau, Iceta, Gabriel, García Albiol, Arrimadas, etc., ¿se lo han leído?

2. Suponiendo que la contestación sea sí, ¿lo han entendido?

Y luego, dos más:

1. Los que votemos sí o no a la secesión, ¿lo habremos leído?

2. Suponiendo que la contestación sea sí, ¿lo habremos entendido?

Ahora, Leopoldo, déjate de preguntas y a trabajar.

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Sigo el jueves 20 a las 11 de la mañana. No es que me haya dormido. Es que he desayunado con un amigo al que no veía hace tiempo y nos hemos puesto al día.

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Vuelvo al apartado 1.6, discurriendo a mi aire.

1. España tiene unos activos y unos pasivos. ¿De quién son? De España.

2. Un trozo de España quiere irse.

3. Y se quiere llevar unos cuantos activos. (Supongo que cuantos más, mejor).

4. Lógicamente, se tendrá que llevar unos cuantos pasivos. (Cuantos menos, mejor).

5. Vamos a ver cómo los repartimos.

6. Como esto de que un trozo se vaya no es muy frecuente, resulta que existen pocas normas (creo que ninguna) de obligado cumplimiento. No hay muchos tratados y los que hay han sido ratificados por pocos Estados.

7. En consecuencia, "acaba predominando la voluntad de los dos Estados implicados, con los acreedores y las autoridades económicas y monetarias internacionales". Copiado del documento catalán.

8. Comentario: veo claro que se tienen que poner de acuerdo el viejo Estado (España) y el trozo que se quiere ir (Cataluña). Y me parece normal que se cuente con los acreedores, porque una cosa es que te deba dinero España y otra, que te lo deba Cataluña.

9. A primera vista, no sé qué pintan las autoridades económicas y monetarias internacionales.

10. A negociar. ¿No hablabais todos de dialogar? Pues os vais a 'jartar'.

Veo claro que se tienen que poner de acuerdo el viejo Estado y el trozo que se quiere ir. Y me parece normal que se cuente con los acreedores

Empieza la negociación, que, como siempre, tiene que hacerse sin móvil, prensa, radio, televisión, wasaps, etc. Y las dos partes, queriendo llegar a un acuerdo en un tema complicado, con un montón de problemas y problemitas, que exigirán una selección muy cuidadosa de los negociadores.

Por ejemplo, yo no serviría como negociador, porque, como no quiero que se vaya Cataluña, pondría todo tipo de palos en las ruedas para que la negociación fracasase. Una vez fracasada, con cara de pena, echaría la culpa a la otra parte, me iría a casa y le diría a mi mujer: "¡Lo he conseguido!". Al día siguiente haría un montón de declaraciones a los medios, más falsas que Judas, que cuidado que era falso. Siempre, con cara triste.

Vamos a por los activos, o sea, lo que hoy es propiedad de España y que Cataluña considere que le toca a ella.

Se clasifican en:

1. Bienes y derechos del Estado (inmuebles públicos y servicios muy utilizados por la ciudadanía). Son de dos tipos:

- Territorializables, los situados en Cataluña. Según el Libro Blanco catalán, todos pasan a Cataluña "de forma directa y sin contraprestaciones". Lo dice la Convención de Viena de 1983, que no ha entrado en vigor.

- No territorializables, los que no se pueden atribuir a Cataluña. Son deudas contraídas para dar servicios a todos los españoles. Por ejemplo, en materias de Defensa, Asuntos exteriores, Justicia, etc. Habrá que discutir el criterio de proporcionalidad aplicable.

Dentro de las no territorializables, están las deudas de España con organizaciones internacionales. Ahí, el Libro Blanco catalán dice que mientras Cataluña no sea miembro con pleno derecho de la organización (supongo que es de la organización a la que le debe dinero), no paga.

Se me está acabando el espacio, con lo que os estoy amenazando con la publicación del Catexit (VI) la semana próxima.

Falta ver cómo se reparten:

1. El patrimonio histórico, artístico y cultural.

2. Los recursos naturales.

3. Los bienes y deudas privadas. Este es el punto que me preocupa más a mí, porque en lo privado puedo estar yo. Y repartir las deudas con Cataluña me encanta, pero, no sé por qué, me parece que no me va a salir gratis.

Luego iremos a los pasivos, o sea, a la deuda pública y obligaciones del Estado.

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Lío descomunal, dijo mi amigo desde Londres.

Refiriéndose al Brexit, dice otro amigo (el del desayuno de hoy): "En el Reino Unido, 44 años de trabajo de dos generaciones se tiran por la borda y hala, a reinventarse".

Lo ideal es que el Gobierno bloquee el referéndum. Así, podremos quejarnos de que Madrid, además de robarnos, no nos deja expresarnos libremente

Pues hala, a votar. Por lo que veo hasta ahora —me falta mucho todavía—, me parece que lo ideal para Cataluña será que el Gobierno central bloquee el referéndum. Así, podremos quejarnos de que Madrid, además de robarnos, no nos deja expresarnos libremente.

Y, paralelamente, subiremos a Montserrat, creyentes y no creyentes, y pondremos una vela a la Virgen, agradeciéndole que Madrid se nos haya cargado el invento.

Mi manía con tener criterio se está convirtiendo en obsesión. El truco de leer todos los días dos periódicos, uno generalista y otro económico, siempre los mismos, porque así les coges el tranquillo, me sigue dando buenos resultados, con las limitaciones propias de mi ignorancia, que intento suplir —no siempre con éxito— con sentido común.

Oriol Junqueras Carles Puigdemont Brexit