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Leopoldo Abadía

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La mentira

Trump miente. Y, además, miente con toda paz, sin ponerse rojo y sin dejar de levantar el (los) pulgar (es) o el puño. Miente. O sea, "dice lo contrario de lo que sabe, cree o piensa"

Foto: El presidente de Estados Unidos, Donald Trump. (EFE)
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump. (EFE)

En clase de religión, en el Colegio del Salvador de Zaragoza, dábamos el 'Catecismo de Astete-Vilariño'.

Hace unos años, uno de mis hijos me regaló un ejemplar. Fecha de edición: 1944. Número de ediciones, muchas, porque en la portada dice que están en el millar 1.176 y eso es mucho. Más de un escritor a los que conozco firmaría. Y más de una editorial. Eso es un 'best seller' y lo demás son cuentos.

En el 'Catecismo', me voy a los mandamientos de la Ley de Dios y me paro en el 8°: no mentir.

En confianza, nunca he tenido mucho problema en decir la verdad. Me ha costado poco. Si me han puesto en algún aprieto, he preferido callarme. No presumo de que nunca he mentido, pero, repito, no ha sido motivo importante de lucha para mí. Aquí se ve la influencia de mi madre: "¡No se miente nunca! ¡siempre se dice la verdad! ¡aunque cueste!"

En Estados Unidos tienen desde hace unos meses un presidente, Donald Trump. Ya he hablado alguna vez de él. Me parece una persona difícil. Cuando te da la mano, tira de ti. Cuando está contento, levanta un pulgar. Muy contento, los dos pulgares. Para exhibir fuerza, puño al aire. No sé cómo me manejaría con él. Supongo que me costaría bastante.

Pero hay otra cosa, mucho más importante. Este señor miente. Y, además, miente con toda paz, sin ponerse rojo y sin dejar de levantar el (los) pulgar (es) o el puño. Miente. O sea, "dice lo contrario de lo que sabe, cree o piensa".

Tanto miente que se han inventado dos maneras de decir la palabra "mentira": "posverdad" y "hechos alternativos"

Tanto miente que se han inventado dos maneras de decir la palabra "mentira": "posverdad" y "hechos alternativos". Esta última la inventó una señora, empleada de Trump, que, enfrentada con la falsedad, escurrió el bulto como pudo. Lo de posverdad viene de antes de Trump, pero ahora está de moda. He leído una definición, muy buena: "Algo que aparenta ser verdad es más importante que la propia verdad".

La cosa va a peor. Digo que va a peor porque la revista 'Time', que yo leo los fines de semana y que me ayuda a desenroscarme la boina y a dejar de ser de pueblo y que no dice nada de PDeCAT ni de Puigdemont ni de Iglesias ni de Sánchez ni del debut de Margarita Robles como portavoz del PSOE en el Congreso pidiéndole a Rajoy que le preste atención...

Corto. Sigo. Veo una sección de 'Time', titulada 'Facts vs. Alternative Facts', en la que presenta unas cuantas frases de Donald, que titula 'Claim' y, a continuación, la verdad, 'Reality'. Esta semana, por ejemplo, un 'Claim' de Donald decía que los demócratas eran "obstruccionistas" por no votar a favor de sus nombramientos políticos. 'Reality': hay 426 puestos que requieren el OK del Senado. Trump no ha propuesto ni uno solo.

Me acuerdo de una portada de 'Time' en abril: 'Is Truth Dead?'

Para complicar más las cosas, recibo el 'National Geographic' de este mes. La portada, en amarillo, como tiene que ser, lleva un título que me interesa, dado el entorno 'posverdiano' o de 'hechos alternativos' que coincide con lo que nos rodea.

Título: 'Why we lie?', ¿por qué mentimos?

Lo tengo que leer a fondo, porque habla de "the science behind our complicated relationship with the truth". O sea, que detrás de las mentiras, que ahora se llaman "relaciones complicadas con la verdad", hay una ciencia. Antes de empezar la lectura, se me ocurre que Dios quiera que Donald, atosigado por lo difícil que es gobernar, por los tuits que tiene que mandar y por las horas de televisión que se traga, no tenga tiempo de leer el 'National Geographic' y piense que la mentira es mentira, porque si se entera de que es ciencia, apañados estamos.

No me gusta este plan. Yo ya sabía que la mentira existía, pero no tanto. Ver hace años a Colin Powell enseñarnos fotos falsas que demostraban falsamente que Irak tenía armas de destrucción masiva me pareció un accidente deplorable, por el hecho en sí y por las consecuencias que tuvo.

Sea lo que sea y sea el que sea el grupo al que pertenece la mentira, del mentiroso no se puede esperar nada bueno

Lo de las consecuencias está claro. Pero yo creo que es más grave lo otro. Lo de utilizar la mentira como instrumento de gobierno o instrumento de manejar a los (que se creían que eran) amigos, o como instrumento para ir por el mundo o como instrumento para asistir a la Junta de la Comunidad de Propietarios y votar en contra de lo que a todos les parezca conveniente.

En el 'National Geographic' hay una clasificación de las mentiras en 11 apartados, que, a su vez, se agrupan en cuatro:

1. Para protegerse uno mismo, el 36%.

2. Para promocionarse uno mismo, el 44%.

3. Para dañar a otros, el 4%.

4.Varias causas, el resto.

Sea lo que sea y sea el que sea el grupo al que pertenece la mentira, del mentiroso no se puede esperar nada bueno. Solo puede hacer daño a sus amigos, a sus empresas, a los que tienen la desgracia de rozarse, aunque sea ligeramente, con él, a la sociedad entera.

Porque una sociedad basada en la mentira ni es sociedad ni es nada. Es un asco.

Y no sé por qué, me parece que, en el mundo, no miente solo Trump.

En clase de religión, en el Colegio del Salvador de Zaragoza, dábamos el 'Catecismo de Astete-Vilariño'.