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Cruce de rutinas
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Leopoldo Abadía

Desde San Quirico

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Cruce de rutinas

Hoy, mañana, pasado y al otro. Unas más aburridas que otras. Unas más ilusionantes que otras. Algunas apasionantes

Foto: Fotografía de archivo del jefe del Ejecutivo, Mariano Rajoy, y el expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont. (EFE)
Fotografía de archivo del jefe del Ejecutivo, Mariano Rajoy, y el expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont. (EFE)

Hoy, como ayer. Me levanto a la misma hora, me ducho, me afeito, desayuno, trabajo, tomo algo a media mañana, almuerzo, siesta, trabajo, merienda, se acabó el trabajo, cena, película de Netflix, a dormir.

Como es natural, a lo largo de ese día paso ratos con mi mujer, hablamos de nuestras cosas, de los hijos, de los nietos, de los amigos, de lo que sucede en el mundo.

Como es natural para mí, a lo largo del día rezo. Por mi mujer, por nuestras cosas, por los hijos, por los nietos, por los amigos, por lo que pasa en el mundo. Digo que esto es lo natural para mí porque lo aprendí de mis padres, lo remaché en el colegio, lo he superremachado a lo largo de mi vida.

Mañana, como hoy. Me levantaré a la misma hora... etc. Pasado mañana, como mañana. Me levantaré... etc.

Rutina: "Costumbre o hábito adquirido de hacer las cosas por mera práctica y de manera más o menos automática".

A lo largo de los días me cruzaré con las rutinas de muchas personas. En primer lugar, las rutinas de los que viven conmigo. Luego, con las de los que me encuentre por la calle o en la tele o en la radio o en cualquier sitio.

Pienso que esto puede convertirse en una costumbre buena: repasar cada día, quizá cada noche, qué he hecho por el mundo

Cruce de rutinas. Hoy, mañana, pasado y al otro. Unas más aburridas que otras. Unas más ilusionantes que otras. Algunas apasionantes. En la Contra de 'La Vanguardia', de Víctor M. Amela, leo una entrevista con Daniel, un jesuita que lleva Entreculturas, una oenegé para el desarrollo educativo en regiones desfavorecidas. Casi a la vez, recibo correo de María, una amiga mía que está en Burkina Faso, venga a ayudar a la gente.

Y pienso que hay rutinas y rutinas. Y que Daniel y María, en su rutina diaria, quieren cambiar el mundo. Y como decía la abuela de Daniel, "no sé si lo he cambiado mucho, pero le he mandado 10 buenos torpedos".

Me miro al espejo, para ver si tengo cara de lanzar torpedos 'mundo-mejorables'. Pienso que esto puede convertirse en una costumbre buena: repasar cada día, quizá cada noche, qué he hecho por el mundo.

Normalmente, somos buenas personas. Tenemos opiniones distintas en cosas opinables, que son la mayoría.

Yendo a lo concreto, es opinable que lo mejor sea la independencia de Cataluña o que no lo sea. Mi amigo Joan, con su lacito amarillo, y yo, que he desterrado todo lo amarillo de mi vestimenta —corbatas, pañuelos, calcetines, etc.— para que nadie piense que soy lo que no soy, opinamos distinto en algo que es opinable. Él llora cuando escucha 'Els Segadors' y yo le daría un par de besos a Marta Sánchez cuando canta lo de "rojo, amarillo, colores que brillan en mi corazón".

La libertad de opinión en temas opinables —la mayoría— es parte de la libertad con mayúsculas

La libertad de opinión en temas opinables —la mayoría— es una parte de la libertad con mayúsculas, o sea, de la "facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera u otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos".

Opiniones distintas, respetos mutuos. En primer lugar, respeto a lo establecido: no pasar cuando el semáforo está rojo; no vender alimentos caducados; no meter goles en fuera de juego; meter la bola entre las líneas marcadas en la pista de tenis; no intentar tirar al suelo al que te quiere pasar en una carrera de motos o para adelantarle...

Miles de ejemplos pequeños.

Alguno más grande: como no me gusta la Constitución, me la salto. Equivale, en más importante, a: "Paso el semáforo en rojo porque me 'peta".

Hombre, sí, te 'peta', pero no estaría mal que intentases cambiar, por los cauces correctos, esa norma, antes de tirarte al monte.

En Cataluña, bastantes se han tirado al monte, con muy mal resultado: fugas, cárceles, líos judiciales, empobrecimiento de la economía, odio al que manda en Madrid.

El que manda en Madrid no se ha tirado al monte. Unos le acusan de no obrar, olvidando que el 'no obrar' está en la definición de 'libertad' que he copiado del DRAE hace unos párrafos.

Otros le acusan de 'judicializar' el conflicto.

Otros dicen que limpie la porquería que tiene en su partido, y no les falta razón. Por cierto, yo, de másteres, sé bastante y estoy bastante perplejo al ver lo que veo.

Tengo derecho porque tengo y quiero tener libertad. Y necesito que mi libertad sea respetada y pueda decir y cantar y llorar cuando me dé la gana

Cruce de rutinas. Cruce de libertades. Cuanto más de acuerdo, más libres.

Quiero volver a la rutina. El 155 ha ido muy bien —pienso yo— para demostrar que una autonomía se puede llevar desde el centro y para que la gente piense: "¿Por qué no?".

Y tengo derecho, como lo tiene el ministro Méndez de Vigo, a emocionarme cuando los legionarios llevan el Cristo de la Buena Muerte en procesión y cantan 'Soy el novio de la muerte'.

Y tengo derecho porque tengo y quiero tener libertad. Y necesito que mi libertad sea respetada y pueda decir y cantar y llorar cuando me dé la gana y, fundamentalmente, porque me da la gana.

Hoy, como ayer. Me levanto a la misma hora, me ducho, me afeito, desayuno, trabajo, tomo algo a media mañana, almuerzo, siesta, trabajo, merienda, se acabó el trabajo, cena, película de Netflix, a dormir.